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Vanesa Castán Broto

Catedrática de Urbanismo Climático en la Universidad de Sheffield 

El Global Carbon Budget señala al gas natural como uno de los principales motores de las emisiones de carbono a nivel mundial. Las emisiones de gas natural en todo el mundo crecen más rápido que las del carbón y el petróleo. Dado que el 22 % de las emisiones globales se producen por el uso de gas natural, este combustible debería estar en el punto de mira para el desarrollo de estrategias de descarbonización a nivel global. El ritmo del aumento de las emisiones de carbono relacionadas con el gas natural es particularmente pronunciado en China e India. Durante años, las industrias de combustibles fósiles han presentado al gas natural como el ‘primo limpio’ del petróleo y el carbón, argumentando que el gas natural desempeña un papel importante como ‘combustible de transición’ porque su combustión es más eficiente. Estos datos sugieren lo contrario: el gas natural está consolidando nuestra dependencia de los combustibles fósiles en un momento en el que debería haber una transición a las energías renovables. Por tanto, el gas natural acelera las emisiones de carbono y no funciona como combustible de transición.   

El Global Carbon Budget demuestra el enorme progreso que se está logrando hacia la descarbonización. Algunos países han conseguido reducir las emisiones de carbono a través de los programas nacionales a los que se comprometieron después del Acuerdo de París para la Acción Climática de 2015 (lo que se conoce como Nationally Determined Contributions). Sin embargo, estos esfuerzos no son suficientes para reducir las emisiones hasta un nivel seguro. Parte del problema es que se pone mucho énfasis en las soluciones tecnológicas y de gestión. Sin embargo, a estas medidas hay que añadir la necesidad de una profunda transformación social que debe promoverse a través de medidas de gestión de la demanda, especialmente en sectores como el transporte aéreo. Desafortunadamente, estas medidas de gestión de la demanda aún no son políticamente aceptables. En resumen, la tecnología por sí sola no es suficiente; también se necesitan medidas de gestión de la demanda social de energía. 

El Global Carbon Budget ofrece una lectura positiva de la penetración de tecnologías bajas en carbono, especialmente las energías renovables. Sin embargo, las emisiones procedentes de combustibles fósiles siguen aumentando en los países no pertenecientes a la OCDE. En muchos países con déficits en el acceso a la energía, el progreso hacia el acceso universal a la energía (uno de los pilares del Objetivo de Desarrollo Sostenible 7) se ha logrado a expensas de la explotación de reservas de combustibles fósiles. A pesar de la disponibilidad de tecnología para promover una economía baja en carbono, los países de bajos ingresos descubren que la falta de inversión y rupturas en las cadenas de suministro frenan el desarrollo de las energías renovables. Proyectos sencillos, como los que se promueven en comunidades energéticas ofrecen soluciones prácticas para promover una economía baja en carbono en áreas remotas y con suministro insuficiente, pero necesitan ayuda para acceder a los recursos necesarios para ejecutar estos proyectos. Por tanto, se debe apoyar a los países de ingresos bajos para que avancen hacia economías bajas en carbono. 

El Global Carbon Budget es una evaluación metodológicamente sólida dirigida por Future Earth, que ha estado liderando evaluaciones globales de desafíos ambientales durante 30 años. 

ES