Una investigación publicada JAMA Network Open indica que las mujeres que padecen trastornos premenstruales diagnosticados antes de los 25 años presentan un riesgo más alto de mortalidad por todas causas y de muerte por suicidio. En el caso de muerte por suicidio, el riesgo aumentaba con independencia de la edad del diagnóstico. Sin embargo, en general, las mujeres con trastornos premenstruales no registran un mayor riesgo de muerte prematura por causas naturales y no naturales. El estudio compara a lo largo de varios años a un grupo de más de 67.000 mujeres en Suecia con el trastorno diagnosticado, con otro grupo de más de 338.00 sin ese diagnóstico.
Cristina Carrasco - síndrome premenstrual
Cristina Carrasco
Profesora sustituta e investigadora del departamento de Fisiología, facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Extremadura
Esta investigación profundiza en la escasa evidencia existente sobre las consecuencias a largo plazo de los trastornos premenstruales en la salud de mujeres en edad reproductiva, particularmente, en el riesgo de mortalidad. Cabe recordar que tanto el síndrome premenstrual como el trastorno disfórico premenstrual se caracterizan por la presencia cíclica de una amplia variedad de síntomas afectivos, somáticos y comportamentales en la semana previa a la menstruación, con un gran impacto negativo en la calidad de vida de las mujeres jóvenes que los sufren. A pesar de ser comunes, su etiología exacta se desconoce y su diagnóstico puede retrasarse años. Por todo ello, la Organización Mundial de la Salud los considera un problema de salud pública en las sociedades modernas.
Mediante un estudio de cohortes pareados con un seguimiento de hasta 18 años, los autores analizaron los registros nacionales de salud y población de Suecia, comparando un grupo de mujeres diagnosticadas con este tipo de trastornos con un grupo control, es decir, mujeres no afectadas. El análisis comparativo revela que las mujeres que padecen trastornos premenstruales no tienen un mayor riesgo de mortalidad por todas las causas, incluyendo las naturales, a menos que hayan recibido el diagnóstico antes de los 25 años, en las cuales el riesgo aumenta más del doble.
Por su parte, y en relación con las causas no naturales, los resultados muestran un riesgo elevado de suicidio, independientemente de la edad en el momento del diagnóstico. Estos hallazgos confirman la evidencia previa sobre la alta prevalencia suicida en los trastornos premenstruales, pero también arrojan nuevas incógnitas que deberán ser exploradas en futuras investigaciones. Por ejemplo, por qué las mujeres con trastornos menstruales tienen un menor riesgo de muerte por causas naturales, particularmente, por eventos cardiovasculares. En este sentido, los autores señalan el potencial efecto cardioprotector de los tratamientos de primera elección en estas afecciones, como los inhibidores selectivos de recaptación de serotonina con efecto antidepresivo, o la terapia de reemplazo hormonal. Otros factores asociados a esta observación podrían ser una mayor preocupación por la salud, lo que supondría un mayor contacto con el sistema sanitario, el tratamiento de comorbilidades y los cambios de conductas.
No obstante, no hay que olvidar que algunas de las limitaciones del estudio, como los posibles errores en la clasificación de ambos grupos de estudio, o la no disponibilidad de los datos relacionados con otros factores de confusión (tabaquismo, índice de masa corporal, etc.), también podrían influir en los resultados obtenidos. Por último, las conclusiones pueden no ser totalmente extrapolables a otros países, debido a la diferencia en las características sociodemográficas y culturales.
En cualquier caso, tal y como concluyen los autores, esta investigación respalda la importancia de realizar un seguimiento minucioso a las mujeres jóvenes con trastornos premenstruales, así como la necesidad de desarrollar estrategias de prevención del suicidio en estas afecciones. De ahí que, una vez más, sea necesario insistir en que, para cumplir con los Objetivos 3 y 5 de Desarrollo Sostenible — "Buena salud y bienestar" e "Igualdad de Género", respectivamente — promulgados por la Organización Mundial de la Salud, la comunidad científica tiene que aunar esfuerzos para avanzar en el conocimiento de diversos aspectos relacionados con la salud femenina, aún desconocidos en el siglo XXI.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Estudio observacional
Marion Opatowski et al.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Estudio observacional