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Dudas y mitos sobre los protectores solares

Los riesgos de la radiación ultravioleta son bien conocidos: puede producir desde quemaduras y manchas, hasta alteraciones en el sistema inmune, cataratas, infecciones y cáncer de piel. Hay que protegerse del sol, pero ¿hasta qué punto sabemos cómo hacerlo?, ¿cuánto es mito y cuánto realidad? Respondemos a las principales dudas a la hora de usar protectores solares. 

26/06/2024 - 11:42 CEST
 
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La AEMPS recomienda aplicar el protector solar cada dos horas y después de bañarse, secarse o sudar. Adobe Stock.

¿Se puede usar el protector del año pasado? 

Si el envase está abierto, no se puede. Con el tiempo las cremas solares se oxidan y van perdiendo eficacia. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS)  y la Comisión Europea estiman que, al cabo de un año, una vez abierto el envase, la protección podría no ser adecuada y, por tanto, desaconsejan su uso a partir de esa fecha. 

¿Cada cuánto hay que aplicarlo? 

La AEMPS recomienda aplicar el protector solar cada dos horas y después de bañarse, secarse o sudar. “Es el tiempo que tarda el producto en degradarse en la propia piel”, aclara al SMC España Eduardo Noguera, jefe clínico del servicio de Dermatología del Instituto Valenciano de Oncología. “Este tiempo se acorta si ha habido baño prolongado o ejercicio”, añade. 

Para actividades diarias, como comprar el pan, ir a la oficina o sentarse en una terraza a la sombra, José Aguilera Arjona, biólogo experto en Fotobiología y coordinador nacional del Grupo Español de Fotobiología de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), explica al SMC España que es suficiente con aplicar el protector una sola vez por la mañana. Pero, para otras actividades como hacer deporte, bañarse o ir a la playa, se debe poner cada hora y media o dos horas.  

Ambos expertos coinciden en que los protectores resistentes al agua (waterproof) son más adecuados para hacer deporte, sudar o bañarse, ya que fijan mejor el producto. No obstante, consideran que se deben seguir aplicando cada dos horas. 

protectores solares

¿Cuánta cantidad es necesaria? 

La AEMPS recomienda usar dos líneas extendidas en los dedos para proteger la cara y dos cucharadas para el cuerpo (unos 30 ml), que es lo que se usa para analizar la calidad del producto, y lo que indican otras guías oficiales. “Los usuarios se aplican entre tres y cuatro veces menos”, matiza Aguilera Arjona.  

“Si la protección aplicada se reduce a la mitad”, alerta la Comisión Europea en su normativa sobre protección solar, “la protección ofrecida puede ser hasta tres veces menor”.  

Además, la AEMPS recuerda que se debe cubrir bien todo el cuerpo, en especial zonas sensibles, y a menudo olvidadas, como los labios, las orejas o la zona de la calva en personas con poco pelo, y recomienda aplicar el producto media hora antes de la exposición al sol.  

¿Qué mide el factor de protección?  

El factor de protección solar (FPS o SPF por sus siglas en inglés) compara el tiempo que una persona tarda en quemarse con protección y sin ella. Por ejemplo, una persona con protección FPS 30 tardaría en quemarse 30 veces más que una persona sin protección, y una con FPS 50, tardaría 50 veces más. Esto es, en igualdad de condiciones, ya que la radiación ultravioleta (UV) depende de muchos factores y no todas las pieles la toleran igual.   

Sin embargo, esta numeración puede resultar engañosa. Los filtros FPS nunca protegen al 100 %; de hecho, como hemos visto, el FPS no es un porcentaje, pero hay productos con FPS 90+ o incluso 100 que pueden dar a entender lo contrario. Además, la protección solar contra los rayos ultravioleta no sigue una escala lineal. Una protección 50+ es prácticamente igual a una 90+ o 100 y en ningún caso garantiza una protección total.  

Por otra parte, el FPS no mide la protección frente a los rayos UVA, un tipo de radiación ultravioleta. Las quemaduras en la piel, que es contra lo que protege el FPS, se suelen producir por la radiación UVB. Pero los rayos UVA también son peligrosos. Contribuyen al envejecimiento prematuro de la piel y, al igual que los rayos UVB, aumentan el riesgo de sufrir cáncer y afectan al sistema inmunitario.  

En Europa, la protección frente a la protección UVA se suele rodear con un círculo. “Significa que el fotoprotector es de amplio espectro, es decir, que protege también frente a la generación de pigmentación cutánea, en al menos un tercio al factor de protección solar. Y, por tanto, si el factor de protección solar es de 60, el UVA PF tiene que ser, al menos, de 20”, explica Aguilera Arjona. 

Para evitar confusiones con la protección frente a diferentes radiaciones ultravioletas, la normativa de la Comisión Europea sobre protectores solares obliga a usar descriptores sencillos como “protección baja”, “media”, “alta” o “muy alta" en todos los envases, y la AEMPS recomienda combinar productos que protejan tanto de la radiación UVB como de la UVA, con otras medidas de protección como prendas de ropa, sombreros y gafas de sol. 

Si compro un protector solar en otro país, ¿será de buena calidad?  

“La eficacia de los fotoprotectores a nivel internacional es prácticamente la misma”, explica Aguilera Arjona, aunque matiza que cada país tiene sus regulaciones, “Europa tiene una recomendación, la del 2006, de cómo debe ser el etiquetado”, añade. 

Según el experto, todos estos productos siguen las mismas normas ISO, que son las regulaciones internacionales que permiten especificar que un protector es de amplio espectro (UVB-UVA), resistente al agua, o tiene un FPS determinado. “Un fotoprotector que es 50 plus en Estados Unidos”, compara, “en Australia, en Japón y en España o Europa, es lo mismo”.  

En los últimos años, la AEMPS ha observado “cierta variabilidad” a la hora de aplicar estas normas, lo que ha dado lugar a diferentes alertas. La más reciente, del pasado mes de marzo, ha sido a raíz de un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) y el International Consumer Research and Testing (ICRT), donde denuncian que la mitad de las cremas solares analizadas no cumple con la protección anunciada, lo que ha sido cuestionado por la industria y algunas asociaciones. La AEMPS ha tomado medidas ante cada sospecha y está promoviendo cambios en el etiquetado y la forma de medir el FPS para evitar este tipo de problemas en el futuro. 

¿Es útil la ropa y otros elementos con filtro FPU?  

Antes de responder a la pregunta, hay que aclarar que los protectores solares utilizan filtros químicos que absorben los rayos ultravioleta. Se pueden combinar con otras sustancias y están disponibles en muchas presentaciones, desde sticks labiales, hasta geles o brumas invisibles, lo que puede resultar útil en zonas y patologías específicas como la dermatitis seborreica, el acné o la psoriasis. Sin embargo, pueden dar problemas de alergias, toxicidad e irritación.  

Los filtros físicos, en cambio, actúan como una barrera física que refleja y dispersa los rayos ultravioleta. Incluyen desde ropa o sombrillas, hasta parches opacos. Se debe tener en cuenta el factor de protección de cada artículo. Se mide en unidades FPU y, al igual que el FPS de las cremas solares, compara el tiempo que una persona tarda en quemarse con un tejido y sin él. La numeración también es igual (de 6 a 50+), pero la protección depende de otros factores:  

  • El color del tejido: los tintes oscuros aumentan de tres a cinco veces el grado de protección de un tejido. “Cuanto más oscuro sea el color de la prenda, mejor bloquea la radiación”, explica en un artículo Juan Jurado Moreno, doctor y responsable del Grupo de Trabajo de Dermatología de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).  
  • El tipo de material, la textura y el grosor del tejido: si el espacio entre hilos es muy pequeño y, por tanto, si el peso y el grosor del tejido es alto, la protección será mayor. Esto hace que cada material tenga una protección determinada. “Los tejidos de poliéster o rayón, protegen más que los de algodón”, compara Jurado. “Los sintéticos o semisintéticos, o el algodón, protegen más que los tejidos fabricados con lino”.  
  • El acabado de fábrica y el grado de hidratación: para aumentar el FPU, los tejidos se pueden tratar con detergentes que absorben la radiación ultravioleta, (como oxido de titanio o zinc).  Además, “si una prenda está mojada”, valora el dermatólogo, “su grado de protección se reduce a la mitad”. 

También hay que tener cuidado al elegir las gafas de sol. Como mínimo, deben tener marcado CE, especificar el grado de protección ultravioleta (UVB-UVA) e indicar el tipo de filtro (polarizado o fotométrico) y su categoría, que va de 0 a 4 según la oscuridad del cristal. La AEMPS recuerda que ningún filtro, ni físico ni químico, es capaz de proteger al 100 %. Por eso insta a combinar distintos tipos de protección y evitar estar mucho al rato al sol, sobre todo en las horas centrales del día.  

Otro tipo de protectores solares son los llamados filtros minerales, que se suelen utilizar en pieles sensibles o dañadas (heridas y tatuajes recientes, niños, pieles atópicas), ya que, al no absorberse, no generan tanta irritación. Pueden llevar o no nanopartículas aunque, según Aguilera Arjona, lo ideal es que no las lleven: si las llevan, el protector se absorbe fácilmente (no dejan la cara blanca) y acaban produciendo la misma irritación que los protectores habituales (químicos).  

¿A partir de qué edad se necesita protección? 

La Comisión Europea y la AEMPS desaconsejan el uso de fotoprotectores en menores de seis meses ya que, a esa edad, los protectores se absorben en mayor cantidad y podrían tener un efecto tóxico. “La piel del lactante todavía no tiene la función barrera totalmente constituida”, explica Noguera. Según el experto, aunque se están desarrollando productos que parece que podrían no ser nocivos, es prudente evitar la exposición directa durante los primeros seis meses de vida. 

A partir de esa edad, se recomienda usar protectores con formulación pediátrica y FPS alto. “Se reivindica que sean filtros minerales, porque las moléculas son más gordas y tenemos menos probabilidad de que penetren la piel”, señala Aguilera Arjona. Pero, en general, se recomienda evitar la exposición al sol hasta los tres años, y usar otras barreras, como ropa, sombreros o gafas de sol. 

“Hasta los dos años, si quieren optar por la fotoprotección mineral, aunque le quede la piel más blanquita, que se la pongan. Pero no hay que estar reaplicándolo cada hora”, valora. “Al niño no lo vamos a poner al sol directo: lo vamos a tener siempre en la sombra”, recalca el experto. 

Estoy dando el pecho: ¿qué protector es más seguro?  

Los protectores habituales que, como hemos visto, suelen llevar filtros químicos, se absorben a través de la piel y pueden pasar a la leche materna. Aunque el riesgo es bajo, no están recomendados durante la lactancia. En ese caso, los protectores minerales se consideran una alternativa adecuada.  

“Lo recomendable es que evite el sol y, si lo va a utilizar, utilizar fotoprotector mineral”, señala Aguilera Arjona, pero que no lleve nanopartículas porque pueden penetrar en la piel.  Además, el experto recomienda usar otras medidas de protección como la ropa, estar a la sombra o evitar las horas de más sol.  

¿Cuáles contaminan menos?  

La mayoría de los protectores solares contamina en mayor o menor medida el mar pero, “a día de hoy, se desconoce el verdadero alcance que pueden tener en el medio marino”, señala al SMC España Araceli Rodríguez Romero, científica titular en el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (ICMAN-CSIC).  

Algunas compañías catalogan sus productos como ‘respetuosos con los océanos’, algo que Rodríguez Romero pone en duda. “Determinar la total veracidad de esta etiqueta es difícil ya que no existe una normativa europea o unos protocolos estandarizados que puedan determinar que es una crema solar ecológica”. Según la experta, “para la creación de una crema solar ecológica es indispensable que científicos y la industria cosmética vayan de la mano”. 

Aunque hay estudios que demuestran la toxicidad de algunos compuestos, en especial los filtros UV (octocrileno, oxibenzona, dióxido de titanio y óxido de zinc, entre otros), Rodríguez Romero considera que quitar estos ingredientes de la composición no es suficiente. “Serán sustituidos por otros”, afirma, “de los que aún se desconoce su toxicidad en el medio marino”. 

“Cuidado con ir en contra de unos ingredientes que al final son necesarios para tener una fotoprotección correcta”, advirtió Mónica Foyaca, directora de I+D de ISDIN, en una sesión informativa sobre protección solar organizada por Stanpa.  “Los filtros son seguros”, recalcó, “tienen que pasar por una serie de controles estrictos”. 

Además, los protectores solares están disponibles en infinidad de marcas y formatos, y cada producto contiene a su vez multitud de ingredientes (a menudo secretos patentados), que pueden actuar de manera independiente o conjunta sobre el medio marino. Según Rodríguez Romero, esto provoca que medir su impacto ambiental sea complicado. “Habría que testear en laboratorio el producto solar completo y no los ingredientes de manera individual”, explica. 

Según Foyaca, “la gran mayoría de estudios que han surgido en los últimos años sobre la ecotoxicidad de los filtros son del filtro puro”. Sin embargo, ”las concentraciones normalmente nunca suelen estar al 100 por 100”, añadió. “El filtro al final forma parte de un complejo mayor”. 

¿Las mascotas necesitan protección solar? 

Todos los animales son sensibles a los efectos nocivos de la radiación ultravioleta. En el caso de perros y gatos, pueden llegar a desarrollar quemaduras y tumores donde el pelo es muy corto y fino, o directamente no existe, es decir, “en el abdomen, la zona interna de los muslos, la trufa, los párpados y la orejas”, explica al SMC España María Luisa Fernández Miguel, veterinaria clínica de animales de compañía y presidenta del Colegio de Veterinarios de Tenerife. 

Para evitar estas complicaciones, Fernández Miguel recomienda evitar la exposición directa y continuada al sol, ya sea manteniendo a los animales en la sombra, evitando que deambulen por el exterior de los hogares, o sacándolos a primera hora de la mañana o a última de la tarde. Si esto no es posible, conviene utilizar cremas solares específicas (adaptadas a cada especie) en las zonas destapadas, sobre todo, en animales de piel clara y rosada.   

“Un caso frecuente en las clínicas veterinarias es el del carcinoma de células escamosas, propio de los pabellones auriculares, los párpados y la trufa de los animales de mucosas sonrosadas y pelo blanco”, explica la experta. “Si en estas zonas hay pigmentación, es decir, de forma natural la piel es oscura, ya sea negra o parda, están también en cierto grado protegidas de la radiación solar”, añade la experta. En los animales de piel oscura, la exposición al sol puede generar melanomas. 

¿Las cápsulas para el sol son un tipo de protección solar?  

Popularizadas en los últimos años, el principal reclamo de estas cápsulas es que reducen el riesgo de quemaduras y favorecen un bronceado homogéneo. “Le llaman la fotoprotección oral”, señala Aguilera Arjona, “pero no es un sustituto”, aclara. Estas cápsulas suelen llevar antioxidantes como betacarotenos, polipodium leucotomos, polifenoles del té verde y vitaminas, como la C y la E, entre otros. Según el experto, los protectores solares tradicionales tópicos no llegan a proteger frente a todo el estrés oxidativo que sufre la fiel, así que estos complementos sirven para aumentar la cantidad de antioxidantes que tenemos en la piel. 

Aunque las cápsulas para el sol podrían reducir los signos del envejecimiento, la incidencia del cáncer de la piel, y el riesgo de melanoma, una revisión de 2009 considera que los estudios aportan conclusiones contradictorias en cuanto a su utilidad. Además, preocupa que, al reducir el riesgo de quemaduras, se genere una falsa sensación de seguridad y la exposición al sol acabe siendo mayor, lo que “teóricamente, aumentaría el riesgo de carcinogénesis”.  

Tampoco las puede tomar cualquier persona. No hay estudios en niños y, según la composición, podrían estar contraindicadas en algunos tratamientos o enfermedades.  

“Una buena fotoprotección es el buen uso de la sombra, el uso de los tejidos, las gorras, las gafas, etcétera, y el uso de la fotoprotección tópica”, insiste Aguilera Arjona. Para quien quiera tomar estas cápsulas, recomienda empezar en primavera. “Pero no es un sustituto”, insiste, “son coadyuvantes de la protección solar tópica”. 

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