Las personas que creen en teorías conspirativas pueden revisar sus opiniones después de conversar con un chatbot que les presenta “pruebas suficientemente convincentes”, según afirma un estudio con 2.190 personas publicado en Science. Otras hipótesis proponen que creer en conspiraciones satisface importantes necesidades psicológicas y que ofrecer información no es suficiente para cambiar estas creencias.
240912 AI conspiraciones ES
Daniel Toribio-Florez
Investigador posdoctoral del proyecto CONSPIRACY_FX, Escuela de Psicología de la Universidad de Kent (Reino Unido)
El trabajo de Costello et al. es un gran ejemplo de cómo los avances en inteligencia artificial (IA) pueden ser parte de la solución de los problemas y desafíos que estos mismos avances plantean y magnifican, en este caso, la creencia en la desinformación y las teorías conspiratorias.
La intervención experimental de Costello et al. es realmente prometedora, especialmente considerando su implementabilidad y su efecto a corto y medio-plazo.
No obstante, es importante hacer énfasis en la heterogeneidad del tamaño del efecto de la intervención. Aunque el efecto promedio es una reducción de un 20 % en la confianza que los participantes expresan en las teorías conspiratorias (como se indica en la nota de prensa), este efecto depende de características individuales, como la intensidad en la que la persona cree en teorías conspiratorias, la importancia que estas creencias tienen para su visión del mundo, y la confianza que la persona deposita en la IA y las instituciones. Más concretamente, entre los participantes con mayor creencia en teorías conspiratorias, cuyas creencias conspiratorias son más importantes para su visión del mundo, o con menor confianza en la IA y las instituciones, el tamaño del efecto no supera el 10 %.
En términos relativos, una reducción de un 10 % en una escala de confianza del 0 al 100 % no supone un cambio drástico en algunos casos: por ejemplo, para una persona que reduce su confianza del 95 al 85 %, la intervención no ha generado un cambio radical en la creencia conspirativa de esta persona, ya que esta última sigue creyendo en la teoría conspiratoria. Lo que ha conseguido la intervención (y meritoriamente) es sembrar cierta duda en la creencia original. Este matiz tiene consecuencias prácticas a la hora de implementar este tipo de intervención en conjuntos concretos de la población, como en grupos radicalizados, en los que la expectativa de efectividad de la intervención debe ser menor y, dependiendo de las metas y objetivos del plan de intervención, insuficiente en ciertos casos.
En línea con lo comentado por Costello et al., creo también que esta investigación remarca el valor de las intervenciones basadas en la promoción del pensamiento analítico, crítico y la reflexión para hacer frente a las creencias en la desinformación y las teorías conspirativas. No obstante, no comparto que esto ponga en cuestión los modelos teóricos que explican las creencias conspiratorias como resultado de la insatisfacción de necesidades psicológicas básicas (como la certidumbre, la seguridad personal, o el mantenimiento de una imagen personal y social positiva). Estos modelos postulan que la satisfacción de estas necesidades podría ayudar a prevenir o reducir la creencia en teorías conspiratorias. Aunque existen algunos estudios cuestionando esta postura, es temprano para descartar que intervenciones centradas en satisfacer estas necesidades psicológicas puedan contribuir, junto a otras intervenciones como la propuesta por Costello et al., a la compleja y multifacética solución de las creencias en teorías conspiratorias.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Estudio experimental
- Humanos
Thomas H. Costello et al.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Estudio experimental
- Humanos