Eloy Rodríguez Rodríguez
Jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla-IDIVAL y profesor asociado de Medicina en el departamento de Medicina y Psiquiatría de la Universidad de Cantabria
Se trata de una revisión sistemática de estudios epidemiológicos que estudian la asociación entre diferentes fármacos y el riesgo de demencias. Metodológicamente parece que está bien llevado a cabo, y el equipo está formado por expertos de alto nivel en este campo.
Las principales conclusiones del estudio son que, poniendo en conjunto todos los datos de los estudios analizados, hay varios grupos de fármacos (antimicrobianos, vacunas y antiinflamatorios) que se asocian con un menor riesgo de demencia. Estos estudios son interesantes como generadores de hipótesis, pero no hay que sacar conclusiones de ellos, pues los datos, en general, son de baja calidad (sacados de grandes registros, con una información clínica muy limitada, y no siempre la hay) y están sujetos a encontrar relaciones erróneas (por ejemplo, puedes asociar el uso de antidepresivos a demencia, pero realmente son las primeras fases de la demencia las que provocan que se receten más antidepresivos; o los tratamientos para eventos cerebrovasculares, cuando es el ictus el que predispone a la demencia). Estos puntos los analizan en la discusión de forma correcta.
El tema de los antiinflamatorios no es nuevo, de hecho, se llegaron a hacer estudios clínicos dirigidos en enfermedad de Alzheimer con algún AINE [antiinflamatorio no esteroideo], pero sin resultado al buscar la relación directa. El tema de los antimicrobianos y las vacunas es interesante, pues se lleva tiempo hablando de la posible relación de determinadas infecciones, fundamentalmente víricas, con la etiología de la enfermedad de Alzheimer, y de la posible acción protectora de algunas vacunas al ‘entrenar’ a nuestro sistema inmunitario cerebral, bien para luchar mejor contra estos eventos nocivos infecciosos, o bien para tener una respuesta inmunitaria más adecuada ante otros eventos que puedan influir en el riesgo de desarrollar la enfermedad.
En definitiva, para mí no se pueden extraer conclusiones significativas de relaciones causales/protectoras, pero es interesante para mantener el foco investigador (o aumentarlo) en el papel de las infecciones víricas y la regulación de la inmunidad/inflamación como factores que participan en el origen de la enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas.