Este jueves, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba un acuerdo con Francia y Portugal para crear el “corredor de energía verde”, que conectará España, Portugal y Francia con la red energética de la Unión Europea. Según el Gobierno, el corredor contempla la creación de un gasoducto marítimo que conecte Barcelona con Marsella y que servirá para transportar gas natural, hidrógeno y otros gases.
Marcial González - corredor verde
Marcial González de Armas
Investigador en el departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Carlos III de Madrid
Lo que hace tan solo unos meses era considerado un proyecto sin sentido y descartado por falta de consenso, hoy se convierte en una realidad. Muchos pensarán que esto ha sido por un cambio sustancial en el proyecto, pero nada más lejos de la realidad. Simplemente ha sido un cambio de nombre y de imagen lo que ha hecho florecer un acuerdo entre España-Francia y Europa para tender un puente gasista entre la península y el resto de Europa.
Un proyecto que en sus inicios se planteaba como un gasoducto por el que circularía hidrógeno en un futuro, ahora es un hidroducto (un gasoducto de hidrógeno) por el que circulará gas en sus primeros años de vida. Este gasoducto viene aprobado con urgencia para resolver la crisis gasista que atraviesa Europa, una lástima que se espera terminar su construcción en 5 años, cuando el panorama energético europeo sea muy diferente.
Además, al proyecto no le acompañan unos planes fuertes de integración del hidrógeno en el panorama energético europeo. Por ahora es tan solo una anécdota que aún no hemos visto implantarse a gran escala, lo que me lleva más aún a pensar que vamos a tardar más de lo que pensamos en ver hidrógeno verde circulando por ese hidroducto.
La realidad está clara: Europa necesita gas y se ha visto en la necesidad de pintar como verde un proyecto que hace unos meses apartaban a un lado por no estar alineado con los objetivos de transición ecológica de la UE.
Por acabar destacando lo positivo, esa denominación obliga a impulsar la tecnología del hidrógeno y construir la tubería de forma que esté preparada para transportar hidrógeno desde el primer momento. Además, aumentar la interconexión energética de la península Ibérica con el resto de Europa es un paso que nos beneficia a todos. Lástima que eso sea a costa de invertir en infraestructuras que, al menos en un futuro a corto y medio plazo, servirá para seguir consumiendo combustibles fósiles.
José Ignacio Linares - corredor verde
José Ignacio Linares Hurtado
Profesor del Departamento de Ingeniería Mecánica y director de la Cátedra Fundación Repsol de Transición Energética de la Universidad Pontificia de Comillas
El acuerdo tiene dos vertientes: una a nivel del gas y otra de la electricidad. La novedosa como tal es la de la electricidad, por la que Francia se compromete a aumentar las interconexiones eléctricas, algo que debería haberse producido ya hace años. En cuanto a la vertiente del gas, la novedad no es tal, pues ya existe desde hace tiempo la iniciativa European Hydrogen Backbone, consistente en una infraestructura para transporte de hidrógeno en toda la UE.
A nivel de hidroductos, está previsto que de los 53.000 km de la red (2040), el 60 % proceda de la reutilización del sistema gasista actual y el resto sean nuevas infraestructuras. El coste medio, incluyendo los equipos de compresión (que han de ser nuevos) se estima en unos 100.000 millones de euros, y supondrá unos costes de transporte de entre 0,15 y 0,22 €/kg por cada 1000 km. En la web de esta iniciativa ya figuraba el MidCat como nueva infraestructura, así como nuevos hidroductos submarinos (por ejemplo, uno entre Barcelona y el norte de Italia). Por tanto, el acuerdo ha supuesto cambiar el MidCat por BarMar, pero no deja de ser una infraestructura ya prevista. Lo que sí ha permitido el acuerdo ha sido, aparentemente, vencer las reticencias medioambientales francesas a cruzar los Pirineos.
Se trata, por tanto, de una infraestructura de futuro, para transportar hidrógeno verde, ya prevista a nivel europeo que se ha adaptado para resolver una restricción medioambiental. Temporalmente puede emplearse para llevar gas natural, pero los plazos que se manejan no son adecuados para que resuelva, ni tan siquiera parcialmente, el problema actual.