Ana Hernández
Investigadora en Sostenibilidad de la Fundación para la Investigación del Clima (FIC)
El informe del Global Carbon Budget 2023 una vez más trae consigo noticias desalentadoras, al prever un incremento de 1,1% de las emisiones de CO2 con respecto al año pasado.
Teniendo en cuenta que la información proviene de un estudio llevado a cabo por instituciones de reconocida trayectoria en la investigación sobre el cambio climático, como son las universidades de Exeter y de East Anglia en Reino Unido, así como el Center for International Climate Research en Noruega y la Universidad Ludwig-Maximilian en Alemania junto con otras 90 instituciones y que, además coincide con informes presentados por organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, queda clara la calidad de dicha información.
Cabe destacar que el estudio expresa sus limitaciones, al confirmar que existe una alta incertidumbre relativa al calentamiento procedente de agentes distintos al CO2, es decir al aporte de los demás gases de efecto invernadero, para poder afirmar que los 1,5 ºC de temperatura se alcanzarán en siete años [con el nivel actual de emisiones].
Entre los puntos más importantes, destaca la insuficiente acción y la lentitud mundial para reducir el uso de combustibles fósiles pues, si bien es cierto que la Unión Europea y los Estados Unidos han reducido sus emisiones, estas han sido sobrepasadas por el aumento de India y China. A pesar de esto, persiste la confianza en que las políticas climáticas pueden ser efectivas y ciertamente están presionando para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.
Otro punto de especial relevancia es que el incremento de 1,5 ºC en la temperatura a lo largo de varios años se presentará más pronto de lo previsto inicialmente e incluso existe el riesgo no solo de que sobrepasemos este umbral, sino que nos acerquemos peligrosamente a los 2 ºC en muy pocos años [con el nivel actual de emisiones]. También cabe destacar cómo hechos puntuales pueden traer consecuencias devastadoras para el planeta como es el caso de los incendios forestales ocurridos en Canadá, cuyas emisiones sobrepasaron abiertamente la media mundial entre seis y ocho veces.