Autor/es reacciones

David Galadí-Enríquez

Profesor del departamento de Física de la Universidad de Córdoba

La reentrada de cohetes lanzadores es totalmente habitual. Siempre que se lanza un satélite artificial al espacio, al mismo tiempo queda en órbita una parte del cohete que terminará por caer a tierra. Esto ha sido así desde el Sputnik 1 y seguirá sucediendo. 
 
Estos trozos de cohete reentran en la atmósfera al cabo de un tiempo (días o semanas) y el choque con el aire los destruye. Solo en el caso de cohetes muy grandes pueden sobrevivir fragmentos que alcancen el nivel del suelo. 
 
Ahora bien, hay dos circunstancias que hacen este caso concreto algo especial. La primera, que se trata de un cohete grande, porque ha lanzado nada menos que un módulo completo para la estación espacial china y para eso se requiere un lanzador considerable. La segunda, que los lanzamientos de satélites, tanto grandes como pequeños, se están haciendo cada vez más frecuentes. 
 
El riesgo es muy pequeño. Es razonable restringir el tráfico aéreo en las regiones potencialmente afectadas porque no debemos arriesgarnos a perder un avión en vuelo, por escaso que sea el peligro. Pero, al nivel del suelo, la probabilidad de que lleguen restos grandes, que estos caigan en zonas donde puedan causar daño y que, además, se produzcan daños personales, es astronómicamente reducida. Por tanto, la población puede estar tranquila. 
 
Por pequeño que sea el riesgo, acumulado a lo largo del tiempo y con un ritmo de lanzamientos creciente, antes o después se producirán daños a las propiedades o a las personas. Por eso hay organismos (públicos y privados) que lanzan satélites pero toman medidas para asegurar que sus cohetes efectúen la reentrada en regiones donde no puedan causar ningún daño. Los sistemas para forzar una reentrada segura son de tecnología estándar y, sin duda, están al alcance de una potencia como China, capaz de construir su propia estación espacial en poco más de un año. 
 
Por tanto, convendría promover que se establezca alguna normativa internacional que obligue a que los cohetes lanzadores garanticen reentradas seguras.

ES