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Reacción: la innovación científica es cada vez menos disruptiva

Un estudio ha analizado los patrones de citas de 45 millones de artículos científicos y de cerca de 4 millones de patentes en los últimos 60 años. Su conclusión es que la innovación científica y tecnológica es proporcionalmente cada vez menos disruptiva, aunque esta característica se mantiene constante en términos absolutos. Los resultados se publican en la revista Nature

04/01/2023 - 17:00 CET
Innovación

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Reacciones

Sanz - Invenciones

Luis Sanz Menéndez

Profesor de investigación en el CSIC en el Instituto de Políticas y Bienes Públicos (IPP)

Science Media Centre España

El estudio de Park, Leahey y Funk (2023), genuinamente original, mide la evolución de la disrupción, el cambio radical en las bases del conocimiento y la innovación científica, a través del análisis de los patrones de citación recibidos por publicaciones y patentes. 

La idea básica es que los trabajos científicos disruptivos pueden identificarse por un cambio radical en las probabilidades de que los trabajos que los citan citen también a los trabajos anteriores que esos trabajos citaban. Es una forma de medir el cambio; se cuantifica una ruptura del paradigma dominante del conocimiento; dicho de forma clásica —en palabras de Thomas Kuhn— se monitorea la emergencia de revoluciones científicas o de innovaciones radicales. 

Aunque el énfasis se pone en la disrupción, en realidad el trabajo está analizando el balance entre las dos formas de hacer ciencia (la consolidación o acumulación y la disrupción o innovación radical) que son necesarias para el avance del conocimiento. 

El estudio evidencia la emergencia de una tendencia secular, desde mediados del siglo XX, a la ralentización de este indicador de cambio radical. Concluyen que en los últimos años se observa un aumento del predominio de la investigación basada en la consolidación y una reducción (respecto al pasado) del conocimiento disruptivo. 

La novedad del trabajo se encuentra en la aplicación del nuevo indicador para medir la disrupción a lo largo del tiempo y en su aplicación a un periodo temporal amplio (60 años); también en la utilización de millones de artículos científicos y de las patentes, así como de las citas recibidas (cientos de millones) en periodos temporales posteriores. 

Es importante señalar que el declive de los valores agregados de disrupción para el conjunto de la ciencia no impide la identificación de trabajos concretos altamente disruptivos, simplemente que su peso en la población es menor. 

Las explicaciones de estos resultados que pueden sugerirse se relacionan con el aumento de la especialización (disminución de la interdisciplinariedad) y la reducción de la diversidad del conocimiento que los científicos y equipos utilizan (en un contexto de crecimiento exponencial de ese conocimiento); estos procesos se pueden conectar también con la inestabilidad en las fuentes de financiación y en lo que se ha llamado “precarización de las carreras investigadoras” (OECD-GSF (2021)) observada en las décadas pasadas. 

También hay que considerar, como en todo estudio observacional, los posibles efectos asociados a los datos construidos, como son la regresión a la media, la maduración, la estacionalidad, la existencia de tendencias seculares, etc. 

Sin embargo, las consecuencias del estudio para las políticas de ciencia de los países son muy importantes. No se trata tanto de contribuir a esas tareas de acumulación o consolidación, sino de garantizar que se pueda contribuir a las actividades científicas disruptivas (aquellas que luego se reconocen con premios Nobel o que se encuentran entre las contribuciones más citadas en el 0,001 % superior de la distribución de citas en cada campo). 

Aunque el estudio pone el foco en los científicos individuales (a través de los artículos o patentes), que un país contribuya a esa ciencia disruptiva requiere no solo de científicos con talento individual, sino, sobre todo, de la existencia de contextos organizativos en los que se puedan integran los atributos necesarios que explican la mayor propensión a esos trabajos disruptivos y que actualmente están concentrados en un pequeño conjunto de instituciones mundiales. Esos atributos, aún escasos entre las instituciones españolas, son altos grados de flexibilidad organizativa, interdisciplinariedad, diversidad interna, financiación estable con capacidad de desarrollar proyectos a medio plazo y buenas condiciones de trabajo para la atracción del talento, entre otras.

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