La comunidad investigadora publica sus resultados en revistas científicas como Science, Nature, Cell, The Lancet y JAMA, a menudo tras superar un proceso conocido como “revisión por pares” (peer review, en inglés) en la que dos o tres revisores expertos en la materia que no han participado en la investigación valoran la rigurosidad y novedad del artículo, así como su relevancia científica y la adecuación a la temática de la revista, para decidir si merece ser publicado en ella.
Antes de su publicación, los estudios pueden ser compartidos por los autores en repositorios como medRxiv, bioRxiv y arXiv. Estos trabajos preliminares son conocidos como preprints, no han superado la revisión por pares y pueden ser subidos sin apenas controles. Por lo tanto, deben ser tratados con el máximo cuidado.
La revisión por pares no es garantía de calidad, de irrefutabilidad o de que las conclusiones del estudio sean una verdad revelada. Sí indican que los editores de la revista y dos o tres revisores han considerado que el trabajo merece ser difundido entre la comunidad académica para su discusión.
Los estudios científicos son publicados de manera regular en diversas revistas científicas. Los periodistas científicos que han contactado con la revista y se han registrado tienen acceso previo a estos bajo un embargo que se comprometen a respetar. Esto permite trabajar con tiempo aquellos papers (investigaciones científicas) que van a ser cubiertos y hablar con sus autores y otros investigadores independientes.
Existen dos grandes plataformas que trabajan con embargos: Eurekalert! y Springer Nature (que incluye las revistas del grupo Nature). Ambas ofrecen papers, notas de prensa, contactos de investigadores, material gráfico e incluso ruedas de prensa con antelación.
Aunque es un sistema no exento de críticas, el respeto de los embargos forma parte del trabajo del periodista científico. La violación de estos puede suponer la pérdida de acceso a las plataformas que los facilitan.
Ventajas e inconvenientes del sistema de embargos
El sistema de embargos en periodismo de ciencia está diseñado, en principio, con el objetivo de que los periodistas accedan a la información sobre las próximas publicaciones científicas noticiosas con el tiempo suficiente para hacer bien su trabajo. Es decir: el embargo debería permitirles elaborar sus propios contenidos de manera rigurosa y atractiva para el público general, sin prisa, entrevistando a los autores y autoras de los artículos, y contrastando con otras fuentes independientes que valoren la noticia.
Entonces, ¿por qué se critica?
El sistema genera quejas siempre que algún periodista se ‘salta’ el embargo, puesto que los demás han acordado respetar los tiempos aun conociendo ya la información; pero hay reticencias que van más allá de esos momentos puntuales.
Quienes lo critican argumentan que los embargos permiten rellenar páginas haciendo un periodismo de ciencia totalmente reactivo, pasivo. Medios sin una redacción de ciencia bien dotada o con condiciones precarias pueden abastecerse de contenidos sobre ciencia solo con traducir o directamente copiar notas de prensa.
Como consecuencia, se fomentaría un periodismo de ciencia acrítico, nutrido únicamente de las notas de prensa elaboradas por los técnicos de comunicación de los centros de investigación y las revistas, que son materiales muy útiles y de gran calidad informativa, pero siempre son información de parte.
Por otra parte, se suele cuestionar también que sean los propios centros de investigación y las revistas científicas los que, al seleccionar qué investigaciones merecen la elaboración de notas de prensa, están marcando la agenda de los periodistas de ciencia.
En resumen, las críticas al sistema de embargos se relacionan con el riesgo que suponen en un mercado editorial en crisis y con problemas de precarización del sector. En estas condiciones, puede suceder que, en lugar de ser una herramienta que ayude a mejorar el periodismo de ciencia, desincentive la búsqueda proactiva de historias propias, que son las que enriquecen al periodismo.