La principal contribución de este estudio es describir las disparidades globales de los efectos en la esperanza de vida durante la pandemia de covid-19. 

Estas disparidades son atribuidas en gran medida a dos factores:  

• Las diferencias en la composición epidemiológica entre países (es decir, qué enfermedades prevalecen en la población).   
• Las diferencias en calidad y cobertura de los sistemas de salud. 

Un ejemplo claro de esta disparidad es el caso de América Latina. Esta región fue de las más afectadas mundialmente por la pandemia de covid-19. Cientos de miles de latinoamericanos murieron durante 2020 y 2021, lo que se refleja en pérdidas sustanciales en la esperanza de vida. Este fenómeno se debe, en gran parte, a las grandes comorbilidades que prevalecen en la región. Por ejemplo, una gran proporción de la población mexicana sufre de diabetes y obesidad, entre otras enfermedades crónicas. La prevalencia de estas comorbilidades provocó que la población fuera más ‘susceptible’ a morir cuando la pandemia se hizo presente. 

Por otro lado, países como España, Bélgica, Italia y Francia mostraron grandes caídas en la esperanza de vida en 2020, pero al año siguiente, en 2021, se recuperaron parcialmente del shock de la covid-19. En Dinamarca, Noruega y Finlandia el efecto de la covid-19 en la esperanza de vida fue casi nulo durante estos dos años. En general, estas comparaciones dejan ver claras disparidades, tanto en la salud de la población como en los sistemas de atención de salud inherentes. 

La covid-19 es una nueva enfermedad que se suma al ‘menú’ de enfermedades que potencialmente pueden matarnos. El panorama presentado en este estudio podría indicar que esta nueva enfermedad podría alterar el aumento a largo plazo de la esperanza de vida. Sin embargo, los datos históricos de pandemias anteriores (por ejemplo, la pandemia de gripe de 1918 fue mucho más mortal que la pandemia de covid-19) muestran que la esperanza de vida se ha recuperado una vez pasado el shock y ha continuado con la tendencia a largo plazo. Por tanto, es demasiado pronto para sacar conclusiones sobre la trayectoria futura de la esperanza de vida. Los datos que estarán disponibles en los próximos años probablemente arrojarán luz sobre esta cuestión.