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¿Qué sabemos sobre la mala conducta científica? Guía para informar sobre integridad en la investigación

Según una encuesta llevada a cabo en España, respondida por 403 investigadores en biomedicina, cuatro de cada diez admiten haber cometido algún tipo de mala práctica en su trabajo. La prensa se hace eco regularmente de escándalos en ciencia. Entre los casos más recientes, El País informó de que el CSIC ha abierto un expediente disciplinario a cinco personas por sospechas de recibir dinero a cambio de afiliaciones falsas. Estas malas conductas pueden parecer aisladas, pero reflejan disfunciones más amplias del sistema de investigación. Ofrecemos claves para entender cómo nacen y evolucionan estos casos, y para cubrir sus matices. 

01/12/2023 - 10:00 CET
manzana podrida

Una manzana podrida. / Unsplash

¿Qué es la integridad científica? 

La expresión integridad científicadescribe una serie de principios universales y buenas prácticas que deberían seguir los investigadores e investigadoras de cualquier disciplina para hacer ciencia responsable y honesta.  

Estos principios y prácticas se detallan en varios códigos de conducta y declaraciones, a nivel institucional, nacional o internacional; pero no son leyes. Entre muchos textos, podemos destacar 

  • El Código Europeo de Conducta para la Integridad en la Investigación elaborado por ALLEA, la federación europea de academias de ciencias y humanidades. Su primera versión se remonta al 2003 y la última actualización se publicó este año. Esta última versión está disponible solamente en inglés aquí; la versión anterior de 2017 fue traducida al castellano y al catalán. 
  • La European Charter for Researchers de la Comisión Europea, de 2005, que tiene un enfoque particular en las relaciones entre investigadores y las instituciones donde trabajan, firmada por más de 1.400 instituciones hasta la fecha, incluyendo 318 españolas 
  • El documento Best Practices for Ensuring Scientific Integrity and Preventing Misconduct de la OCDE en 2007, que ofrece una lista de malas conductas científicas y respuestas institucionales que se deberían adoptar para prevenirlas o responder a ellas.  
  • La Declaración Nacional sobre Integridad Científica firmada en 2015 por el CSIC, la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE) y la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE). Este breve documento enumera principios generales y niveles en los que se debería cuidar la integridad: desde el propósito mismo de la investigación, hasta la cooperación con otros grupos de investigación, pasando por la fiabilidad de los resultados, la robustez de la metodología, la exactitud del registro de datos, etc.   
  • El Código de Buenas Prácticas Científicas del CSIC, revisado en 2021. 

En programas de financiación de la Unión Europea se usa el acrónimo RRI, Responsible Research and Innovation, para describir la ciencia que involucra la ciudadanía para alinearse con los valores de nuestra sociedad, tomando en cuenta la comunicación abierta de la ciencia, igualdad de género, ética, etc. Estos aspectos se solapan solo parcialmente con la idea de integridad científica. 

¿Es lo mismo ética e integridad? 

“Tienen relación, pero son conceptos muy distintos”, explica Jordí Camí, presidente del Comité Español de Ética de la Investigación creado este año, en una entrevista publicada en julio por El·lipse, una página web del Parque de Investigación Biomédica de Barcelona.  

La ética busca acuerdos frente a dilemas morales; requiere que el personal investigador preste atención a los efectos de su trabajo en otras personas, en animales y en la sociedad en general. La integridad se refiere a la investigación en sí misma y a las reglas que se aplican dentro de la comunidad científica: se trata “de ser honestos y de no hacer trampas”, dice Camí. 

¿De qué malas prácticas concretas estamos hablando?  

Las malas conductas más importantes son conocidas a nivel internacional por sus siglas en inglés: Fabrication, Falsification and Plagiarism (FFP). Se pueden considerar como los tres pecados capitales de la investigación 

  • Fabricación: inventar datos u observaciones que no corresponden a la realidad del trabajo experimental o la recopilación de datos.  

Por ejemplo, en mayo 2023, la Universidad McMaster en Canadá publicó el resumen de su investigación interna de malas conductas de Jonathan Pruitt, un biólogo especialista en el comportamiento de las arañas. Concluye que Pruitt fabricó y falsificó datos publicados “con respecto a si se recolectaron arañas para el estudio realizado, y sobre qué arañas se utilizaron y si los ensayos se realizaron”. 

  • Falsificación: manipular materiales o equipos de investigación, cambiar u omitir datos o resultados 

Como ejemplo, en 2017 la Universidad de Tokio (Japón) concluyó que un grupo de investigación que estudiaba la dinámica de los cromosomas durante la división celular había falsificado datos e imágenes en cinco artículos publicados en revistas de prestigio. “Los problemas incluyen la alteración de imágenes y gráficos con datos que aparentemente no proceden de los experimentos comunicados”, escribió entonces la revista Science en un artículo. 

  • Plagio: apropiarse las ideas, palabras, y/o resultados de otra persona sin darle crédito. 

El físico Ranga Dias cuya publicación de 2020 sobre la superconductividad a temperatura ambiente en Nature fue retirada en 2022 también fue acusado de plagiar fuentes en varias secciones de su tesis doctoral, publicada años antes. Las sospechas de plagio “sugieren que no le importa [a este científico] tomar atajos; que quizá no tenga ideas tan originales como se presenta", declaró Lisa Rasmussen, experta en ética de la investigación en la Universidad de Carolina del Norte en EEUU, a la revista Science.  

También se usa el término inglés Questionable Research Practices (QRPs) para describir conductas menos graves y seguramente más frecuentes. Su definición no es tan clara, pero podrían incluir, por ejemplo:  

  • Hacer una revisión insuficiente de la literatura científica existente. 
  • Seleccionar resultados favorables e ignorar datos inconvenientes (cherry-picking). 
  • Autoplagio. 
  • Fragmentar resultados en varios artículos científicos para hinchar estadísticas de publicaciones (salami-slicing). 

Al contrario, el comportamiento ideal se llama “conducta responsable de investigación” (RCR, por sus siglas en inglés).  

La tabla a continuación resume diferentes tipos de malas conductas. 

  Malas conductas principales (FFP)

          Malas prácticas de investigación

          Fabricación de datos, Falsificación de datosPlagio

        • Exclusión selectiva de datos de un análisis.
        • Interpretación errónea de datos para obtener resultados deseados (incluye el uso inadecuado de métodos estadísticos).
        • Manipulación de imágenes en publicaciones.
        • Presentación de datos o resultados falsos bajo la presión de un patrocinador.
        • Uso de métodos de investigación inapropiados (por ejemplo, peligrosos o dañinos).
        • Diseño de investigación deficiente.
        • Errores experimentales, analíticos, o computacionales.
        • Incumplimiento de protocolos para la investigación con sujetos humanos.
        • Maltrato de animales de laboratorio.

          Malas conductas relacionadas con datos

          Malas conductas en las publicaciones 

        • No preservar datos primarios.
        • Mala gestión y almacenamiento de datos.
        • Ocultar datos a la comunidad científica.

         Se aplica también a los materiales físicos de investigación.

        • Reclamar una autoría inmerecida.
        • Negar la autoría a colaboradores.
        • Proliferación artificial de publicaciones (salami-slicing).
        • No corregir el registro de publicaciones.

         Malas conductas personales

          Malas conductas financieras y de otro tipo

        • Comportamiento personal inadecuado, acoso.
        • Liderazgo, tutoría, asesoramientos inadecuados de los estudiantes.
        • Insensibilidad a las normas sociales o culturales.
        • Abuso en la revisión por pares, por ejemplo, no revelar un conflicto de intereses, retrasar injustamente la publicación de un rival.
        • Falsificación de credenciales o del historial de publicaciones.
        • Uso indebido de fondos de investigación para compras no autorizadas o en beneficio propio.
        • Denuncia infundada o maliciosa de mala conducta.

        Fuente: Best Practices for Ensuring Scientific Integrity and Preventing Misconduct, OECD, 2007. 

         

        ¿Cómo nos enteramos? 

        Aparte de un puñado de escándalos mediáticos, la mayoría de malas conductas se discuten y litigan dentro del mismo sistema de investigación.  

        Una de las vías principales de comunicación pública de malas conductas son las retractaciones de publicaciones. La comunidad investigadora comparte sus resultados en revistas revisadas por pares: antes de ser publicados, los estudios son revisados por otras personas investigadoras con competencias similares a las de los autores y que no han participado en el trabajo. Este sistema interno de la ciencia permite, en principio, velar por la calidad y el rigor de los trabajos científicos. Cuando a pesar de este filtro se evidencian malas conductas que afectan al valor de un estudio publicado, este se retracta. En general, los artículos retirados permanecen en la literatura científica con una nota editorial indicando su estatus. Sin embargo, es frecuente que estas notas breves no digan explícitamente si se trata de un error involuntario o de un verdadero fraude. 

        Las retractaciones pueden ser una fuente valiosa para el trabajo periodístico, sobre todo cuando son repetidas para una persona o un equipo de investigación; nos alertan que hay resultados dudosos y, posiblemente, malas conductas detrás de ellos.  

        La página web Retraction Watch, creada por dos periodistas estadounidenses en 2010, sigue muchos casos de retractaciones y mantiene una base de datos de estas que ya ha servido de base para trabajos periodísticos y de investigación académica.  

        Las retractaciones son la parte oficial y más visible del iceberg; antes de que un artículo sea retirado, se habrá discutido el caso entre científicos y con las revistas. Según datos de Cristina Candal, investigadora de estos temas en el departamento de Medicina preventiva y Salud pública de la Universidad de Santiago de Compostela, el tiempo medio desde la publicación hasta la retractación de un artículo son 487 días.  

        En los últimos años, esos debates se dan de forma más abierta, aunque muchas veces anónima, en plataformas online como PubPeer, donde los investigadores critican miles de publicaciones científicas recientes o más antiguas. 

        ¿Con qué frecuencia se dan estas malas conductas? 

        En un estudio reciente sobre las experiencias de investigadores en biomedicina en España, 7 de cada 10 encuestados admitieron conocer casos de mala conducta científica de primera mano, y 4 de cada 10 reconocían haber cometido intencionadamente algún tipo de mala práctica. La más frecuente es la falsa autoría de artículos científicos: 35 % de los 403 encuestados dijeron haber participado en alguna instancia, según el estudio publicado en la revista Accountability in Research. El 10 % declaró una falta de consentimiento informado y el 3,6 % admitió haber participado al menos una vez en una falsificación o manipulación de datos.   

        Candal, coautora de este estudio, también analizó en otro trabajo las 374 retractaciones de publicaciones con un autor afiliado a una institución española hasta el 26 de enero de 2023. Sus resultados ponen en evidencia un incremento de las retractaciones, desde menos de 1 caso por 10.000 publicaciones en el año 2000, hasta 5 retractaciones por 10.000 publicaciones en 2023. Estos datos se presentaron en la Reunión Anual de la Sociedad Española de Epidemiología en Porto en septiembre de 2023. 

        El 77 % de estas retractaciones ocurrieron en disciplinas biomédicas. En este campo destacaba la duplicación publicar los mismos resultados en dos publicaciones diferentes como primera causa de retractación (35 % de los casos). En otras disciplinas, el plagio es la mala conducta más común (45,8 % de las retractaciones). Conocer las causas permite diseñar estrategias de prevención adaptadas al contexto nacional, dijo Candal en el congreso. 

        ¿Qué lleva al personal investigador a tener malas conductas? 

        Hay dos explicaciones principales, una sistémica y la otra más individual.  

        La primera reconoce que el sistema de investigación empuja a los científicos a publicar una gran cantidad de artículos, lo que será determinante para el avance de su carrera y sus oportunidades de conseguir fondos para financiar sus proyectos. Esta presión se describe en inglés como publish or perish, publicar o morir. “La presión por publicar acaba creando un engranaje y siempre hay alguien que da un paso que no tendría que dar” para cumplir las expectativas de su profesión, explica al SMC España Eduard Aibar, catedrático de Estudios de la ciencia y tecnología en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). 

        La segunda explicación es conocida como la teoría de las manzanas podridas: algunas personas con un sentido personal de la integridad comprometido que cometen actos reprobables. Como en todas las profesiones, hay gente que engaña”, dice Cristina Candal al SMC España. “Es un problema multifactorial, no es solo sistémico. También existen factores [individuales] como el ego y la avaricia. 

        Manzanas podridas (2019) también es el título de un libro escrito por Ángel Abril-Ruiz y disponible gratuitamente online. El libro da detalles para entender el contexto sistémico de la integridad científica y ofrece un repaso de varios casos mediáticos de fraude y malas conductas, como el de la bióloga española Susana González en 2017, del físico alemán Jan-Hendrik Schön en 2002, o del psicólogo neerlandés Diederik Stapel alrededor de 2012. 

        ¿Cómo se investigan y sancionan las malas conductas? 

        Las posibles malas conductas suelen ser investigadas en procedimientos internos de las universidades o los centros de investigación. En casos de fraudes o malas conductas comprobadas, las sanciones pueden variar según la gravedad del caso y la decisión de las instituciones implicadas. Un investigador podría ser excluido de ciertas actividades y proyectos durante un periodo; o perder su puesto de trabajo completamente; o una agencia de financiación podría rescindir sus fondos.  

        No existe una organización central que regule el derecho a ejercer de los investigadores, como lo hay en la medicina. Sí existen casos de médicos investigadores que perdieron su licencia médica por faltas de integridad en la investigación. Por ejemplo, Andrew Wakefield fue expulsado del registro médico de Reino Unido en 2010, después de que su publicación que vinculaba de forma fraudulenta la vacuna triple vírica con casos de autismo infantil fuera retractada.  

        Los casos de fraude más graves pueden llegar a juicio y tener consecuencias penales para los investigadores culpables. En 2009, la justicia coreana condenó al biólogo Hwang Woo-suk, especialista en la clonación de células madre embrionarias, a dos años de cárcel en suspensión por fabricar datos y desviar dinero público. 

        Aibar, que estudia la respuesta institucional a las malas conductas, lamenta que los procesos de investigación sean opacos, ya que las instituciones suelen velar por su reputación. No se publica absolutamente nada” de las investigaciones internas, dice al SMC España. Agrega que las personas que alertan sobre posibles faltas a la integridad (conocidas como whistleblowers en inglés) no reciben la protección necesaria y pueden sufrir consecuencias negativas en sus vidas personales y profesionales. 

        En los últimos años se han creado oficinas de integridad científica a nivel nacional, como por ejemplo el Office Français de l’Intégrité Scientifique, fundado en 2017 en Francia. El año siguiente se creó el Comitè per a la Integritat de la recerca a Catalunya (CIR-CAT).  A nivel estatal, en 2023 se ha lanzado el Comité Español de Ética de la Investigación. Sin embargo, a diferencia de la Office of Research Integrity, creada en Estados Unidos en 1989 en el ámbito de salud pública, la gran mayoría de estos organismos tienen un rol consultivo: emiten recomendaciones sin poder investigar ni sancionar malas conductas.  

        Varios investigadores abogan por la creación de una oficina independiente, con autoridad para investigar y castigar malas conductas, y que pueda también tener un efecto disuasorio en otros casos. Sería de especial importancia en el caso de las investigaciones financiadas con fondos públicos, ya que en ese caso el fraude en investigación supondría la malversación de dinero público, dice un artículo publicado en la Gaceta Sanitaria de noviembre 2022.  

        ¿Cómo afecta la mala conducta científica a la ciudadanía? 

        Las FFP crean resultados incorrectos e interpretaciones infundadas. En el caso de malas conductas en la investigación biomédica, también pueden tener consecuencias directamente nefastas para la salud humana o animal. Todas las malas prácticas, incluso las más leves, llevan a una ciencia que no es robusta y que otros equipos de investigación no pueden reproducir. Afectan a la confianza en la ciencia, hacen un mal uso del dinero y otros recursos, y pueden llevar —indirectamente o directamente— a decisiones sin fundamento, por ejemplo, en el diseño de políticas públicas. 

        ¿Por qué cubrir temas de integridad científica en los medios? ¿No sería mejor enfocarse en descubrimientos interesantes y noticias positivas?  

        Hay personas que consideran que el rol del periodismo científico es divulgar la ciencia, apoyando al personal investigador que quiere comunicar su trabajo; esta posición se conoce como cheerleading en inglés. Sin embargo, una de las funciones del periodismo científico es examinar la ciencia de forma crítica, con sus luces y sombras, igual que el periodismo en cualquier otro ámbito. Por ejemplo, el periodista deportivo no solo se hace eco de los resultados de los partidos, sino que también puede y debe informar de manera crítica sobre las organizaciones deportivas, así como sobre el contexto y el impacto del deporte a nivel social, económico y político. En este recurso explicamos algunas de las diferencias entre divulgación y periodismo. 

        En su libro Manzanas podridas, Abril-Ruiz escribe: “El trabajo del periodista, investigando, escudriñando y sacando a la luz los obscuros entresijos de las organizaciones, se proclama como un mecanismo necesario para mantener a raya comportamientos deshonestos de las organizaciones y las personas. Y añade: Las instituciones (mediocres) solamente parecen mover ficha si el caso de mala práctica transciende a la opinión pública; si no trasciende lo más probable es que intenten taparlo.  

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