Promover la alfabetización mediática entre toda la población   

Dado su importante papel en la capacidad para discernir la veracidad de temas científicos y limitar la propagación de desinformación es necesario aumentar las competencias que permiten a las personas involucrarse de manera crítica y efectiva con la información, con otras formas de contenido, con las diferentes fuentes y su capacidad de verificación de la información; y con los diferentes tipos de modalidades de difusión.   

Aumentar el conocimiento sobre el funcionamiento de la ciencia   

El público debe poder entender el carácter provisional de la ciencia, de modo que un nuevo descubrimiento puede desechar un conocimiento previo. Esto, lejos de ser un problema que suscite desconfianza en la ciencia, debería reforzar esa confianza al tratarse de una actividad sometida al juicio constante.  

Fomentar el conocimiento sobre las prácticas sociales que la comunidad científica utiliza para producir conocimientos fiables y los criterios de pericia científica   

El conocimiento científico es muy especializado, por lo que, debido a los límites de nuestro conocimiento y tiempo, a menudo dependemos de la experiencia de los demás, de modo que las personas pueden utilizar su confianza en expertos o instituciones como atajo. En este sentido, es necesario promover a) el conocimiento sobre las prácticas sociales que utiliza la comunidad científica para producir conocimiento confiable, como la importancia del consenso o la revisión por pares, y b) la capacidad para cuestionar la confiabilidad de una fuente y su experiencia científica especializada en el área de que se trate (Osborne, J. & Pimentel, D., 2022).  

En relación con el punto anterior, debe evitarse la desinformación divulgada por científicos/as y sanitarios/as en diferentes medios, especialmente en redes sociales (Ferrer, 2022). Esto sucede cuando diferentes profesionales de la ciencia y la salud emiten noticias en las que no tienen experticia o capacidad para discernir su veracidad. La recepción se produce con un sesgo de autoridad, puesto que el público no puede valorar en muchos casos esa capacidad. En ocasiones, esta desinformación no tiene una base falsa, ni un carácter opinático, pero no se comunica de manera adecuada y pierde precisión.  

Promover las competencias para ejercer un escepticismo “saludable” 

La confianza en las instituciones, una mayor confianza en la ciencia y un mayor conocimiento acerca del funcionamiento de esta, así como la mentalidad conspirativa se asocian con la preocupación por la desinformación, lo que podría ayudar a alertar a las personas sobre los riesgos de la desinformación. En este sentido, es importante promover las competencias para ejercer un escepticismo “saludable” —capaz de aceptar la evidencia— en contraposición a la sospecha absoluta sobre cualquier cosa relacionada con el relato oficial e inmune a la evidencia, propia del pensamiento conspirativo.  

Evitar la politización de hechos científicos 

La ideología puede jugar un papel a la hora de discernir y difundir la desinformación científica, lo que muestra la importancia de evitar “politizar” los hallazgos científicos y diferenciar estos de las medidas o decisiones políticas, en las que otros factores sociales, económicos, éticos, etc. también juegan un papel relevante.  

Fomentar una comunicación científica responsable y de calidad  

Si bien las redes sociales juegan un papel importante en la difusión de la desinformación científica, las personas tienden a atribuirle menor credibilidad a estos canales. En este sentido, resulta fundamental fomentar la calidad de la comunicación científica por parte de medios de comunicación e instituciones, tanto para evitar la desinformación como para fomentar la confianza de los ciudadanos en estas organizaciones.  

Impulsar un periodismo científico especializado 

Debe promoverse un periodismo científico profesional y especializado que, sin perder su independencia y capacidad crítica, permita contextualizar los hallazgos científicos, transmitir el carácter provisional de la ciencia como una fortaleza y evitar el “falso equilibrio” en los medios, presentando un tema como más equilibrado entre dos puntos de vista opuestos de lo que respalda la evidencia. Esto no quiere decir que el público no pueda opinar sobre los efectos que puedan tener los hallazgos científicos, o sus aplicaciones, pero es importante que se distingan de los hechos. En este sentido, resultan de utilidad iniciativas que ofrecen recursos a los medios para cubrir la actualidad científica como los Science Media Centres o el European Science-Media Hub.  

Promover estructuras, medios y recursos especializados dedicados a la comunicación científica  

Por su parte, las propias instituciones científicas juegan un papel importante, por lo que es necesario promover estructuras, medios y recursos especializados dedicados a la comunicación científica que involucren al público y puedan proporcionar información eficaz y responsable, evitando la exageración sobre los hallazgos científicos, comunicando la incertidumbre y promoviendo el conocimiento sobre el funcionamiento de la ciencia.  

Incorporar medidas para limitar la propagación de desinformación promovida por los algoritmos  

Es importante trabajar con los algoritmos de motores de búsqueda y redes sociales para que penalicen la desinformación. Los sesgos existentes de los algoritmos (como el sesgo de interacción) en muchas ocasiones aumentan la divulgación de bulos. Además, la competición por la búsqueda de atención y el empleo de tácticas favorecidas por estos algoritmos pueden promover que científicos e instituciones contribuyan al ruido informativo y la desinformación.