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Cómo comunicar enfermedades infecciosas sin estigmatizar: el caso de la viruela de los monos

Comunicar brotes de enfermedades infecciosas no es sencillo, sobre todo cuando afectan a grupos poblacionales que pueden sufrir discriminación. Los casos de viruela de los monos entre hombres que tienen sexo con hombres nos recuerdan la importancia de informar sin estigmas.

29/06/2022 - 10:56 CEST
 
viruela

El 7 de mayo de 2022 Reino Unido anunció que había detectado un caso de viruela de los monos en una persona que había viajado recientemente a Nigeria. No era la primera vez que la enfermedad se encontraba fuera de África, pero el hallazgo de más casos en las semanas siguientes, dentro y fuera del país, confirmó que se trataba de un brote sin precedentes.

De momento, la OMS no ha declarado el brote actual de viruela de los monos como “emergencia de salud pública de importancia internacional”. Sin embargo, la cifra de casos confirmados roza los 3.500 en 50 países.

La estigmatización, discriminación y xenofobia son una constante en la historia de las enfermedades infecciosas. Durante el inicio de la epidemia de covid-19 los ciudadanos chinos —e italianos— sufrieron las consecuencias de pertenecer a los países que se vieron afectados en primer lugar, antes de que el coronavirus se extendiera por el planeta.

De forma similar, la inmensa mayoría de los casos de viruela de los monos han sido detectados en hombres gais, bisexuales o que tienen sexo con hombres (HSH). Esto provocó el temor a que se repitieran los errores cometidos durante la pandemia de VIH, mientras se recordaban las lecciones aprendidas entonces.

Porque, ¿cómo comunicar los riesgos de un brote cuando la población más afectada también es susceptible de ser señalada?

Lo correcto es informar

María del Carmen Climent, investigadora del Winton Centre de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y miembro del comité asesor del SMC España, explica que “siempre será adecuado informar sobre los factores de riesgo de cualquier enfermedad, incluyendo tener relaciones homosexuales si existe evidencia en ese sentido”. Lo importante, asegura, es “hacerlo de manera equilibrada, sin prejuicios y sin titulares amarillistas”.

Distintos países han optado por diferentes estrategias de comunicación para llegar a los grupos más afectados. La Agencia de Seguridad Sanitaria de Reino Unido (UKHSA) realizó un vídeo en el que un epidemiólogo de la comunidad LGTBI+ mencionaba que la mayoría de los casos habían tenido en hombres gais y bisexuales e informaba de los síntomas para tener un Orgullo “feliz, seguro y sano”.

El Ministerio de Sanidad español, por el contrario, recurría a una campaña más general en la que se recordaba que las relaciones sexuales, tanto en hombres y mujeres y con independencia de la orientación sexual, eran actividades de riesgo. Esta campaña se ha publicitado en sitios como apps de citas para intentar que lleguen a la población de interés.

Un consejo: adelantarse al prejuicio

Climent recomienda “anticipar el prejuicio que existe y anularlo o aclararlo con evidencias”. Por ejemplo, aclarar ideas falsas como que los hombres homosexuales tienen más riesgo de contraer y transmitir la enfermedad o que los heterosexuales no tienen riesgo. “Nunca se puede concluir algo sobre un individuo a partir de datos poblacionales”, aclara.

Cuidado con el sesgo de confirmación

El llamado “sesgo de confirmación” es un problema que puede darse en brotes como el actual, según advierte el preventivista de Fisabio Salvador Peiró en un artículo publicado en The Conversation. Este se produce “cuando la detección es diferencial entre grupos de población porque su exposición o su riesgo es diferente”.

En otras palabras, los hombres que tienen sexo con hombres acuden más al médico ante estos síntomas, por lo que se detectan más casos entre ellos, por lo que los sanitarios buscarán más esta enfermedad en ellos… y el ciclo se repite. Esto puede provocar que un brote se extienda bajo el radar como sucedió al principio de la pandemia de covid-19, cuando solo se consideraban como personas de riesgo a aquellas que habían visitado recientemente países como China e Italia.

No hay respuesta sencilla

En 2020 un equipo de investigadores especializados en comunicación de riesgos analizó cómo informar de forma efectiva de enfermedades como el VIH. El problema, aseguraban, es que cuando existe una “disparidad” de salud los mensajes se dirigen a subgrupos de alto riesgo. El objetivo es lograr una serie de efectos deseados (como un aumento en su percepción del riesgo), pero por el camino se pueden lograr otros no deseados (como los estereotipos y la desconfianza).

“No existe todavía una aproximación clara basada en las evidencias para comunicar sobre disparidades en salud evitando efectos indeseados potenciales”, concluían. Aunque señalaban que la literatura disponible era escasa en el contexto del VIH, sí hacían una serie de recomendaciones: por ejemplo, evocar emociones positivas que motiven a la acción, fomentar la transparencia y credibilidad de la información y usar imágenes que eviten reforzar estereotipos.

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