Un informe de la OMS-OMM denuncia que el calor extremo aumenta el riesgo de trastornos neurológicos y otras enfermedades en los trabajadores
La frecuencia e intensidad de los eventos de calor extremo han aumentado en los últimos años, lo que acentúa los riesgos para quienes trabajan al aire libre y en interiores. Los riesgos para la salud incluyen insolación, deshidratación, disfunción renal y trastornos neurológicos. Son algunas de las conclusiones de un informe conjunto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que cifra la caída de la la productividad de los trabajadores y trabajadoras en entre un 2 % y un 3 % por cada grado superior a los 20 °C. El documento plantea medidas para que gobiernos, empresas y autoridades sanitarias mitiguen los riesgos del calor extremo en estas personas.
Fernando G. Benavides - informe OMS trabajadores
Fernando G. Benavides
Catedrático de Salud Pública en el departamento de Medicina y Ciencias de la Vida (MELIS) de la Universidad Pompeu Fabra, investigador del Centro de Investigación en Salud Laboral (CISAL), del IMIM-PSMar y director científico del Observatorio Iberoamericano de Seguridad y Salud en el Trabajo
Este informe técnico, basado en información científica, pone en evidencia la magnitud que está alcanzando el impacto de la emergencia climática en la salud de las personas que trabajan.
De acuerdo a las estimaciones de la OIT, el riesgo de producirse una lesión por accidente de trabajo, que es solo el efecto agudo (inmediato) del estrés térmico, se incrementa en un 17 % durante las olas de calor. Y entre los efectos crónicos, la OIT señala que habrá 26,2 millones de personas con insuficiencia renal crónica atribuible al estrés térmico en el lugar de trabajo. Además, se señala el impacto económico de esta importante carga de enfermedad, dado que afecta a la población laboralmente activa.
Sin embargo, como ha puesto de manifiesto el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST), en España se dispone del sistema MoMo para tener buenas estimaciones sobre la mortalidad en la población general, pero no para monitorizar este impacto en la salud de las personas que trabajan. El sistema DELTA de notificación de las lesiones mortales por accidentes de trabajo solo atribuye el 4 % a temperaturas extremas (también frío). Es, por tanto, urgente mejorar los sistemas de información para poder monitorizar el impacto real del estrés térmico en España. Ello es imprescindible para poder evaluar las medidas preventivas que se han de adoptar en las empresas de acuerdo a la legislación vigente y que comento a continuación.
Efectivamente, en segundo lugar, y es su principal aporte, este informe técnico focaliza las recomendaciones en la mitigación de los efectos y subraya la necesidad urgente de adoptar medidas preventivas factibles y dirigidas específicamente a proteger a las personas que trabajan del estrés térmico, en especial, en grupos vulnerables en las personas que trabajan al aire libre en la agricultura, construcción, servicios de jardinería, limpieza de las calles, etc. El informe no plantea medidas de adaptación y así lo reconoce explícitamente.
Sin embargo, y aceptando este enfoque, la mayoría de las medidas de mitigación propuestas descansan en:
- La responsabilidad de las personas que están a riesgo.
- La vigilancia médica individual.
- Las soluciones tecnológicas, las cuales, sin dejar de reconocer su importancia, dejan en un segundo plano las medidas organizativas —o administrativas, según dicen en el informe— de carácter colectivo, y que, de acuerdo con la directiva europea de seguridad y salud en el trabajo, y la ley de prevención de riesgos laborales en España, deben prevalecer sobre las medidas individuales.
En todo caso, unas medidas preventivas colectivas e individuales que deben ser reguladas mediante normas (decretos, convenios colectivos, etc.) que obliguen a empleados y empresas en su cumplimiento. Un aspecto este que no se aborda en el informe y para lo que se ha de contar con un sistema de inspección ágil y con capacidad ejecutiva, en los casos de incumplimiento, como se ha comprobado en diferentes situaciones en estas últimas semanas en España.
Sergio Salas Nicás - OMS trabajo
Sergio Salas Nicás
Doctor en Salud Pública, miembro del Grupo de Investigación en Riesgos Psicosociales, Organización del Trabajo y Salud (POWAH) del Institut d’Estudis del Treball de la Universitat Autònoma de Barcelona, y miembro del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS)
El nuevo informe conjunto de la OMS y la OMM sobre estrés térmico laboral y cambio climático analiza el papel que tiene este riesgo en la salud de la población trabajadora en un contexto de aumento de las temperaturas a causa del cambio climático de origen antropogénico. El informe reviste especial importancia porque refleja una clara implicación de la OMS en la cuestión del estrés térmico laboral, un ámbito que hasta ahora había estado principalmente en manos de la OIT (junto con agencias internacionales de salud y seguridad en el trabajo, como la EU-OSHA en Europa). Al elaborarse en colaboración con la OMM, constituye, además, una declaración de intenciones inequívoca al subrayar la relación existente entre clima, salud y trabajo.
La OMS, al igual que la OIT y la OMM, son organismos especializados de la ONU responsables respectivamente de estas tres áreas que conectan en el problema concreto del estrés térmico en el trabajo. Con la publicación de este informe se inaugura pues la participación pública de la OMS y la OMM en la prevención de este riesgo laboral, algo tan necesario como urgente para afrontar de manera eficaz este desafío que sin duda alguna va a seguir creciendo en los próximos años.
Dicho eso, es un informe bastante exhaustivo cuyos contenidos están informados científicamente y actualizados en relación con la evidencia científica disponible actualmente. A pesar de su enfoque global, las medidas preventivas y de adaptación que propone tienen validez para el Reino de España, uno de los países europeos más afectados por el cambio climático y donde cada año se registran varios accidentes de trabajo fatales causados por las carencias de la actividad preventiva contra las altas temperaturas.
Concretamente, el informe se ocupa de:
- La relación entre cambio climático y salud.
- La estimación de la carga global de este riesgo sobre la población.
- El diseño de planes y medidas preventivas para reducir el impacto.
- La gestión del estrés térmico a nivel del lugar de trabajo.
Estos dos últimos apartados convierten al informe en un documento aplicado, una especie de guía con orientaciones básicas sobre cómo adaptar las empresas a la nueva realidad climática que se suma a otras publicaciones recientes sobre este tema en el ámbito estatal y europeo. Cabe destacar la perspectiva integral que adopta al proponer soluciones colectivas e individuales, organizativas y técnicas, dirigidas a empresas, trabajadores y administración pública.
El informe hace hincapié en la condición de vulnerabilidad de las personas trabajadoras inmigrantes no aclimatadas con ocupaciones, por lo general, más expuestas que las de la población nativa pero no hace hincapié en otro eje de desigualdad, solapado en gran parte con el primero, e igualmente clave a la hora de describir el problema como es la clase social y ocupacional. Tampoco refleja el papel de las relaciones laborales, la capacidad limitada de las autoridades públicas de hacer cumplir la normativa o los obstáculos a la hora de implantar medidas preventivas y de protección frente al calor realmente eficaces. Ello es debido a que en este tipo de informes procedentes de organismos internacionales especializados las relaciones de poder presentes en la actividad productiva no terminan de reflejarse con claridad. Esa sería sin duda la principal carencia del documento.
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