El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) acaba de aprobar el estudio sobre medidas que frenen la crisis climática en el que llevan trabajando tres años más de 200 autores y autoras de todo el mundo. Se trata del informe del Grupo de Trabajo III y constituye la última pieza integrante del Sexto Informe de Evaluación del IPCC.
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Reacción a la publicación del sexto informe del grupo III (mitigación) del IPCC - Alejandro Caparrós
Alejandro Caparrós
Catedrático de Economía de la Energía en la Universidad de Durham (Reino Unido) y profesor de investigación del CSIC
El mensaje principal se resume en estos puntos. El primero es que han seguido aumentando muchísimo las emisiones en la última década, y esto implica que no estamos en la senda adecuada para llegar al objetivo del Acuerdo de París de aumentar solo 1,5 ºC o menos de 2 ºC. Tenemos que cambiar esto.
En cuanto a acuerdos internacionales, lo que tenemos en este punto es el Acuerdo de París, un cambio muy radical respecto al Protocolo de Kioto. En Kioto solo los países industrializados se comprometían a reducir sus emisiones, ahora todos los países envían sus promesas o pledges, que no son jurídicamente vinculantes; los países solo anuncian sin más cuánto van a reducir sus emisiones. La pregunta es si este nuevo sistema, el Acuerdo de París, nos lleva a una senda de conseguir el objetivo en el futuro.
Y esto lleva al segundo mensaje claro: no, con las pledges sobre la mesa ahora mismo estamos lejos de mantenernos en una subida de 1,5 ºC o incluso de 2 ºC.
En el capítulo 14 hay un gráfico que muestra que los pledges ahora son aproximadamente un tercio de lo que haría falta. Pero lo importante es que estamos muy lejos del objetivo.
Además, los compromisos de reducción de emisiones que tenemos son de países más desarrollados y son incondicionales, pero la otra mitad son condicionales, lo que significa que los van a cumplir siempre que tengan una transferencia de determinadas tecnologías y financiera. Esa transferencia no se está dando. Es decir, estamos muy lejos.
El informe también tiene una parte muy positiva. En eso nuestro capítulo incide mucho: ha habido una gran dinamización de la política del cambio climático, con sectores que han hecho compromisos, con ciudades, con más de 100 países que han enviado su compromiso de emisiones cero para el 2050, etcétera.
Es decir, lo que sí ha hecho el Acuerdo de París es dinamizar la política de cambio climático. Ha sido muy positivo.
También es muy positivo el hecho de que han bajado mucho los costes de mitigación, mucho más de lo que se esperaba hace 10 años. En especial en la generación de energía solar. Eso hace que, a pesar de que no estamos en la senda, el objetivo se ve como más alcanzable que nunca porque tenemos la tecnología y los costes han bajado de manera muy significativa.
El mensaje es que los próximos años son determinantes. No llevamos la senda adecuada, pero se ha hecho mucho más fácil que hace 15 años.
España está dentro de la Unión Europea y por tanto ha hecho un compromiso incondicional y además un compromiso de cero emisiones para el 2050.
La Unión Europea (incluida España) y Reino Unido son los países que más han avanzado en reducir sus emisiones, y lo han hecho de forma muy significativa en los últimos años.
Por un lado ha habido toda una serie de políticas que se han puesto en marcha. El sistema europeo de permisos de emisión ha sido una de las piezas claves de la política europea del cambio climático. Todas las empresas tienen que pagar ahora por emitir CO2 en la Unión Europea. También se han hecho otras políticas, muchas, y esa es la parte positiva.
Por otro lado también es cierto que si tuviésemos en cuenta lo que consumimos, ya no iríamos tanto por delante en la reducción de emisiones. Consumimos muchos productos que se hacen en China.
En Europa y España también ha habido una apuesta bastante clara por las energías renovables, que han aumentado de forma muy significativa en los últimos años y son responsables de parte de esa reducción de las emisiones.
Las centrales de carbón han ido desapareciendo en la Unión Europea, pero no tanto porque se haya impuesto un cierre, sino porque al haber puesto el sistema de permisos de emisión negociable, por el mercado no les merecía la pena ya operar. Hemos visto un cambio desde un uso muy intensivo del carbón, que se ha ido reduciendo, y un aumento de la energía renovable, donde en la eólica España ha tenido un papel muy importante; en solar también, pero eólica en especial.
Como economistas siempre comparamos beneficios con costes. Los modelos disponibles nos muestran que merece la pena luchar contra el cambio climático, sobre todo a escala global. El coste de no hacer nada es más alto que el coste de luchar contra el cambio climático.
Para un país concreto puede no ser el caso, pero si cogemos el mundo en su conjunto los costes de no actuar son muy superiores a los de actuar. Por ese motivo desde el punto de vista puramente económico lo racional es actuar contra el cambio climático si se hace de forma global.
Si miras solo los costes de lo que cuesta reducir las emisiones, sin mirar problemas asociados como aumento de inundaciones, es verdad que han bajado mucho esos costes. Sobre todo por la bajada espectacular de la energía solar, y también de la eólica. También de las baterías de los coches eléctricos. Son tecnologías que han bajado los costes a una velocidad muy alta. Alguna de las cosas que tenemos que hacer es pasar a electrificar el parque móvil.
Alejandro Caparrós es autor principal del informe del Grupo III del IPCC
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