Un estudio estima que el gasto de energía en los hogares ha subido entre un 62,6 y un 112,9 % en 2022, después del conflicto entre Rusia y Ucrania, un incremento de 2,7 a 4,8 % de sus gastos totales. El análisis, publicado en Nature Energy, advierte de que este aumento podría llevar a entre 78 y 141 millones de personas en el mundo hacia la pobreza extrema.
Sergio Tirado-Herrero - crisis energética
Sergio Tirado-Herrero
Investigador ‘Ramón y Cajal’ especialista en pobreza energética del departamento de Geografía, Universidad Autónoma de Madrid
El trabajo ‘Burden of the global energy price crisis on households’ de Guan y otros (2023) representa un valioso ejemplo de investigación orientada a problemas y es de gran relevancia en el contexto de crisis de precios internacionales de la energía como consecuencia de la invasión de Ucrania por la Federación Rusa. Los autores hacen uso de una modelo input-output aplicado a una base datos global con información detallada sobre 201 categorías de gasto doméstico en 116 países para determinar que las tensiones en los mercados internacionales de la energía registradas desde el 24 de febrero de 2022 están teniendo efectos negativos claros a corto plazo sobre los presupuestos familiares (especialmente en el apartado energético) de hogares de todo el mundo, aunque de forma desigual entre regiones, países y niveles de renta.
Especialmente preocupante es el resultado obtenido para las cifras globales de prevalencia de pobreza energética medida como porcentaje de hogares de un país que dedica más del 10 % de su presupuesto familiar al pago de las facturas de energía doméstica. Según el estudio, se estima entre 166 y 538 millones de personas en los 116 países analizados pasarán a estar en situación de pobreza energética de acuerdo con el mencionado indicador de gasto como consecuencia del alza generalizada en los precios de la energía. Además, se calcula que los impactos directos e indirectos de la crisis de precios de la energía provocada por la guerra de Ucrania impactará de forma directa e indirecta (es decir, también a través de productos de alimentación y otros bienes de consumo que dependen de los precios de la energía) que harán aumentar la incidencia de la pobreza monetaria extrema —población cuya renta disponible es de menos de 2,15 dólares estadounidenses al día en unidades de paridad de poder compra— entre 78 y 114 millones de personas (el equivalente al 1,2 % - 2,1 % de la población global).
Estas estimaciones son indicativas de un riesgo cierto de empeoramiento de las condiciones materiales de vida de los segmentos sociales más desfavorecidos a escala global. Las conclusiones del estudio constituyen, por tanto, un llamamiento a gobiernos y tomadores de decisiones a proporcionar apoyo a hogares vulnerables para hacer frente a la presente crisis de costes de bienes y servicios básicos, especialmente alimentación y energía. Este apoyo se está facilitando ya en forma de medidas fiscales como rebajas de impuestos a los productos energéticos, descuentos y subsidios en facturas y topes en precios finales de la energía que son, en parte, herramientas preexistentes reactivadas o reforzadas en el contexto de crisis actual. Pero debe tenerse también en cuenta que su aplicación sin tener en cuenta criterios de renta o vulnerabilidad (por medio, por ejemplo, descuentos universales a los combustibles para vehículos de motor) entra en conflicto con objetivos ineludibles de descarbonización de las economías globales a medio y largo plazo para hacer frente a la emergencia climática.
Declara no tener ningún conflicto de interés con los autores del artículo reseñado ni con el trabajo en sí.
Rosa Mª Regueiro Ferreira - crisis energética
Rosa Mª Regueiro Ferreira
Profesora doctora en Economía Aplicada de la Universidad de Santiago de Compostela, investigadora en Economía de la Energía y Recursos Naturales
El artículo ‘Burden of the global energy price crisis on households’ de Yuru Guan et al, publicado en la revista Nature Energy, presenta un modelo de estimación del impacto del incremento de los precios energéticos sobre las economías domésticas.
El modelo se caracteriza, entre otros, por tres elementos:
- Incorporar apreciaciones directas e indirectas del impacto del aumento de los precios de la energía a través de grupos de gasto que representan a poblaciones con diferente nivel de consumo, que a su vez se corresponden a 116 países del mundo.
- Crear escenarios de evolución/impacto de los precios de las principales energías fósiles y derivados directos (carbón, petróleo y gas natural). El periodo temporal considerado es desde febrero a septiembre de 2022.
- Considerar el nivel de insumos/productos de forma multirregional para analizar con más detalle el impacto de las variaciones de los precios en el presupuesto energético de los hogares.
Los autores concluyen como resultado que las economías domésticas soportaron un aumento de los costes energéticos que oscilaría entre el 63 % y el 113 %, que se traduciría en un aumento de entre el 2,7% y el 4,8 % del gasto de los hogares, datos que permiten identificar un aumento de la pobreza en global y de la pobreza energética en particular.
Estos resultados son compatibles con la situación de crisis energética y de suministros derivada de la guerra en Ucrania, por la dependencia de suministros energéticos y por las tensiones geopolíticas afectadas. La reacción de los gobiernos de los países afectados fue implementar paquetes de amortiguación de impactos y de ayudas directas, así como reducir la dependencia de suministro energético y de materiales de la zona en conflicto.
Sin duda, los autores aciertan al reclamar una actuación específica para la población más afectada, que limita o imposibilita el acceso a bienes y servicios básicos, aunque recomendaría abordar también la incorporación de los precios de las energías renovables en el modelo, del impacto del propio sistema de fijación de precios energéticos y de su relación con el sistema financiero.
Paloma Taltavull - crisis energética
Paloma Taltavull
Catedrática en Economía Aplicada en la Universidad de Alicante
El artículo parece una mezcla de conceptos para construir una publicación, más que un trabajo con un descubrimiento concreto.
El título indica que el objetivo es evaluar el efecto de la crisis energética sobre el consumo de los hogares. Esto, según el abstract, lo hace sobre 201 grupos de gasto de 116 países. Luego, dice que descompone los impactos indirectos del aumento de los precios de la energía en 33 consumos de los hogares, pero esto lo introduce después de varios párrafos descriptivos que tienen otro objetivo y no dice ni cómo ni en qué contexto lo hace. En este apartado, en el que se espera que describa cómo y por dónde el aumento de precios afecta al consumo, hay descripciones y gráficos que no tienen fuente y se asume que son producto de los autores, pero no están fundamentados.
A continuación, salta de tema y aborda la pobreza energética. No hay suficientes referencias a los estudios existentes de pobreza energética, que son muchos. No calcula cuánta pobreza energética hay ni aporta ningún método de estimación.
Luego pasa a las conclusiones sin desarrollar un análisis. El trabajo dice que analiza el efecto de un aumento de los precios de la energía sobre los consumos de los hogares, y estos no están representados de forma individual (y menos por tipo de gasto) en las Tablas Input-Output (TIO). Hasta donde sé, las TIO se utilizan para evaluar las relaciones intrasectoriales en una economía y estiman el shock que produce cualquier cambio en la demanda final sobre el equilibrio dentro de la propia economía, es decir, nada de lo que dice que estudia.
Según mi punto de vista, el análisis es inconsistente con la metodología. Por definición las TIO hacen referencia a un año, pero los autores toman datos diarios de enero de 2021 a septiembre de 2022, además, diferenciando los precios por productos energéticos, pero tomando los datos de consumo del año 2019, las tablas de 2017 y la estructura de gasto de 2011.
Dice que utiliza unas tablas que publica el Global Trade Analysis Project, GTAP11 (se pueden encontrar las bases en la web), que es una base de datos preparada para estimar los efectos del comercio internacional. Según este artículo explica, ellos modifican los coeficientes de la TIO, pero no dicen de qué sector.
No hay indicación alguna de qué grupos de consumidores son, de que países y cuáles son los grupos de gasto que evalúa. La información de origen es un elemento clave que permite creer en que el análisis que se ofrece en el artículo es real, los datos ciertos y no creados con el propósito de encontrar la evidencia, pero aquí no están descritos.
Por último, las conclusiones no dicen nada nuevo, no hacen referencia a los resultados del ejercicio y, por tanto, no resumen qué es lo que demuestran o encuentran. No hacen referencia a los efectos obtenidos de su cambio en las TIO, por ejemplo.
Roberto Barrella - crisis energética
Roberto Barrella
Investigador de la Cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas
Se trata de un estudio con buena calidad científica y elevado potencial para servir como referencia en el ámbito internacional sobre el impacto de la crisis energética global derivado del conflicto entre Rusia y Ucrania. Las bases de datos utilizadas para el análisis —Global Consumption Database (World Bank, 2022) y The Global Trade Analysis Project (GTAP) Data Base— contienen información relevante y solida del punto de vista estadístico.
Una de las conclusiones más interesante es la comparación de la distribución de la carga energética entre países de alta y baja renta: la desigualdad energética (en término de gasto desproporcionado en proporción con los ingresos) es más acuciante en países desarrollados, es decir, los hogares más pobres tienen un porcentaje de gastos en ingresos mucho mayor que los hogares con renta elevada. Este resultado está en línea con las conclusiones del informe anual de pobreza energética de la Cátedra de Energía y Pobreza sobre el gasto desproporcionado de los hogares españoles: el informe español señala una carga energética mayor (en relación con sus ingresos) en los hogares de los deciles de renta más bajos. Por otro lado, el estudio de la Cátedra destaca que muchos de estos hogares de baja renta tienden a reducir sus gastos energéticos muy por debajo de sus necesidades, encontrándose así en una situación de pobreza energética oculta.
Desde otra perspectiva, en ambos extremos de la clasificación económica de los países del estudio internacional se aprecia un peso mucho más elevado de la carga indirecta o secundaria, es decir, de los bienes y servicios que no sean combustibles primarios (la electricidad se incluye en estos bienes). En esta línea, Cruz Roja ha lanzado un estudio en España para analizar el impacto de la crisis inflacionaria en las economías de los hogares vulnerables, en particular en la pobreza energética.
Otro dato del estudio publicado en Nature Energy que se alinea con la evidencia española es el que recalca cómo esta crisis está exacerbando a nivel global la pobreza energética (entre el 2,4 % y el 7,9 % más de la población mundial) y la pobreza extrema (entre el 1,2 % y el 2,1 % más de la población mundial).
Una limitación potencial de este estudio es el hecho que el escenario base precrisis se haya fijado con los precios medios en 2021. En muchos países (entre ellos, España) los precios de la energía empezaron a subir desde mediados de 2021 impulsados por la recuperación económica postpandemia y tensiones en los mercados mundiales. Entonces, el estudio puede haber infraestimado el aumento relativo de los precios de la energía, es decir la elección de los autores puede haber reducido el impacto calculado de la crisis energética.
Este estudio cuantitativo puede mejorar la información que tenemos sobre el impacto de la crisis energética en las economías de los hogares a nivel mundial y ayudar a corregir tanto la respuesta a corto plazo en contextos de emergencia como la planificación estratégica a medio-largo plazo.
Por otro lado, los autores del estudio de Nature Energy concluyen que los aumentos del coste de la vida experimentados por los hogares de todo el mundo reflejan la limitada capacidad de los agentes económicos para adoptar nuevas tecnologías y cambiar a otros combustibles a corto plazo. Además, el estudio permite arrojar luz sobre los múltiples impactos de las políticas coyunturales que han implementado los gobiernos de varios países: este artículo destaca que, en el corto plazo, han paliado las consecuencias socio-económicas negativas de esta crisis, pero los efectos secundarios de estas medidas podrían empeorar nuestra dependencia del carbono, ralentizar la transición energética y retrasar aún más los esfuerzos de mitigación del cambio climático a escala mundial, que ya son insuficientes.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Modelización
Yuru Guan et al.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
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