África González-Fernández
Catedrática de Inmunología de la Universidad de Vigo, investigadora del Instituto de investigación Galicia sur (IIS-GS) y académica de la RAFG
El artículo, publicado en Nature por el consorcio Millieu Interieur e investigadores franceses del Instituto Pasteur de París y del Karolinska en Suecia, ha llevado a cabo un estudio sistemático de los niveles de sustancias (denominadas citocinas) que libera el sistema inmunitario en respuesta a una infección o a un daño (como puede ser la exposición a tabaco de fumadores).
Ya la investigadora Polly Matzinger propuso a finales de los años 90 que el sistema inmunitario es un sistema de control interno del organismo y que se activa en situaciones no solo de infección, sino también de daño y peligro. Es por esto por lo que analizar qué elementos pueden modular al sistema inmunitario es muy importante, ya que no solo los patógenos pueden hacerlo, y uno de ellos puede ser el tabaco.
Estos investigadores han analizado el efecto de varios parámetros como la edad, sexo y el hábito tabáquico, entre otros. Su intención era estudiar de qué forma se afecta el sistema inmunitario en respuesta a determinados estímulos, que se analizaron in vitro, estudiando la producción de citocinas que se relacionan con el tipo celular que las produce. Encontraron que la edad, sexo, variaciones genéticas, niveles de metilación del ADN y subtipos celulares, infección por citomegalovirus e índice de masa corporal, junto al hábito tabáquico son las variables más importantes en lo que respecta a los cambios que observan en la producción de citocinas.
En este trabajo han mostrado que ser fumador modifica el sistema inmunitario. Pero lo importante es que lo hace de forma persistente y que incluso al dejar de fumar sus efectos perduran. Si una persona deja de fumar recupera bien la parte de la inmunidad innata, pero no la inmunidad adaptativa (mediada por los linfocitos). Esto indicaría que habría en el sistema inmunitario una ‘memoria de haber fumado’ de forma persistente, lo que tiene una importante implicación, ya que las personas fumadoras pueden desarrollar otras enfermedades como cáncer, autoinmunidad o alergias, o responder de forma anómala frente a infecciones.
El trabajo es muy interesante, aunque los resultados tendrían que validarse con otra cohorte, pero abre una línea de estudio para analizar también otros aspectos que podrían actuar sobre el sistema inmunitario, como contaminantes ambientales, agentes químicos, fertilizantes, pesticidas, etc.
Un aspecto limitante del trabajo es que todos los estudios se han llevado a cabo con células de sangre periférica y no hay datos sobre cómo la exposición del tabaco afecta a nivel respiratorio (como puede ser la mucosa y líquido broncoalveolar).