Un estudio internacional sobre la confianza pública en la ciencia realizado en 68 países —entre ellos, España— ha encontrado que la mayoría de las personas confían en los científicos y científicas, y creen que deberían estar más involucrados en la sociedad y en la formulación de políticas. Además, una mayoría de los participantes en la encuesta considera que los investigadores deberían tener un papel más activo en la sociedad y en la toma de decisiones políticas. La confianza de la población española en la ciencia se sitúa en el séptimo lugar de los 68 países analizados. La investigación, en la que se encuestó a 71.922 personas, ofrece el mayor conjunto de datos globales sobre la confianza en los científicos desde la pandemia de covid-19. El estudio se publica en la revista Nature Human Behaviour y cuenta con participación española, liderada por FECYT.

Gema Revuelta - confianza
Gema Revuelta
Directora del Máster en Comunicación Científica, Médica y Ambiental, y del Centro de Estudios de Ciencia, Comunicación y Sociedad de la UPF Barcelona School of Management
Los principales resultados de este estudio nos dicen algo que ya sabemos desde hace décadas: que la sociedad sigue confiando en los científicos y, si miramos en concreto cómo se sitúa España, que seguimos entre las primeras posiciones a escala mundial en esta cuestión. Sin embargo, aunque el resultado general de esta investigación no es novedoso, hay muchas razones por las que podemos afirmar que se trata de un estudio muy relevante del que se pueden derivar muchas reflexiones e incluso pensar en futuras políticas.
Uno. Se trata de la primera investigación a gran escala desde la pandemia. Y esto es fundamental, puesto que desde entonces a menudo se tiende a dar por cierto que la sociedad ha perdido la confianza en los científicos. En este sentido, esta investigación nos vuelve a confirmar que los científicos siguen siendo percibidos como personas en las que se confía.
Obviamente, la otra lectura de los resultados generales nos dice que, aun no siendo mayoritarios, hay grupos de personas que desconfían claramente en los científicos y eso es algo que nos debe preocupar. Actualmente, este hecho es más inquietante que nunca puesto que esos grupos son muy visibles en algunas redes sociales (por ejemplo, las nuevas prácticas de X favorecen a los negacionistas) y también cuando de estos grupos surgen figuras con gran poder de decisión política y empresarial. En este sentido, el estudio aporta información de gran interés para pensar en acciones políticas.
Dos. El estudio aporta una visión auténticamente global. En concreto, abarca 68 países de todos los continentes, cuando generalmente este tipo de encuestas se limitan a un país o a una región y en ellos suele estar infrarrepresentado el Sur Global. La visión global de la presente investigación aporta mucho conocimiento sobre algunas asunciones basadas en resultados de Estados Unidos, Europa o de otros países del Norte Global. Por ejemplo, los resultados respecto al efecto de la religiosidad en la percepción de confianza son muy interesantes, puesto que abarcar tantos países y culturas ha permitido más matices.
Tres. La investigación estudia el concepto “confianza” de manera profunda, explorando cuatro dimensiones de esta - competencia, benevolencia, integridad y transparencia percibidas – y no de forma superficial planteando una única dimensión, como muchos otros.
Cuatro. Se trata de una investigación prerregistrada, una práctica de ciencia abierta que añade transparencia al estudio.
Finalmente, es necesario aclarar que no es un estudio sobre la confianza en la ciencia (como erróneamente ha titulado la nota de prensa) sino sobre la confianza en los científicos. Este matiz no es una cuestión baladí, puesto que el campo de la psicología del comportamiento muestra que los procesos que nos llevan a adoptar actitudes y percepciones respecto a personas (en este caso, los científicos) no es el mismo, ni tiene las mismas consecuencias, que el que describe cómo percibimos objetos o conceptos (la ciencia).
Ana Muñoz - confianza ciencia
Ana Muñoz van den Eynde
Científica titular de Organismos Públicos de Investigación y responsable de la Unidad de Investigación en Ciencia, Tecnología y Sociedad del CIEMAT
Tenía identificado este estudio y estaba pendiente de que saliera publicado, porque había tenido conocimiento de que se había realizado un depósito previo en un repositorio. Me ha gustado poder ver las preguntas, pero echo en falta mucha información, aunque soy consciente de que es la consecuencia de publicar un estudio de semejante amplitud en una revista, con las limitaciones de espacio que plantean.
El artículo trata sobre la confianza en los científicos, no en la ciencia. Por tanto, la nota de prensa no tiene un enfoque correcto, ya que insisten en hablar de confianza en la ciencia, que no se mide en el cuestionario utilizado para el estudio. Y esto plantea el primer problema. La confianza en los científicos y las científicas es alta en el mundo entero. Igual que la confianza en la ciencia. Sobre todo, si nos referimos a ellos como "las personas que estudian la naturaleza, la medicina, la física, la economía, la historia y la psicología, entre otras cosas", y nos referimos a la ciencia como "la comprensión que tenemos del mundo a partir de la observación y la experimentación", que son las definiciones que utilizan en el estudio. La evidencia indica que la actitud de la población depende del tipo de ciencia de que se hable. En la Unidad de Investigación en Ciencia, Tecnología y Sociedad del CIEMAT diferenciamos entre ciencia epistémica (como fuente de conocimiento, que es a la que se refieren en el estudio), ciencia praxeológica (orientada a la obtención de soluciones) y ciencia instrumental (orientada a la obtención de beneficios). La actitud hacia la primera es esencialmente positiva, la actitud hacia la segunda depende de a qué se aplique y cómo perciba la gente que les afecta a ellos directamente y la actitud hacia la tercera es bastante negativa, sobre todo porque se asocia con la imagen de que la ciencia está manipulada o al servicio de grupos específicos, o de las élites.
En relación con esta última cuestión, en el artículo se insiste en que es mayoritario el apoyo a la participación de los científicos en la toma de decisiones políticas. Es un resultado que se obtiene también en otros estudios. Pero, de nuevo, todo depende de cómo se pregunte. En abstracto es fácil estar de acuerdo en que la ciencia debe contribuir a las decisiones políticas o, como se pregunta en España, estar de acuerdo con la frase "el conocimiento es la mejor base para la elaboración de leyes o regulaciones". Esa opinión es compatible, y se da conjuntamente, con la que expresa la desconfianza en la conexión entre ciencia y política, fundamentalmente por el descrédito de la política. Este es el caldo de cultivo en el que están floreciendo los populismos, que se manifiestan también en la forma de populismos relacionados con la ciencia. De hecho, en el artículo mencionan que han encontrado una asociación negativa entre la confianza en los científicos y la preferencia por la jerarquía social y la desigualdad. Por otro lado, la nota de prensa destaca que el 52 % de las personas que han participado en el estudio está de acuerdo en que quienes se dedican a la ciencia deben participar en las decisiones políticas. Es un dato importante que, como he dicho, muestra que es una cuestión que, en abstracto, resulta fácil de asumir por la población, pero al mismo tiempo refleja que la otra mitad no lo tiene claro o está en desacuerdo.
Por tanto, aunque en el artículo apuntan a que su trabajo "refuta la narrativa de que hay una crisis de confianza en la ciencia", no estoy de acuerdo en que sea así. Especialmente porque, como he dicho al principio, no miden la confianza en la ciencia. Por otro lado, porque no proporcionan los resultados descriptivos y miden la confianza (insisto, en los científicos, no en la ciencia) de manera agregada. Al agregar, en realidad estamos tomando la parte por el todo, incorporando a las personas con actitudes negativas junto con las que muestran actitudes positivas. De esta manera desconocemos la prevalencia de la perspectiva negativa. Y es un dato clave para poder analizar la evolución (¿está aumentando ese porcentaje?).
En este sentido, por ejemplo, son interesantes algunos resultados que ofrece el Eurobarómetro 516, European citizens’ knowledge and attitudes towards science and technology de 2021. En él miden lo que se puede llamar una actitud desconfiada hacia la ciencia. Los resultados indican que, en España, algo más del 65 % está de acuerdo o totalmente de acuerdo con la frase “la ciencia y la tecnología podrían utilizarse para mejorar la vida de todos, pero en la práctica mejoran sobre todo la vida de las personas que ya están mejor”. Ese porcentaje se sitúa cerca del 80 % con la frase “la ciencia y la tecnología podrían utilizarse para mejorar las condiciones de vida de los países menos desarrollados, pero en la práctica mejoran sobre todo las de los países ricos”. Por último, más del 75 % está de acuerdo con la frase “la ciencia y la tecnología podrían utilizarse para mejorar el medio ambiente y luchar contra el cambio climático, pero en la práctica ayudan sobre todo a las empresas a ganar dinero”. Es un panorama diferente del que muestra el artículo, a mi modo de ver. Y ambos coexisten.
Por tanto, a modo de cierre, la información que obtenemos depende mucho de qué y cómo preguntamos. Cuando preguntamos por la ciencia como fuente de conocimiento, obtenemos, en general, una imagen positiva, pero no es completa. Para saber mejor a qué atenernos, hay que preguntar por los distintos tipos de ciencia. Por otro lado, incluso cuando nos centramos solo en la ciencia como fuente de conocimiento, es importante conocer también el porcentaje de personas que no está de acuerdo ni siquiera con esta idea. Por último, no podemos igualar confianza en la ciencia que confianza en quienes se dedican a ella, porque también son cuestiones diferentes.
Fabien Medvecky - Confianza
Fabien Medvecky
Subdirector de Investigación del Centro Nacional Australiano para la Conciencia Pública de la Ciencia (CPAS) de la Universidad Nacional de Australia
El estudio 'Trust in scientists and their role in society across 68 countries' ('Confianza en los científicos y su rol en la sociedad en 68 países') es probablemente el trabajo más amplio y sólido que he visto sobre la cuestión de la confianza en la ciencia y, especialmente en los científicos, a nivel mundial.
Tras encuestar a casi 72.000 personas en 68 países hay aspectos que destacan. En primer lugar, no hay un solo país que muestre bajos niveles de confianza en la ciencia. Sin embargo, hay variaciones entre países. Egipto e India tienen, con diferencia, la mayor confianza en la ciencia, aunque los países de Oceanía también muestran niveles muy altos de confianza.
Lo más interesante es que muchas de las narrativas que escuchamos sobre las razones que generan (des)confianza se ven cuestionadas cuando adoptamos una perspectiva más amplia y robusta. La religiosidad (frecuentemente utilizada como ejemplo de oposición a la ciencia, especialmente en Estados Unidos) está, de hecho, positivamente correlacionada con la confianza en la ciencia a nivel global. Por el contrario, la alfabetización científica no tiene casi ningún efecto sobre la confianza en la ciencia.
El estudio también analiza cómo los científicos deberían relacionarse con la sociedad. La mayoría de las personas en todo el mundo cree que los científicos deberían contribuir a los debates públicos y a la formulación de políticas (~50-55% a favor, ~25% neutrales y ~25% en contra), pero el llamamiento más fuerte, con diferencia, es para una mayor comunicación científica, ya que un asombroso 83 % de las personas opina que los científicos deberían comunicar su trabajo al público en general.
Conflicto de interés: "Nada directo, pero conozco y he colaborado con varios de los autores, incluido el principal responsable del estudio (NGM)".
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
Cologna et al.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares