Encuentran una asociación entre el uso de fármacos como vacunas, antibióticos o antiinflamatorios y un menor riesgo de demencia

Una revisión de 14 estudios y datos de más de 130 millones de pacientes ha encontrado una asociación entre el uso de fármacos como antiinflamatorios, antibióticos y vacunas y un menor riesgo de demencia. Los autores recuerdan que “el hecho de que un fármaco concreto se asocie a un riesgo alterado de demencia no significa necesariamente que la cause o que ayude contra ella”. Sin embargo, “agrupar estos enormes conjuntos de datos sanitarios proporciona una fuente de pruebas que puede ayudarnos a decidir qué fármacos debemos probar primero”. La investigación se publica en la revista Alzheimer’s and Dementia: Translational Research & Clinical Interventions. 

21/01/2025 - 13:00 CET
Reacciones

Eloy - Fármacos

Eloy Rodríguez

Neurólogo en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla-IDIVAL y profesor en la Universidad de Cantabria

Science Media Centre España

Se trata de una revisión sistemática de estudios epidemiológicos que estudian la asociación entre diferentes fármacos y el riesgo de demencias. Metodológicamente parece que está bien llevado a cabo, y el equipo está formado por expertos de alto nivel en este campo. 

Las principales conclusiones del estudio son que, poniendo en conjunto todos los datos de los estudios analizados, hay varios grupos de fármacos (antimicrobianos, vacunas y antiinflamatorios) que se asocian con un menor riesgo de demencia. Estos estudios son interesantes como generadores de hipótesis, pero no hay que sacar conclusiones de ellos, pues los datos, en general, son de baja calidad (sacados de grandes registros, con una información clínica muy limitada, y no siempre la hay) y están sujetos a encontrar relaciones erróneas (por ejemplo, puedes asociar el uso de antidepresivos a demencia, pero realmente son las primeras fases de la demencia las que provocan que se receten más antidepresivos; o los tratamientos para eventos cerebrovasculares, cuando es el ictus el que predispone a la demencia). Estos puntos los analizan en la discusión de forma correcta.  

El tema de los antiinflamatorios no es nuevo, de hecho, se llegaron a hacer estudios clínicos dirigidos en enfermedad de Alzheimer con algún AINE [antiinflamatorio no esteroideo], pero sin resultado al buscar la relación directa. El tema de los antimicrobianos y las vacunas es interesante, pues se lleva tiempo hablando de la posible relación de determinadas infecciones, fundamentalmente víricas, con la etiología de la enfermedad de Alzheimer, y de la posible acción protectora de algunas vacunas al ‘entrenar’ a nuestro sistema inmunitario cerebral, bien para luchar mejor contra estos eventos nocivos infecciosos, o bien para tener una respuesta inmunitaria más adecuada ante otros eventos que puedan influir en el riesgo de desarrollar la enfermedad.  

En definitiva, para mí no se pueden extraer conclusiones significativas de relaciones causales/protectoras, pero es interesante para mantener el foco investigador (o aumentarlo) en el papel de las infecciones víricas y la regulación de la inmunidad/inflamación como factores que participan en el origen de la enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas.

No declara conflicto de interés
ES

Kevin - Fármacos

Kevin McConway

Catedrático emérito de Estadística Aplicada de la Open University

Science Media Centre España

Se trata de un estudio interesante y algunas de sus conclusiones podrían ser importantes en el futuro. Sin embargo, los resultados no pueden conducir directamente a tratamientos para la demencia. Podrían indicar el camino hacia una mayor investigación sobre algunos fármacos existentes, que a su vez podría conducir a algunos tratamientos. Pero eso requeriría mucha más investigación, durante un periodo de tiempo bastante largo. 

La línea superior del comunicado de prensa y su primer párrafo podrían interpretarse como que todos o la mayoría de los fármacos existentes de las clases mencionadas (antibióticos, vacunas y antiinflamatorios) están relacionados con la reducción del riesgo de demencia. Pero eso no es lo que encontró el estudio. Encontró pruebas de una relación solo para unos pocos fármacos en cada una de las categorías. Por ejemplo, de todas las vacunas, solo cuatro se mencionan específicamente en el documento como relacionadas con la reducción del riesgo de demencia (hepatitis A, fiebre tifoidea, una vacuna combinada para la hepatitis A y la fiebre tifoidea, y difteria). 

Tiene sentido buscar medicamentos existentes para otras enfermedades que puedan afectar al riesgo de demencia. Ese enfoque tuvo algunos éxitos en el tratamiento de la covid-19, por ejemplo. Ya se sabe mucho sobre la seguridad y los posibles efectos secundarios de los medicamentos existentes, gracias a los ensayos clínicos de esos fármacos y a la vigilancia de su uso rutinario. Esto podría acortar el tiempo necesario para empezar a utilizar uno de esos medicamentos contra la demencia, ya que posiblemente se reducirían el tiempo y los gastos de las pruebas de seguridad. Además, muchos de los medicamentos existentes ya habrían estado en uso el tiempo suficiente para que sus patentes expiraran, por lo que es probable que sean relativamente baratos de producir y adquirir. 

Ya se han realizado algunos estudios sobre el uso de medicamentos existentes para la demencia, por lo que tiene sentido revisar los estudios sistemáticamente. Sin embargo, esta nueva revisión sistemática adopta un enfoque particular que quizás sea inusual. Revisa solo estudios previos que analizaron una gama muy amplia de medicamentos existentes, en relación con el riesgo de demencia. Esos estudios a menudo tomaron datos de registros electrónicos de salud, y examinaron qué medicamentos habían sido prescritos a una amplia población de personas en alguna región definida del mundo. 

Los estudios de este tipo suelen utilizar conjuntos de datos muy grandes, ya que implican a un gran número de personas y de medicamentos. Por eso suelen utilizar métodos estadísticos bastante sofisticados, por ejemplo, de aprendizaje automático, para analizar los datos. Y los distintos estudios utilizan métodos estadísticos diferentes. Esto puede dificultar mucho la comparación de los resultados de los distintos estudios. 

A menudo, en una revisión sistemática, los investigadores utilizan un enfoque estadístico concreto, denominado metaanálisis, para obtener una estimación conjunta de (por ejemplo) la fuerza de la asociación entre la toma de un medicamento concreto y algún resultado de salud de interés. Pero (a pesar de la mención a la agrupación de estudios en el comunicado de prensa) los investigadores tomaron la decisión de no utilizar ningún método formal de agrupación. Esto se debe a que los estudios que revisaron eran muy diversos en sus métodos estadísticos y, de hecho, en su enfoque general. 

Creo que es la decisión correcta no agrupar formalmente. Pero significa que es completamente imposible para los investigadores dar una medida conjunta de la fuerza de cualquiera de las asociaciones que discuten. 

Así que pueden decir (por ejemplo) que parece haber una asociación entre algunos antibióticos y un menor riesgo de demencia, pero no pueden dar ninguna estimación de cuánto menos riesgo de demencia parece haber en las personas que toman una cierta cantidad de un determinado antibiótico, en comparación con las personas que no lo toman. Esa es una de las razones por las que esta investigación no está cerca de proponer ningún tratamiento para la demencia. 

Debido a que no hay una agrupación formal, los investigadores utilizan (en algunos casos) lo que se conoce como un enfoque de “recuento de votos”, de ver y reportar cuántos estudios encontraron evidencia de un vínculo particular entre un medicamento o clase de medicamentos y el riesgo de demencia. 

Pero los enfoques de recuento de votos son conocidos por ser potencialmente muy engañosos. Esto se debe a que, por lo general, no tienen en cuenta la diferente solidez de las pruebas de los distintos estudios que se revisan. 

En esta revisión, los estudios analizados no solo utilizaron métodos estadísticos diferentes, sino que tenían objetivos muy distintos. La mitad de ellos (7 de 14) buscaban específicamente asociaciones entre los medicamentos existentes y el riesgo de demencia. 

Pero la otra mitad no. En su lugar, buscaban combinaciones de muchos factores, incluidas las prescripciones de fármacos, pero también muchas otras cosas, como las características y los historiales de los pacientes, que pudieran producir un buen predictor del riesgo de demencia. 

En este tipo de estudios predictivos, un factor fuertemente relacionado con la demencia podría quedar fuera del modelo estadístico, simplemente por la forma en que está relacionado con otros factores del modelo. 

Por lo tanto, estos modelos predictivos tendrían una base diferente para identificar los vínculos entre los medicamentos y el riesgo de demencia que los otros estudios que analizaban directamente los vínculos entre los medicamentos y el riesgo de demencia. Por lo tanto, el simple recuento de las clases de fármacos que aparecían en cada uno de los 14 estudios podría dar una impresión engañosa (los investigadores parecen no haber caído del todo en esa trampa, pero añade una complicación más). 

Una razón más por la que estos hallazgos no están cerca de conducir a tratamientos para la demencia es que las asociaciones que se describen entre los medicamentos y el riesgo de demencia no están necesariamente describiendo causa y efecto. Los estudios que se están revisando no buscaban necesariamente causas y efectos. 

Los investigadores de esta nueva revisión hacen mucho hincapié en esto. Una medicación puede aparecer asociada a una reducción del riesgo de demencia, pero eso no significa que la medicación cause la reducción del riesgo. 

Por ejemplo, la enfermedad por la que se prescribió la medicación podría ser en realidad la causa del cambio en el riesgo. 

O, como mencionan los investigadores, existe la posibilidad de una causalidad inversa, en la que las primeras fases de la demencia o el deterioro cognitivo, o alguna afección que aumente el riesgo de demencia, podrían hacer que se prescribiera un tratamiento concreto. 

Algunos de los estudios individuales que se revisaron habrían tenido cuidado de intentar tener en cuenta estas cuestiones de causa y efecto, pero en estudios observacionales muy amplios del tipo de los que se revisaron es imposible hacerlo a la perfección, y en cualquier caso no se puede considerar en detalle en una revisión de esta naturaleza. 

Así que, en resumen, tenemos una revisión que sugiere algunas clases de fármacos que podría merecer la pena investigar más, para saber más sobre si están asociados con el riesgo de demencia y cómo. De hecho, no puede ir más allá. 

E informa principalmente sobre amplias clases de medicamentos más que sobre fármacos específicos, porque los investigadores encontraron muy pocos medicamentos específicos que estuvieran asociados con el riesgo de demencia en más de uno de los estudios que revisaron. Encontraron solo nueve medicamentos específicos, de los miles incluidos en los estudios que revisaron, que tenían evidencia de una asociación con el riesgo de demencia en dos estudios (y ninguno con evidencia en más de dos estudios).

No declara conflicto de interés
ES
Publicaciones
Data-driven discovery of associations between prescribed drugs and dementia risk: A systematic review
  • Artículo de investigación
  • Revisado por pares
  • Estudio observacional
  • Humanos
  • Revisión sistemática
Revista
Alzheimer’s and Dementia: Translational Research & Clinical Interventions
Fecha de publicación
Autores

Underwood et al.

Tipo de estudio:
  • Artículo de investigación
  • Revisado por pares
  • Estudio observacional
  • Humanos
  • Revisión sistemática
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