Alberto Ortiz Lobo
Doctor en Medicina y psiquiatra del Hospital de Día Carlos III - Hospital Universitario La Paz (Madrid)
Más allá de las limitaciones metodológicas de un metaanálisis realizado con la inclusión de estudios con muestras muy pequeñas, evoluciones cortas, heterogéneos en los criterios clínicos y asistenciales (y curiosamente homogéneos en la edad de la población estudiada, adultos jóvenes), y del efecto placebo de estar monitorizado, lo más relevante es el foco de la investigación.
El empleo de aplicaciones móviles para intervenir en la depresión forma parte del limitado discurso biomédico que interpreta el sufrimiento mental exclusivamente como síntomas de una enfermedad que hay que tratar. El uso de estas herramientas para monitorizar e influir en el cuerpo y la mente de las personas no es una intervención técnica neutral, sino que ahonda en la ideología individualista del malestar psíquico y deja a un lado los determinantes sociales y relacionales que condicionan nuestros estados emocionales.
La traducción de los comportamientos y las funciones corporales en datos supone la capacidad de controlarlos individualmente, independientemente del contexto, y convierte en víctimas culpables a aquellos sujetos que sufren situaciones sociales y familiares penosas y no son capaces de sentirse bien.
La búsqueda de una solución tecnológica individual basada en las aplicaciones para móviles es un paso más en la deshumanización de la comprensión de los problemas mentales y de su abordaje, y corre el riesgo de convertirse en el tratamiento discriminatorio de aquellas personas o comunidades que no puedan acceder económicamente a una relación con un profesional.