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Óscar Zurriaga

Profesor titular de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universitat de València y presidente saliente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE)

La colaboración internacional que ha permitido disponer de los estudios de GBD (Global Burden of Disease) es bien conocida y apreciada, no solo por la amplitud de países cubiertos, sino también por la utilización de una metodología apropiada, que ha requerido una previa homogeneización de datos. 

En este artículo se pone de manifiesto la desaceleración en los avances que se habían ido produciendo en la mejora de la esperanza de vida en la mayoría de los países incluidos en el estudio. Aunque una primera lectura rápida puede hacer parecer que la causa de este fenómeno puede explicarse de manera sencilla, debido a cambios en la exposición de la población a factores de riesgo comunes, obviamente los autores hacen hincapié en la complejidad del fenómeno. Van desgranando, desde mi punto de vista con bastante acierto, factores que pueden estar detrás de todo ello. Así, llaman la atención sobre la importancia que tienen las intervenciones políticas que, si incluyen el abordaje de los determinantes comerciales de la salud, la reducción de los riesgos alimentarios, la mejora de los niveles de actividad física y la garantía de acceso a una atención médica eficaz para la prevención y el tratamiento, pueden conseguir mejoras en la esperanza de vida. Resaltan, además, que es urgente desarrollar más estrategias intersectoriales para revertir la desaceleración de las mejoras en la esperanza de vida, siendo necesario un enfoque de salud en todas las políticas para abordar estos determinantes y reducir las desigualdades en materia de salud.  

También resaltan los autores que los países que tuvieron la mayor desaceleración en las mejoras de la esperanza de vida antes de la pandemia de covid-19 fueron en general después los que resultaron más gravemente afectados por la covid-19. Fue en ellos donde se produjeron algunas de las mayores disminuciones en la esperanza de vida en 2019-2021. Esto nos indica que la situación ya no era la mejor en estos países antes de la pandemia de covid-19 y que un impacto, como el que sucedió desde 2020, tuvo mayores consecuencias debido a la situación previa. Es un importante aviso para decisores y responsables políticos, máxime cuando en épocas de crisis se ha optado, en líneas generales, por la reducción del gasto en servicios públicos, incluyendo el gasto en salud. Cuando se aplica más esta línea, el impacto en los determinantes sociales de la salud tiene mayor repercusión sobre la salud y el bienestar social y acaba contribuyendo a la desaceleración de la mejora de la mortalidad.

ES