El estudio pertenece a un grupo sólido que ha trabajado en esta temática desde hace años y que ha estado muy activo durante la pandemia. Sus conclusiones encajan muy bien con las evidencias existentes, al mostrar el efecto que puede tener una vacunación lenta o poco eficiente en fallecimientos y, por lo tanto, en pérdidas de esperanza de vida.  

Es interesante lo que recalcan en dos puntos. Por un lado, el efecto de la covid-19 en los países del este de Europa. Por otro, la posible interrupción del proceso de acercamiento entre las esperanzas de vida del este y oeste de Europa en los últimos años, después de un período de estancamiento del crecimiento de la esperanza de vida en los países del este durante los años 80 y 90.  

Las pérdidas persistentes de esperanza de vida por covid-19 en el este de Europa y la recuperación de la esperanza de vida en el oeste no se sabe si van a crear una nueva división en términos de patrones de mortalidad y esperanza de vida entre este y oeste.  

Por otro lado, los investigadores muestran cómo la pandemia en los Estados Unidos ha acentuado las pérdidas en esperanzas de vida que se estaban mostrando ya en períodos anteriores a la pandemia en personas de mediana edad. Dicen los autores: "Esto es claro a partir de la fuerte contribución del aumento de la mortalidad por debajo de los 60 años a las pérdidas en esperanza de vida en 2020 y 2021. Debido a que la mortalidad no covid también aumentó en estas edades, esta puede interpretarse como la continuación y el empeoramiento de una situación preexistente, una crisis de mortalidad entre adultos en edad laboral. En 2020, la mayor parte del exceso de muertes no relacionadas con la covid-19 en hombres de Estados Unidos se debió a causas externas (principalmente debido a sobredosis de drogas y homicidios), casi el 80 % de las cuales ocurrió en edades laborales". 

El estudio también muestra de forma clara que hay que conocer las condiciones de salud prepandemia para ver el efecto de las condiciones subyacentes, como la obesidad y la diabetes, y cómo pueden haber contribuido a incrementar el efecto de la pandemia o sus efectos a largo plazo.  

Si bien la pandemia de covid-19 ha sido la crisis sanitaria y de mortalidad global más severa desde la Segunda Guerra Mundial, habrá que esperar para saber cómo se han visto alteradas las tendencias de la esperanza de vida a largo plazo. Los autores hacen una comparación muy interesante con pandemias y crisis de mortalidad pasadas, sobre todo con la gripe de 1918. En todas ellas concluyen que la recuperación de esas crisis fue rápida a pesar de las pérdidas tan grandes en años de esperanza de vida debidas, fundamentalmente, a los grupos de edad afectados por la crisis de mortalidad, mucho más jóvenes que en la actualidad.  

Así, por ejemplo, señalan los autores: "Durante la Primera Guerra Mundial y la epidemia de gripe española, todos los países para los que se dispone de datos históricos experimentaron pérdidas substanciales de esperanza de vida: las mayores caídas anuales en esperanza de vida en los últimos 120 años. En la mayoría de los países, la esperanza de vida disminuyó continuamente a lo largo el período de cuatro años de las crisis, pero las pérdidas fueron mayores en 1918. Las caídas más pronunciadas en la esperanza de vida durante 1914-1918 se observaron en Italia. (−22,7 años) y Francia (−16,5 años)”. 

El estudio muestra el efecto positivo de una vacunación rápida, eficiente y generalizada, y de las medidas no farmacológicas en la lucha contra una pandemia como la actual, que han permitido salvar vidas y, por lo tanto, reducir los efectos de la pérdida de esperanza de vida.