Las actitudes populistas suponen un grave desafío para el estatus de la ciencia en la sociedad, ya que niegan la veracidad del conocimiento científico y la legitimidad de los científicos y sus instituciones. En los últimos años, existe una preocupación creciente sobre el cuestionamiento de la autoridad de la ciencia y un posible aumento de la desconfianza pública en los científicos. Por ejemplo, figuras populistas como Donald Trump sugirieron que el "instinto natural" y el “sentido común” de la "gente corriente" son superiores a los “inútiles” conocimientos científicos. Por su parte, el presidente argentino Javier Milei ha afirmado recientemente que la casta también son “los supuestos científicos e intelectuales, que creen que tener una titulación académica los vuelve seres superiores”.
Un nuevo estudio recoge los resultados de una encuesta, realizada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), sobre una muestra de la población española usuaria de internet de casi un millar de personas, que explora la confianza en los científicos, las percepciones sobre el cambio climático, las vacunas o las relaciones entre ciencia y política, y, por primera vez, el nivel de populismo científico en España y los factores relacionados con él. Una sesión informativa celebrada por el Science Media Centre esta semana contó con la participación de los dos codirectores del estudio para explicar los resultados.
“El populismo científico es una actitud que se refiere al antagonismo que existe entre las evidencias científicas y el conocimiento de la gente corriente”, resumió la investigadora de la Universidad Complutense de Madrid Celia Díaz Catalán. Puso como ejemplo ciertas actitudes respecto a la nutrición: “Me están diciendo que no coma azúcar, pero yo lo llevo comiendo toda la vida, ¿ahora me va a decir el médico lo que tenemos que hacer? Es común oír esto, aunque hay estudios detrás que muestran que su consumo aumenta los riesgos de determinadas enfermedades”.
“En España hemos observado entre el 1 y el 3% de personas que estarían en la parte de arriba de la escala de populismo”, advertía el investigador en la Universidad de Essex (Reino Unido) Pablo Cabrera Álvarez. El estudio no permite analizar la evolución de estas actitudes a lo largo de los años, pero los autores defendieron la importancia de medirlas para entender cómo el contexto actual de polarización política puede aumentarlas en el futuro.
Reacción independiente al informe
Ana Muñoz van den Eynde, científica titular de Organismos Públicos de Investigación y responsable de la Unidad de Investigación en Ciencia, Tecnología y Sociedad del CIEMAT, valoraba el trabajo en una reacción independiente publicada por el SMC: “La gente parece querer que el conocimiento científico se tenga en cuenta, pero no parece querer que quienes se dedican a obtenerlo tengan conexión con la política. Esto me parece preocupante porque me hace pensar que la población sigue concibiendo a las y los científicos como personas distantes y al margen del mundo real, con el que no deben tener conexión para no ‘corromperse’. Y esto me parece preocupante”.