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“El acoso online es un problema de salud pública al que hay que dar una respuesta social y gubernamental”

Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental que se celebra el 10 de octubre, el Science Media Centre España organizó una sesión informativa acerca de la salud mental de las personas jóvenes y la amenaza que suponen los deepfakes y el ciberacoso. En el encuentro, las expertas Esther Calvete e Irene de la Vega explicaron sus riesgos y posibles repercusiones, sus características y algunas herramientas para reducir su frecuencia e impacto.

10/10/2023 - 07:00 CEST
Acoso online

Los casos de acoso han aumentado con las redes sociales. Adobe Stock.

La población infantil y adolescente, que ha sufrido especialmente las consecuencias de la pandemia en su bienestar psicológico, se enfrenta desde hace un tiempo a la amenaza del acoso en redes sociales y mensajería y, más recientemente, a la difusión de imágenes falsas de carácter sexual creadas con sistemas de inteligencia artificial o deepfakes, como en el caso denunciado por madres de Almendralejo (Badajoz). Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental que se celebra el 10 de octubre, el Science Media Center España organizó una sesión informativa con expertas para hablar sobre sus características, riesgos y posibles soluciones. 

Esta experiencia de rechazo y humillación es una de las más dolorosas que podemos tener, especialmente en la adolescencia. Además, que suceda a través de redes sociales hace que sea más impredecible e incontrolable, y más estresante

Irene de la Vega

“Estamos viendo cada vez más episodios de abuso y acoso por redes sociales”, aseguró Irene de la Vega Rodríguez, facultativa especialista en Psicología Clínica del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Clínico San Carlos y miembro de la Sociedad Española de Psicología Clínica ANPIR. “Esta experiencia de rechazo y humillación es una de las experiencias más dolorosas que podemos tener, especialmente en la adolescencia, cuando se está formando nuestra identidad. Muchas veces se vive con un gran sentimiento de culpa, de vergüenza y de ruptura de confianza en el mundo. Además, el hecho de que suceda a través de redes sociales hace que sea más impredecible e incontrolable, y por tanto más estresante”.  

“Lo que tradicionalmente llamábamos bullying ahora es también cyberbullying”, explicó Esther Calvete, catedrática de Psicología en la Universidad de Deusto y líder del equipo Deusto Stress Research, especializado en salud mental, estrés, ansiedad y efectos del bullying online. Las formas de victimización son diferentes: pueden ser entre iguales por parte de compañeros, pueden suceder en relaciones de pareja o incluso con personas de mayor edad que se hacen pasar por adolescentes.  

Esto último “es lo que se conoce como grooming, e implica una suplantación de identidad con la que pueden llegar a conseguir material sexual de la víctima. Es mucho más frecuente de lo que la gente piensa. Nos estamos encontrando con que, de media, un 10 % de adolescentes han sido contactados”, aseguró Calvete. En general, “las redes sociales han hecho aumentar los casos de acoso porque lo facilitan, permiten el anonimato y evitan el enfrentamiento cara a cara”. 

No es solo una victimización en el patio del colegio, sino que se transmite de forma repetida y aumenta la sensación de exposición y humillación, generando mucha más ansiedad y transformación de los esquemas personales

Esther Calvete

En cuanto a los nuevos escenarios que están abriendo tecnologías de inteligencia artificial, como la difusión de imágenes falsas de carácter sexual, Calvete reconoce que es un paso más para el que todavía no estamos preparados, pero “el cyberbullying que hemos tenido en los últimos años también incluía manipular fotografías mediante herramientas como Photoshop, y su impacto es terrible. No es solo una victimización en el patio del colegio, sino que se transmite de forma repetida y aumenta la sensación de exposición y humillación, generando mucha más ansiedad y transformación de los esquemas personales”. 

En cuanto a si existen diferencias por cuestión de género, Calvete destacó que “no es un tema meramente femenino, a los chicos también puede afectarles”. En el caso del grooming, “las chicas son más contactadas por adultos enmascarados en internet, pero también sucede con los chicos, y es más probable que ellos caigan en la trampa y compartan materiales”, explicó. En cualquier caso, “las identidades de género más vulnerables y que clásicamente son más objeto de victimización son las de los colectivos homosexual y trans”. 

El impacto de estas situaciones, que es potencialmente muy estresante, también “depende de la persona y existen factores de protección y de vulnerabilidad”, explicó De la Vega. La situación previa de seguridad personal o la reacción de la familia y el entorno influyen en la respuesta, pero ambas expertas coincidieron en que “una victimización puede transformar en vulnerables a personas anteriormente sanas y bien integradas”. 

Las intervenciones no deben dirigirse solo a prevenir sufrir un daño, sino sobre todo a evitar que tenga lugar: es ahí donde debe ponerse el foco, en el agresor. Debe quedar claro que es algo reprobable

Esther Calvete

La solución no puede pasar por la prohibición total de los teléfonos móviles, que entre otras cosas son un elemento de socialización. “Es algo que no se puede plantear hoy en día, debemos aprender a convivir con ello y a regularlo, a sacar los máximos beneficios de una forma equilibrada”, afirmó Calvete. Según la experta, “las redes sociales tienen muchísimos beneficios, pero hay que regular el tiempo que se pasa en ellas, porque los peligros crecen a medida que este aumenta”. Aunque las consecuencias se manifiesten a nivel individual, “se trata de un problema de salud pública al que hay que dar una respuesta social y gubernamental”, recalcó de la Vega. 

Además, el uso de móviles está facilitando que niños y niñas tengan un acceso más temprano a materiales pornográficos, “y sabemos desde hace años que hay una asociación entre el consumo de este tipo de materiales y el riesgo de agresiones sexuales, porque muchas veces están aprendiendo sobre la sexualidad a través del porno”, explicó Calvete. “Lo que tenemos que hacer es dar educación sexual y adelantarnos. Es muy difícil restringir completamente el acceso al porno, pero su impacto va a ser menor si ya parten de una base educativa donde han visto formas saludables de relacionarse sexualmente”, completó. 

En cuanto a las posibles intervenciones educativas, ambas expertas coincidieron al afirmar que estas deben darse también online, que deben usarse las nuevas tecnologías para prevenir posibles riesgos de esas mismas tecnologías. Además, “las intervenciones no deben dirigirse solo a prevenir sufrir un daño, sino sobre todo a evitar que tenga lugar: es ahí donde debe ponerse el foco, en el agresor. Debe quedar claro que es algo reprobable”, explicó Calvete.  

La respuesta del grupo ante este tipo de hechos es muy importante y actúa como factor protector

Irene de la Vega

Un tipo de intervenciones que se están practicando con buenos resultados son las llamadas “intervenciones inteligentes”, que no se presentan como tales, sino como una petición a los adolescentes. “Les decimos que hacemos estudios e investigaciones, que hemos aprendido cosas sobre la conducta de la gente y que necesitamos su ayuda para transmitir esa información a gente de su edad. Hemos comprobados que funcionan muy bien, que disminuyen las agresiones y que ayudan a controlar el círculo de reactividad. Porque muchas veces no hay agresiones y víctimas puras, sino un toma y daca de respuesta y agresividad”. 

Finalmente, las expertas dieron unos consejos sobre lo que ellas recomendarían a quienes informan sobre este tipo de noticias. “Desde el periodismo es importante dejar claro que este tipo de conductas son graves, que pueden hacer mucho daño y que debemos evitar el efecto espectador. Se debe educar en ello porque la respuesta del grupo ante este tipo de hechos es muy importante y actúa como factor protector, se debe dejar claro que no se va a pasar por alto”, explicó de la Vega. Además, “la información debe tratarse de forma parecida a lo que se recomienda en casos de suicidio, evitando datos concretos y con ello posibles efectos de imitación”, añadió.

“El foco debe ponerse en la responsabilidad que tiene el agresor, y debe quedar claro que hay otras formas muy saludables de utilizar las redes sociales. Hay que mostrar esas formas alternativas”, concluyó Calvete. 

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