Salvador Peiró
Epidemiólogo, investigador en el Área de Investigación en Servicios de Salud y Farmacoepidemiología de la Fundación para el fomento de la investigación sanitaria y biomédica de la Comunidad Valenciana (FISABIO) y director de Gaceta Sanitaria, revista científica de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS)
España tiene una población muy vacunada y muy infectada, y lo previsible es que la incidencia de covid-19 se mantenga estable en los próximos meses, mostrando cierto nivel de transmisión (que podría incrementarse si nuevas variantes desplazan a las actuales) pero con limitado impacto en la hospitalización y las UCI. De hecho, tras la oleada del pasado verano, todos los parámetros de seguimiento de la covid se muestran muy estables, sin que se hayan visto especialmente afectados por las interacciones en Navidad y Nochevieja (hasta 6 millones de personas pasaron la Nochevieja en locales de ocio).
En este contexto, y desde hace bastantes semanas, no era esperable que el uso de mascarillas exclusivamente en el transporte público tuviera un impacto relevante sobre la transmisión o la hospitalización, por lo que era razonable retirar esta restricción que, por lo demás, ya se había hecho en la mayoría de los países europeos.
Dado que el Ministerio creó una gran preocupación con el brote en China, incluso para adoptar algunas medidas de control en aeropuertos, también era esperable que mostraran cierta coherencia prolongando la obligatoriedad de las mascarillas (hubiera tenido poco sentido tomar medidas contradictorias al mismo tiempo). Cabe suponer que el anuncio de la retirada de esta medida en Alemania, el único de los grandes países de la UE que aun la mantenía, dejaba a España en una situación incómoda. Especialmente porque un país muy turístico no tiene interés en transmitir la impresión de que la situación en España obliga a medidas que no existen en el resto de Europa.
Por lo demás, el uso de mascarillas en centros sanitarios debe mantenerse, y también la recomendación de que las personas con síntomas respiratorios utilicen la mascarilla cuando están con otras personas (especialmente cuando están con personas mayores o con enfermedades subyacentes).