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Víctor Briz

Científico Titular en el Instituto de Salud Carlos III, en el área de Toxicología Ambiental del Centro Nacional de Sanidad Ambiental

En este estudio, los autores llevan a cabo una revisión sistemática y un metaanálisis sobre la relación entre la exposición a diferentes contaminantes atmosféricos y la aparición de accidentes cerebrovasculares isquémicos. El estudio recoge más de 100 estudios observacionales ya publicados y un total de más de 18 millones de casos obtenidos de grandes bases de datos clínicos como MEDLINE, Scopus, Cochrane Central y Web of Science, y observan una correlación positiva entre la incidencia de isquemia cerebral y la exposición a numerosos compuestos procedentes de la polución ambiental. Entre ellos, cabe destacar el dióxido de azufre (SO2), el dióxido de nitrógeno (NO2) y las partículas PM2.5 y PM10 (derivadas de la combustión de materiales fósiles y clasificadas según su tamaño), que se asocian con un mayor riesgo de mortalidad debida a estos accidentes neurológicos.  

La importancia y trascendencia de este estudio radica no solo en el enorme tamaño de la muestra poblacional analizada y en los estudios incluidos, sino que analiza el efecto de componentes químicos individuales. Además, tiene la novedad de analizar el efecto a corto plazo entre la exposición y la aparición de los problemas neurológicos, ya que hasta ahora la mayoría de estudios analizan el efecto a largo plazo (exposición crónica).  

El estudio tiene ciertas limitaciones metodológicas, como la inclusión de población mayoritariamente procedente de países desarrollados; se echan faltan datos de países en vías de desarrollo como los africanos. No obstante, este estudio alerta del riesgo significativo de aparición de accidentes cerebrovasculares tras la exposición reciente (y no solo crónica) a la contaminación atmosférica, y debe ser tenido muy en cuenta a la hora de establecer medidas para frenar la contaminación, especialmente en la ciudades y zonas industriales. 

ES