Ana Muñoz van den Eynde
Responsable de la Unidad de Investigación en Ciencia, Tecnología y Sociedad del CIEMAT
Tenía identificado este estudio y estaba pendiente de que saliera publicado, porque había tenido conocimiento de que se había realizado un depósito previo en un repositorio. Me ha gustado poder ver las preguntas, pero echo en falta mucha información, aunque soy consciente de que es la consecuencia de publicar un estudio de semejante amplitud en una revista, con las limitaciones de espacio que plantean.
El artículo trata sobre la confianza en los científicos, no en la ciencia. Por tanto, la nota de prensa no tiene un enfoque correcto, ya que insisten en hablar de confianza en la ciencia, que no se mide en el cuestionario utilizado para el estudio. Y esto plantea el primer problema. La confianza en los científicos y las científicas es alta en el mundo entero. Igual que la confianza en la ciencia. Sobre todo, si nos referimos a ellos como "las personas que estudian la naturaleza, la medicina, la física, la economía, la historia y la psicología, entre otras cosas", y nos referimos a la ciencia como "la comprensión que tenemos del mundo a partir de la observación y la experimentación", que son las definiciones que utilizan en el estudio. La evidencia indica que la actitud de la población depende del tipo de ciencia de que se hable. En la Unidad de Investigación en Ciencia, Tecnología y Sociedad del CIEMAT diferenciamos entre ciencia epistémica (como fuente de conocimiento, que es a la que se refieren en el estudio), ciencia praxeológica (orientada a la obtención de soluciones) y ciencia instrumental (orientada a la obtención de beneficios). La actitud hacia la primera es esencialmente positiva, la actitud hacia la segunda depende de a qué se aplique y cómo perciba la gente que les afecta a ellos directamente y la actitud hacia la tercera es bastante negativa, sobre todo porque se asocia con la imagen de que la ciencia está manipulada o al servicio de grupos específicos, o de las élites.
En relación con esta última cuestión, en el artículo se insiste en que es mayoritario el apoyo a la participación de los científicos en la toma de decisiones políticas. Es un resultado que se obtiene también en otros estudios. Pero, de nuevo, todo depende de cómo se pregunte. En abstracto es fácil estar de acuerdo en que la ciencia debe contribuir a las decisiones políticas o, como se pregunta en España, estar de acuerdo con la frase "el conocimiento es la mejor base para la elaboración de leyes o regulaciones". Esa opinión es compatible, y se da conjuntamente, con la que expresa la desconfianza en la conexión entre ciencia y política, fundamentalmente por el descrédito de la política. Este es el caldo de cultivo en el que están floreciendo los populismos, que se manifiestan también en la forma de populismos relacionados con la ciencia. De hecho, en el artículo mencionan que han encontrado una asociación negativa entre la confianza en los científicos y la preferencia por la jerarquía social y la desigualdad. Por otro lado, la nota de prensa destaca que el 52 % de las personas que han participado en el estudio está de acuerdo en que quienes se dedican a la ciencia deben participar en las decisiones políticas. Es un dato importante que, como he dicho, muestra que es una cuestión que, en abstracto, resulta fácil de asumir por la población, pero al mismo tiempo refleja que la otra mitad no lo tiene claro o está en desacuerdo.
Por tanto, aunque en el artículo apuntan a que su trabajo "refuta la narrativa de que hay una crisis de confianza en la ciencia", no estoy de acuerdo en que sea así. Especialmente porque, como he dicho al principio, no miden la confianza en la ciencia. Por otro lado, porque no proporcionan los resultados descriptivos y miden la confianza (insisto, en los científicos, no en la ciencia) de manera agregada. Al agregar, en realidad estamos tomando la parte por el todo, incorporando a las personas con actitudes negativas junto con las que muestran actitudes positivas. De esta manera desconocemos la prevalencia de la perspectiva negativa. Y es un dato clave para poder analizar la evolución (¿está aumentando ese porcentaje?).
En este sentido, por ejemplo, son interesantes algunos resultados que ofrece el Eurobarómetro 516, European citizens’ knowledge and attitudes towards science and technology de 2021. En él miden lo que se puede llamar una actitud desconfiada hacia la ciencia. Los resultados indican que, en España, algo más del 65 % está de acuerdo o totalmente de acuerdo con la frase “la ciencia y la tecnología podrían utilizarse para mejorar la vida de todos, pero en la práctica mejoran sobre todo la vida de las personas que ya están mejor”. Ese porcentaje se sitúa cerca del 80 % con la frase “la ciencia y la tecnología podrían utilizarse para mejorar las condiciones de vida de los países menos desarrollados, pero en la práctica mejoran sobre todo las de los países ricos”. Por último, más del 75 % está de acuerdo con la frase “la ciencia y la tecnología podrían utilizarse para mejorar el medio ambiente y luchar contra el cambio climático, pero en la práctica ayudan sobre todo a las empresas a ganar dinero”. Es un panorama diferente del que muestra el artículo, a mi modo de ver. Y ambos coexisten.
Por tanto, a modo de cierre, la información que obtenemos depende mucho de qué y cómo preguntamos. Cuando preguntamos por la ciencia como fuente de conocimiento, obtenemos, en general, una imagen positiva, pero no es completa. Para saber mejor a qué atenernos, hay que preguntar por los distintos tipos de ciencia. Por otro lado, incluso cuando nos centramos solo en la ciencia como fuente de conocimiento, es importante conocer también el porcentaje de personas que no está de acuerdo ni siquiera con esta idea. Por último, no podemos igualar confianza en la ciencia que confianza en quienes se dedican a ella, porque también son cuestiones diferentes.