Autor/es reacciones

Toni Gabaldón

Profesor de investigación ICREA y jefe del grupo de Genómica Comparada del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) y del Barcelona Supercomputing Centre (BSC-CNS)

Estos dos estudios investigan cambios en el microbioma fecal y en el metaboloma del plasma sanguíneo asociados con el síndrome de fatiga crónica/encefalomielitis miálgica (SFC/EM). Uno de ellos es el primer estudio que diferencia entre enfermedad reciente (diagnosticada en los últimos cuatro años) y de larga duración (diagnosticada hace más de diez años), lo cual permite entender cómo los trastornos del microbioma progresan con el establecimiento de la enfermedad. Los dos estudios concuerdan en varios aspectos, incluida la detección de una disminución de la biodiversidad intestinal y de la abundancia de bacterias productoras de butirato, un metabolito antinflamatorio y de conocido efecto beneficioso en el epitelio intestinal.  

Los dos estudios son de buena calidad y usan técnicas de alta resoluciónmetagenómica shotgun, que mira todo el genoma, frente a estudios anteriores basados en análisis de un solo gen, el 16S. Los análisis son correctos y usan aproximaciones validadas. Ambos estudios tienen sus limitaciones, como reconocen los propios autores. Una limitación es el tamaño muestral reducido, sobre todo teniendo en cuenta la heterogeneidad en los síntomas de este síndrome. Asimismo este tipo de estudios aportan correlaciones, no relaciones causa-efecto, como reconocen los autores, y se requieren investigaciones adicionales. Por ejemplo, las diferencias entre las dietas de los distintos grupos podrían explicar algunas diferencias en la composición de la microbiota. Sin embargo, la congruencia entre los dos estudios refuerza la validez de las relaciones propuestas.  

Estos estudios arrojan luz sobre un síndrome cuyas causas son desconocidas. El estudio no establece las causas, como hemos dicho, pero permite establecer alguna hipótesis sobre cómo puede llegar a establecerse a largo plazo mediante una alteración del equilibrio intestinal que se cronifica. Creo que estamos todavía lejos de entender este proceso. Es posible que las alteraciones detectadas sean responsables de algunos de los síntomas de la enfermedad, sobre todo los relacionados con funciones digestivas. Y si es así, intervenciones sobre el microbioma usando probióticos, prebióticos o cambios de dieta podrían llegar a paliar algunos de estos síntomas, lo cual aumentaría la calidad de vida de los pacientes 

Otro resultado que incluyen ambos estudios es el potencial diagnóstico que puede tener el análisis del microbioma fecal. Usando técnicas de inteligencia artificial detectaron patrones microbianos que permiten clasificar personas sanas o con el síndrome. Sin embargo, se han detectado alteraciones similares en otros síndromes (como el del síndrome del colon irritable) y este estudio no permite saber si el diagnóstico sería específico del síndrome estudiado o simplemente detectaría un microbioma no sano.

ES