Ana Muñoz van den Eynde
Responsable de la Unidad de Investigación en Ciencia, Tecnología y Sociedad del CIEMAT
Como cada dos años, tenemos una nueva cita con la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología en España. Tener la confirmación de esa continuidad es algo tremendamente positivo. Y no es habitual en los países de nuestro entorno, por lo que es muy de agradecer el esfuerzo y la implicación de FECYT.
En un contexto en el que cada vez resulta más difícil realizar entrevistas domiciliarias, es una nota positiva saber que el estudio se basa en este tipo de entrevistas. En la información disponible en el momento de hacer esta reacción no se proporcionan los datos sociodemográficos. Será interesante ver si, a pesar de que es el mejor método para seleccionar una muestra, se detecta, una vez más, la sobre representación de personas con mayor nivel de estudios. Es cada vez más difícil acceder a personas con menor nivel de estudios, que tienden a excluirse de los estudios de opinión pública.
Entrando en los resultados, ofrecen un panorama un poco preocupante, pero que va en línea con lo que se detecta a nivel global y en muchos estudios: la población valora y confía en la ciencia como fuente de conocimiento, pero, dado el contexto actual, hay una actitud más ambivalente y una cierta desconfianza en relación con su dimensión social. Se puede decir que los resultados proporcionan evidencia de que la confianza en la institución de la ciencia no pasa por su mejor momento.
Hay varias cosas que destacar:
- El interés informativo repunta ligeramente con respecto a la edición anterior, pero sigue sin ser muy alto. El interés general se mantiene constante si nos fijamos en la puntuación media de las respuestas. Sin embargo, disminuye el porcentaje de personas que se declaran muy o bastante interesadas por la ciencia. Aunque, por otro lado, también disminuye el porcentaje de quienes dicen estar muy poco interesadas.
- Baja de manera significativa la participación en actividades relacionadas con la ciencia, especialmente la asistencia a actividades de divulgación y la participación en actividades de ciencia ciudadana. También baja de manera muy notable la disposición a implicarse en la toma de decisiones científicas. Y, sin embargo, aumenta el conocimiento de la naturaleza de la ciencia. Es un hecho muy positivo que, sin embargo, parece indicar que la disminución en la implicación sugiere una mayor desconexión de la sociedad con la ciencia, en línea con lo señalado en el punto anterior.
- Aunque no hay un excesivo interés informativo, la población tiende a percibir que la información científica es insuficiente y superficial. Probablemente esto no resulte extraño si tenemos en cuenta que, de manera combinada, las principales fuentes de información son las redes sociales y las plataformas de vídeo online (aunque estas no se mencionen demasiado como primera opción, sí lo hacen como segunda). Me parece un resultado muy interesante, porque quizá refleja la tendencia a exigir sin dar nada a cambio, la dificultad para asumir que lo que obtenemos depende de lo que hacemos, es decir, la dificultad para asumir nuestra responsabilidad.
- Se confía en la investigación científica. Es un resultado positivo, pero no es lo mismo confiar en la investigación que se hace, que confiar en la ciencia como institución. Y, en línea con esta creciente desconfianza, aumenta el porcentaje de personas que están de acuerdo en que los y las científicas pueden “ajustar” sus resultados para satisfacer los intereses de quienes les financian. Es un resultado que refleja el peso que tiene, en la imagen de la ciencia, la ciencia instrumental (orientada a la obtención de beneficios). Baja también el porcentaje de personas que está totalmente de acuerdo en que las y los científicos investigan por el interés común.
- En línea con el punto anterior, en los ítems que abordan el pensamiento conspiranoico, se observa una baja prevalencia de los ítems más centrados en conspiraciones, aunque es preocupante que un 41,6 % de las personas entrevistadas considere que se han producido virus en laboratorios gubernamentales para controlar nuestra libertad. El acuerdo es alto, no obstante, con frases que muestran la desconfianza al papel que juegan los intereses comerciales en el ámbito científico. De nuevo, detectamos la influencia negativa de la ciencia instrumental. En un contexto globalizado como el nuestro, es un resultado que se detecta en muchos otros países de nuestro entorno, como muestran los dos últimos Eurobarómetros sobre actitudes hacia la ciencia y la tecnología. Por otro lado, en un estudio realizado en la Unidad de Investigación en Ciencia, Tecnología y Sociedad del CIEMAT hemos encontrado que el 57 % de la población está algo o bastante de acuerdo, y un 23 % está muy o totalmente de acuerdo con la frase: “La ciencia que asesora a la política solo sirve para justificar lo que los políticos quieren”.
Para concluir, se observa la tendencia de la población a exigir rendición de cuentas a la ciencia que, en cambio, se acompaña de falta de implicación con ella. Esto podría estar reflejando dos cuestiones: 1) como se ha mencionado, el deterioro de la confianza en la institución de la ciencia; y 2) la falta de apropiación, es decir, la sensación de que la ciencia no es de los y las ciudadanas.