Autor/es reacciones

Roberto Rosal

Catedrático de Ingeniería Química del departamento de Química Analítica, Química Física e Ingeniería Química de la Universidad de Alcalá

El comentario Human microplastic removal: what does the evidence tell us?, publicado en Brain Medicine, hace referencia a un artículo reciente en Nature Medicine (Brief Communication) y lo sitúa en el contexto de otras informaciones preocupantes sobre el posible impacto de la contaminación por plástico en la salud humana. Me refiero, en primer lugar, al artículo de Nature Medicine, Bioaccumulation of microplastics in decedent human brains, en el que se reportan concentraciones muy elevadas de plástico en cerebros procedentes de autopsias y se sugiere una posible relación con la aparición de demencias. En mi opinión, estos hallazgos son erróneos por los siguientes motivos: 

  1. Metodología inadecuada. El estudio emplea pirólisis acoplada a cromatografía de gases con detección por espectrometría de masas (Py-GC-MS), una técnica poco adecuada para el análisis de matrices biológicas debido a la interferencia con productos de pirólisis no específicos. Esto ha sido señalado recientemente, aunque ya era un hecho conocido en medios especializados. 
  2. Concentraciones inverosímiles. Se reportan concentraciones de plástico en cerebros con medianas de 3,3 a 4,9 mg/g, valores extraordinariamente elevados, 50 veces superiores a los encontrados en lodos de depuradora. Además, las concentraciones en cerebro son superiores a las detectadas en hígado y riñones, órganos presumiblemente más expuestos y que carecen de la protección de la barrera hematoencefálica, que no deja pasar tamaños superiores a 20-50 nm. No es posible sostener afirmaciones de este calibre sin aportar pruebas sobre los mecanismos que explicarían semejante concentración y, especialmente, por qué ocurriría precisamente en el cerebro. La explicación más razonable es que se haya producido interferencia con la materia lipídica del tejido cerebral. 
  3. Falta de identificación de partículas como plásticos. Contrariamente a lo que se menciona en el comentario de Brain Medicine, el estudio original no identifica ninguna partícula como plástico. Las partículas de 100-200 nm observadas en imágenes de microscopía óptica y electrónica no llegan a ser identificadas como tales; simplemente se sugiere que podrían ser plásticos. Sin embargo, ni la microscopía óptica ni la electrónica (TEM o SEM) son técnicas adecuadas para la identificación de microplásticos o nanoplásticos. 
  4. Problemas en la obtención de muestras y control de calidad. Las muestras de autopsias se obtuvieron en condiciones no detalladas, con medidas de control de contaminación y calidad insuficientes. Esto es especialmente crítico considerando que el entorno hospitalario es particularmente rico en plásticos, lo que implica un riesgo elevado de contaminación. Solo este factor debería haber sido motivo suficiente para rechazar el artículo. 

Posteriormente, el comentario reflexiona sobre el posible impacto de la contaminación por plástico, un tema ampliamente conocido, sobre el cual puedo hacer algunas matizaciones: 

  1. Acumulación de plásticos en el cuerpo humano. Es cierto que la contaminación por residuos plásticos ha aumentado en las últimas décadas debido al uso irracional que se hace de este material y a su inadecuada gestión como residuo. Sin embargo, esto no constituye por sí solo una demostración de que estemos acumulando plástico en nuestros cuerpos. 
  2. Efectos tóxicos en laboratorio. También es cierto que los estudios de laboratorio muestran que la exposición a plásticos, tanto al polímero como a los numerosos aditivos que lo acompañan, puede generar efectos tóxicos en diversos organismos. Sin embargo, estos ensayos se realizan casi siempre con concentraciones mucho mayores que las encontradas en los medios naturales o las concentraciones de exposición a las que podemos estar sometidos a través de los alimentos, lo que limita la extrapolación de estos resultados a escenarios reales. 
  3. Exposición real al plástico. Es cierto que estamos expuestos a plásticos, pero los datos presentados en términos de número de partículas por unidad de volumen son engañosos. Nuestros propios cálculos, obtenidos en muestras de agua embotellada en plástico (PET), indican que la concentración media es de 1.61 µg/L (Scientific Reports). Esto implica una exposición de 4–18 ng por kilogramo de peso corporal al día o, dicho de otra forma, una persona que consuma 2 litros de agua al día necesitaría 850 años para ingerir 1 g de plástico. 

En definitiva, tanto el comentario como la comunicación a la que hace referencia son alarmistas, están basados en datos erróneos o sesgados, y sugieren una relación del plástico con patologías en humanos que no pueden afirmarse con los conocimientos de los que disponemos en la actualidad.

ES