Las fuentes de información del periodismo científico: cómo decidir si son fiables en tiempos de Twitter

Tener un doctorado no es sinónimo de omnisciencia ni infalibilidad. Los campos de la ciencia tienen un tamaño muy reducido y los científicos no lo saben todo, ni siquiera sobre su área general. Esta guía busca servir de ayuda para identificar fuentes fiables alejadas de los perfiles más ruidosos de las redes sociales.

23/03/2022 - 13:00 CET
Twitter

Adobestock.

1. Los campos de la ciencia tienen un tamaño reducido y los científicos no lo saben todo sobre su área general

Ni todas las epidemiólogas saben sobre pandemias, ni todos los físicos saben sobre bosones. Las fronteras del conocimiento son difusas, pero todo investigador está especializado en un área muy específica: conforme se aleja de ella, su experiencia y conocimiento disminuyen.

Por ejemplo, un virólogo especializado en gripe sabrá también sobre otros virus respiratorios como los coronavirus, pero no tiene por qué ser experto en el virus del sida, en parásitos como el de la malaria o en infecciones provocadas por bacterias.

 2. Cuanto más generales sean nuestras preguntas, menos importante es la especialización; pero ojo, también al revés

Si queremos que alguien nos explique cómo funcionan las vacunas de ARN mensajero, muchos divulgadores, bioquímicos, microbiólogos y médicos serán capaces de hacerlo con rigor, aunque no sean vacunólogos, tengan un doctorado en la materia o años de experiencia.

Si queremos saber cómo evolucionará el SARS-CoV-2 en los próximos años, es mejor hablar con personas expertas en evolución de coronavirus y virus respiratorios.

 3. Presencia en redes y medios no implica fiabilidad

Los perfiles que tienen más tiempo para cuidar su presencia mediática y online y la habilidad para lograr una mayor visibilidad no necesariamente son los más fiables o los que más saben sobre un tema concreto. La experticia no se mide en followers

Como consejo general, conviene poner en cuarentena las opiniones de quienes tratan todos los temas, aunque estos se alejen de su especialidad o solo la toquen de forma muy tangencial.

 4. Buscar el perfil del autor o autora para conocer su campo de conocimiento exacto

La mayoría de los investigadores cuenta con páginas web en sus universidades y centros de investigación en las que se puede comprobar su currículum, qué investiga su grupo y qué publicaciones ha hecho. También se pueden encontrar sus trabajos en bases de datos como PubMed, Dialnet y en redes sociales académicas como ResearchGate.

Una forma de evaluar la relevancia de un experto en un campo determinado es consultar su índice h, que mide su productividad y el impacto de su trabajo. Se trata de una medida controvertida no exenta de numerosas críticas (empezando porque prima la productividad), pero puede servir para hacernos una idea aproximada.

 5. “No lo sé” es una buena respuesta

Una buena fuente no tendrá miedo de decir que no tiene la respuesta para una pregunta, que un tema escapa a su campo de conocimientos o de señalar la incertidumbre o falta de consenso que existe alrededor de un tema.

6. No todas las fuentes son de carne y hueso

Aunque los expertos resultan fundamentales para comprender una nueva investigación o un tema polémico, existen otras fuentes a las que los periodistas pueden acceder. Es importante no desestimar la propia literatura científica, revistas e informes e incluso fuentes no científicas. Repasar todo este material antes de hablar con los investigadores facilitará que la conversación sea más fluida y las preguntas, más pertinentes.

 

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