Sergio Tirado-Herrero
Investigador ‘Ramón y Cajal’ especialista en pobreza energética del departamento de Geografía, Universidad Autónoma de Madrid
El trabajo ‘Burden of the global energy price crisis on households’ de Guan y otros (2023) representa un valioso ejemplo de investigación orientada a problemas y es de gran relevancia en el contexto de crisis de precios internacionales de la energía como consecuencia de la invasión de Ucrania por la Federación Rusa. Los autores hacen uso de una modelo input-output aplicado a una base datos global con información detallada sobre 201 categorías de gasto doméstico en 116 países para determinar que las tensiones en los mercados internacionales de la energía registradas desde el 24 de febrero de 2022 están teniendo efectos negativos claros a corto plazo sobre los presupuestos familiares (especialmente en el apartado energético) de hogares de todo el mundo, aunque de forma desigual entre regiones, países y niveles de renta.
Especialmente preocupante es el resultado obtenido para las cifras globales de prevalencia de pobreza energética medida como porcentaje de hogares de un país que dedica más del 10 % de su presupuesto familiar al pago de las facturas de energía doméstica. Según el estudio, se estima entre 166 y 538 millones de personas en los 116 países analizados pasarán a estar en situación de pobreza energética de acuerdo con el mencionado indicador de gasto como consecuencia del alza generalizada en los precios de la energía. Además, se calcula que los impactos directos e indirectos de la crisis de precios de la energía provocada por la guerra de Ucrania impactará de forma directa e indirecta (es decir, también a través de productos de alimentación y otros bienes de consumo que dependen de los precios de la energía) que harán aumentar la incidencia de la pobreza monetaria extrema —población cuya renta disponible es de menos de 2,15 dólares estadounidenses al día en unidades de paridad de poder compra— entre 78 y 114 millones de personas (el equivalente al 1,2 % - 2,1 % de la población global).
Estas estimaciones son indicativas de un riesgo cierto de empeoramiento de las condiciones materiales de vida de los segmentos sociales más desfavorecidos a escala global. Las conclusiones del estudio constituyen, por tanto, un llamamiento a gobiernos y tomadores de decisiones a proporcionar apoyo a hogares vulnerables para hacer frente a la presente crisis de costes de bienes y servicios básicos, especialmente alimentación y energía. Este apoyo se está facilitando ya en forma de medidas fiscales como rebajas de impuestos a los productos energéticos, descuentos y subsidios en facturas y topes en precios finales de la energía que son, en parte, herramientas preexistentes reactivadas o reforzadas en el contexto de crisis actual. Pero debe tenerse también en cuenta que su aplicación sin tener en cuenta criterios de renta o vulnerabilidad (por medio, por ejemplo, descuentos universales a los combustibles para vehículos de motor) entra en conflicto con objetivos ineludibles de descarbonización de las economías globales a medio y largo plazo para hacer frente a la emergencia climática.