Este es un estudio descriptivo de la estructura de la población de perros asilvestrados en la Zona de Exclusión de Chernóbil. El estudio es interesante para conocer las dinámicas poblacionales de los perros de Chernóbil, pero dado que su diseño no incluye ninguna estimación de exposición a radiación, ni otros factores ambientales, no es posible estimar a partir de este trabajo ningún efecto de la exposición a radiación sobre ninguno de los parámetros estudiados. El artículo tiene bastante poco que ver con la nota de prensa con la que lo quieren promocionar [en la nota de prensa se atribuyen los cambios genéticos a la exposición a diferentes dosis de radiación]. 

El estudio hay que entenderlo como un estudio de dinámica poblacional en poblaciones pequeñas asilvestradas, fundamentalmente desconectadas de otras poblaciones similares por la escasa presencia humana (y por tanto de perros) a su alrededor. Gran parte de los resultados presentados se pueden explicar por el hecho de que la población de perros de Chernóbil sea una población que se origina a partir de un número bastante reducido de individuos y porque en la actualidad siga bastante aislada de poblaciones similares. 

El estudio presenta buena calidad en sus análisis genéticos, pero al no incluir ningún dato que refleje la exposición a radiación en los individuos estudiados, sus conclusiones no pueden ir más allá del análisis de las dinámicas de una población de vertebrados asilvestrados. Sería el equivalente a estudiar la estructura y la interconexión de las poblaciones de gatos callejeros de Madrid. 

Aporta la novedad del estudio de la interconexión entre los distintos grupos de perros de la Zona, lo que podría aportar información para su posible manejo. Al no estudiar de ninguna forma ningún parámetro en relación con los niveles de radiación que hayan podido experimentar esos perros a lo largo de su vida, no es posible concluir nada sobre los posibles cambios que hayan podido ocurrir a consecuencia de la exposición a radiación. 

Es importante señalar que el estudio se ha realizado entre 2017 y 2019, cuando los niveles de radiación en la Zona se han reducido más de un 90 % desde el momento del accidente, y los isótopos más dañinos para los organismos vivos, como el I-131 hace décadas que han desaparecido. 

Para poner el estudio en perspectiva, uno de los grandes grupos de perros estudiados, el de la ciudad de Chernóbil, se encuentra en la actualidad en un ambiente con niveles de radiación equivalentes a los que se pueden encontrar en la península ibérica de manera natural. Hoy mismo todas las estaciones de medición de la ciudad de Chernóbil registran menos de 0,25 microSv/h, valores que se encuentran de manera natural en amplias zonas de la zona centro y noroeste de la Península. 

Desde mi punto de vista hay muchas limitaciones para considerar el estudio como relevante desde el punto de vista de los efectos de la contaminación radiactiva sobre los organismos vivos. El principal, que no se mide la exposición a radiación en ninguno de los individuos estudiados, y por tanto hace que el estudio carezca de interés, como tal, desde el punto de vista radiológico.   

Un aspecto preocupante es el hecho de que los autores no parezcan distinguir entre los efectos iniciales del accidente y la situación actual, más de tres décadas después con un cambio radical en los niveles de radiación y la identidad de las sustancias radiactivas. En el artículo se insiste en que el accidente generó “una catástrofe ecológica de proporciones masivas” y “que muchas especies no se han recuperado de las consecuencias de la catástrofe” (sin aportar datos que respalden estas afirmaciones), ignorando los trabajos que indican que en la actualidad la Zona de Exclusión de Chernóbil es una de las mayores reservas naturales de Europa, ejemplo de procesos de renaturalización pasiva, y con ejemplos claros y abundantes de especies con incrementos poblaciones notables.

ES