Rafael Urrialde de Andrés
Profesor en la facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid y en la facultad de Farmacia de la Universidad San Pablo-CEU, y vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Nutrición
Es un estudio interesante, aunque con la limitación de haberse realizado en ratones. Es imprescindible, no solo con edulcorantes, sino con el resto de todos los aditivos e ingredientes de productos alimenticios, realizar estudios in vivo en humanos, sobre todo a nivel de microbiota intestinal, tanto de forma aislada como en combinación con otros ingredientes o alimentos y bebidas, que es como realmente se consumen en la dieta alimentaria. Es lo que se llama estudios de dieta total y de forma longitudinal.
Además, este tipo de estudios tienen que hacer que se replantee la forma de evaluación de seguridad y salubridad, para profundizar más en datos biológicos aparte de los toxicológicos.
Por otro lado, como también se indica en el estudio, los efectos detectados en cambio no se han visto ni con acesulfamo-k ni con sacarina. Por tanto, esto refuerza también el hecho de que los estudios deben ser caso por caso y que no se pueden extrapolar efectos, ni positivos ni negativos, de unos aditivos a otros y en este caso de unos edulcorantes a otros.
Además, una de las posibles situaciones limitantes frente a lo que es el umbral de la ingesta diaria admisible, que además depende de zonas o territorios —no es la misma la aprobada por la EFSA que por la FDA—, serían los efectos a largo plazo, pues la misma se calcula para una vida de 60-70 años y los estudios realizados son de corto espacio de tiempo.
Por otro lado, la sucralosa es uno de los edulcorantes más utilizados en los productos alimenticios, como comprobamos en un estudio publicado en 2021 en la revista Frontiers in Nutrition. Está presente en: néctares de fruta, bebidas refrescantes, bebidas para deportistas, bebidas energéticas, bebidas a base de café e infusiones, cereales de desayuno y bollería, yogures, leches fermentadas, bebidas lácteas, quesos, salsas y condimentos, fruta en conserva, golosinas y gomas de mascar, postres y pastelería, chocolates, mermeladas, edulcorantes de mesa, complementos alimenticios. Según otros estudios en los que he participado, como la revisión realizada por un equipo de científicos españoles y publicada en la revista Nutrients en 2022, los edulcorantes que podrían tener un efecto sobre la microbiota intestinal serían la sucralosa y la sacarina.
Todo indica que cada vez hay que separar más las evaluaciones y estudios de unos edulcorantes y otros, así como ver y analizar de forma separada cada uno de ellos y no extrapolar conclusiones de forma genérica a todo el grupo de este tipo de aditivos, tanto si son de síntesis como si son de extracción y purificación de origen natural. El conocimiento científico-técnico va avanzando y todo esto debe hacer que los programas de aprobación y autorización, así como de reevaluación, de todos los aditivos y de los edulcorantes en particular estén coordinados y dirigidos por los Comités Científicos de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria en coordinación con el Comité Mixto FAO y OMS y con otras agencias de seguridad alimentaria, tanto de otros países europeos como, por ejemplo, de Estados Unidos, Australia, Canadá, Japón, países latinoamericanos, etc. Sobre todo, para diferenciar claramente lo que son estudios observacionales que no implican causalidad de los estudios in vivo con modelos animales y los que podrían realizarse en humanos.
Las dosis son posibles pero probablemente altas y difícilmente se alcanzarían en humanos de forma continuada todos los días. El problema además es la adaptación fisiológica: no olvidemos que no es la misma en ratones que en humanos. Por otro lado, hay que tener en cuenta la frecuencia y tiempo de exposición de consumo, así como la administración (en este caso era agua con la sucralosa). Probablemente uno de los aspectos a estudiar en el futuro sea analizar el comportamiento de la sucralosa de forma aislada y el que se produce en las distintas matrices alimentarias, porque la absorción puede ser diferente, así como la posible utilización en este caso de la sucralosa por parte de la microbiota intestinal. Este ha sido el posible efecto que se ha visto con este edulcorante con consecuencias sobre otros aspectos fisiológicos, probablemente modulados por la flora intestinal. En el estudio, por ejemplo, queda claro que la sucralosa en ratones no afecta al incremento de masa corporal, ni a los niveles de insulina ni a la tolerancia a la glucosa. En el caso de la microbiota intestinal, como plasmamos en la revisión publicada en 2022, en algunos casos parece que sí afecta y en otros que no, lo que hace que se tengan que realizar muchos más estudios para poder determinar y valorar la evidencia científica.