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Reacción al estudio que concluye que beber té negro puede estar asociado con un menor riesgo de mortalidad

Con datos del Biobanco de Reino Unido, donde el consumo de té negro es común, un equipo de investigadores ha analizado si su ingesta está asociada con un menor riesgo de mortalidad. Los participantes que declararon beber dos o más tazas al día presentaron un riesgo de mortalidad entre un 9 y un 13 % menor comparados con quienes no bebían té. Los resultados se publican en Annals of Internal Medicine. 

29/08/2022 - 23:00 CEST
Reacciones

Fernando Rodríguez - té negro

Fernando Rodríguez Artalejo

Profesor de Medicina Preventiva y Salud pública en la Universidad Autónoma de Madrid, CIBERESP e IMDEA-Food

Science Media Centre España

Este artículo muestra que el consumo habitual de té negro (el más consumido en Europa) se asocia a una reducción modesta en la mortalidad total y, especialmente, por enfermedad cardiovascular a lo largo de 10 años en población general adulta de edad media, mayoritariamente blanca. Representa un avance sustancial en este campo, tanto por el rigor de sus métodos como por la escasa información disponible previamente; la mayoría de los estudios se habían hecho en Asia (donde el té verde es el más consumido) y los pocos fuera de Asia tuvieron pequeño tamaño y resultados inconcluyentes.  

Como todo estudio epidemiológico de observación, este no establece de forma definitiva que el té sea la causa de la menor mortalidad de los que consumen té; esto es así porque no puede excluir que la menor mortalidad se deba a otros factores saludables asociados al consumo de té (los llamados “factores de confusión”). En teoría, la mejor forma de aclarar esta cuestión es hacer un gran ensayo clínico donde el consumo de té se asigne al azar entre dos o más grupos de sujetos, que serían seguidos a lo largo del tiempo para ver si la mortalidad se reduce en los que consumen té (o cantidades concretas de esta bebida). Este estudio sería muy costoso y tiene muchas dificultades prácticas, pues no es fácil reclutar muchas personas que acepten beber té o no hacerlo según se lo propongan los investigadores y que, además, lo hagan durante años. Por ello, lo más sencillo a corto plazo es explorar la posibilidad de un estudio de “randomización mendeliana”, que es un diseño observacional que puede demostrar asociaciones causales bajo ciertas condiciones: en este diseño se compararía la mortalidad de personas que tienen variantes genéticas que a) influyen en un mayor o menor consumo de té, b) no se relacionan con los posibles factores de confusión y c) solo influyen en la mortalidad a través del consumo de té.  

Por otro lado, es deseable que en el futuro se realicen estudios similares a este solo en personas con enfermedad cardiovascular, principalmente cardiopatía isquémica o fibrilación auricular, para asegurase de que en ellos la cafeína del té es segura y el consumo habitual de té reporta ciertos beneficios. Por último, para los que no consumimos té de forma habitual, la cuestión relevante (a la que no responde este estudio) es si empezar a consumirlo mejoraría nuestra salud. Para ello, se deben hacer estudios con mediciones repetidas del consumo de té a lo largo del tiempo y comparar la mortalidad de los que no consumen té de forma mantenida con la de los que han empezado a consumirlo o han aumento su consumo a lo largo del tiempo, y la de los que beben té desde hace años. 

No declara conflicto de interés
ES
Publicaciones
Tea Consumption and All-Cause and Cause-Specific Mortality in the UK Biobank.
  • Artículo de investigación
  • Revisado por pares
  • Estudio observacional
  • Humanos
Revista
Annals of Internal Medicine
Fecha de publicación
Autores

Maki Inoue-Choi et al.

Tipo de estudio:
  • Artículo de investigación
  • Revisado por pares
  • Estudio observacional
  • Humanos
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