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Sergio Salas Nicás

Doctor en Salud Pública, miembro del Grupo de Investigación en Riesgos Psicosociales, Organización del Trabajo y Salud (POWAH) del Institut d’Estudis del Treball de la Universitat Autònoma de Barcelona, y miembro del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS)

El nuevo informe conjunto de la OMS y la OMM sobre estrés térmico laboral y cambio climático analiza el papel que tiene este riesgo en la salud de la población trabajadora en un contexto de aumento de las temperaturas a causa del cambio climático de origen antropogénico. El informe reviste especial importancia porque refleja una clara implicación de la OMS en la cuestión del estrés térmico laboral, un ámbito que hasta ahora había estado principalmente en manos de la OIT (junto con agencias internacionales de salud y seguridad en el trabajo, como la EU-OSHA en Europa). Al elaborarse en colaboración con la OMM, constituye, además, una declaración de intenciones inequívoca al subrayar la relación existente entre clima, salud y trabajo. 

La OMS, al igual que la OIT y la OMM, son organismos especializados de la ONU responsables respectivamente de estas tres áreas que conectan en el problema concreto del estrés térmico en el trabajo. Con la publicación de este informe se inaugura pues la participación pública de la OMS y la OMM en la prevención de este riesgo laboral, algo tan necesario como urgente para afrontar de manera eficaz este desafío que sin duda alguna va a seguir creciendo en los próximos años. 

Dicho eso, es un informe bastante exhaustivo cuyos contenidos están informados científicamente y actualizados en relación con la evidencia científica disponible actualmente. A pesar de su enfoque global, las medidas preventivas y de adaptación que propone tienen validez para el Reino de España, uno de los países europeos más afectados por el cambio climático y donde cada año se registran varios accidentes de trabajo fatales causados por las carencias de la actividad preventiva contra las altas temperaturas.  

Concretamente, el informe se ocupa de: 

  1. La relación entre cambio climático y salud. 
  2. La estimación de la carga global de este riesgo sobre la población. 
  3. El diseño de planes y medidas preventivas para reducir el impacto. 
  4. La gestión del estrés térmico a nivel del lugar de trabajo.  

Estos dos últimos apartados convierten al informe en un documento aplicado, una especie de guía con orientaciones básicas sobre cómo adaptar las empresas a la nueva realidad climática que se suma a otras publicaciones recientes sobre este tema en el ámbito estatal y europeo. Cabe destacar la perspectiva integral que adopta al proponer soluciones colectivas e individuales, organizativas y técnicas, dirigidas a empresas, trabajadores y administración pública.  

El informe hace hincapié en la condición de vulnerabilidad de las personas trabajadoras inmigrantes no aclimatadas con ocupaciones, por lo general, más expuestas que las de la población nativa pero no hace hincapié en otro eje de desigualdad, solapado en gran parte con el primero, e igualmente clave a la hora de describir el problema como es la clase social y ocupacional. Tampoco refleja el papel de las relaciones laborales, la capacidad limitada de las autoridades públicas de hacer cumplir la normativa o los obstáculos a la hora de implantar medidas preventivas y de protección frente al calor realmente eficaces. Ello es debido a que en este tipo de informes procedentes de organismos internacionales especializados las relaciones de poder presentes en la actividad productiva no terminan de reflejarse con claridad. Esa sería sin duda la principal carencia del documento. 

ES