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Reacción: nuevos datos demuestran que había animales susceptibles a la infección por SARS-CoV-2 en el mercado de Wuhan

Una investigadora francesa ha encontrado datos genéticos que muestran que había perros mapache, civetas y otros mamíferos susceptibles a la infección por SARS-CoV-2 a principios de 2020 en el mercado de Wuhan (China). Las conclusiones han sido presentadas al Grupo Asesor Científico sobre el Origen de Nuevos Patógenos (SAGO), un grupo de expertos convocado el año pasado por la Organización Mundial de la Salud. Los datos, recogidos por un equipo de científicos chinos, se encontraban en una base de datos llamada GISAID, pero no habían sido comunicados públicamente y han sido retirados. SAGO ha explicado el origen de estos datos y la historia de esta investigación en un comunicado el 18 de marzo.

17/03/2023 - 15:41 CET
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Ignacio González - mercado Wuhan

Science Media Centre España

La cuestión del origen del linaje viral SARS-CoV-2 que dio lugar a la pandemia de la covid-19 en humanos genera polémica política y científica. Es muy importante recordar que las comunidades de los políticos y de los científicos son diferentes; los criterios de verdad de la ciencia y de la política son diferentes; los objetivos de una explicación política y de una explicación científica son diferentes. Además, los métodos de la ciencia son más potentes para rechazar hipótesis que para confirmarlas, así que muchas veces la ciencia no puede proporcionar las certezas que la política le pide. O incluso las certezas que la sociedad le pide. Y este puede ser el caso para nuestra comprensión del origen de la circulación del SARS-CoV-2 en humanos, para el que los escenarios posibles son una zoonosis (el SARS-CoV-2 pasó de los animales a los humanos) o el escenario “el SARS-CoV-2 es un producto de un laboratorio que escapó a las medidas de contención”.  

Algunos equipos científicos utilizan la epidemiología molecular para describir primero e intentar comprender después cómo el SARS-CoV-2 comenzó a infectar a los humanos. Para ello se necesitan datos epidemiológicos (quién se infectó, cómo, dónde, cuándo), datos moleculares (las secuencias de los genomas del virus en cuestión al comienzo y a lo largo de la pandemia, las secuencias de otros virus próximos a él antes y durante la pandemia) y modelos matemáticos (funciones matemáticas que se parezcan a las curvas que hemos observado mientras seguíamos la pandemia, número de casos, número de fallecimientos, etc.). 
 
Sabemos mucho sobre la dinámica de las infecciones por SARS-CoV-2 una vez que la pandemia se estableció, pero sabemos muy poco sobre cómo el virus comenzó a infectar a los humanos. Sabemos poco, primero, porque es difícil buscar información a posteriori sobre un evento que uno no espera; y segundo, porque hay intereses políticos para dar una respuesta u otra. Y en este caso concreto, son las decisiones políticas (esencialmente en China) las que permiten acceder a los datos y que escogen qué datos se comparten y cuáles no. 
 
Sobre este punto, investigadores chinos recogieron entre enero y marzo de 2020 muestras en el mercado de Wuhan: muestras a partir de animales y también muestras ambientales (aguas negras, suelo, máquinas que arrancan plumas y jaulas). Buscaron restos de coronavirus en estas muestras y los secuenciaron. Con estos datos, un equipo de investigación chino concluía en 2022 que lo más probable era que el SARS-CoV-2 hubiera saltado de alguna especie o especies animales a los humanos, pero no permitió a otros equipos acceder a las secuencias para repetir los análisis. Algunas de estas secuencias han sido depositadas en los bancos de datos internacionales hace muy poco, pero con poca información epidemiológica (cómo, dónde, cuándo, quién). Ha sido una investigadora francesa, Florence Débarre, quien las ha encontrado “por casualidad”. Ella y otros investigadores estadounidenses proponen que estas nuevas secuencias son más compatibles con una zoonosis como origen del SARS-CoV-2. 

Personalmente, no sé si podemos dar una respuesta científica a la cuestión del origen del SARS-CoV-2, no sé siquiera si es una cuestión científica realmente o más bien de detective privado. Lo que sé es que es muy difícil que la respuesta que la ciencia pueda dar tenga el carácter de certeza que la sociedad o los políticos querrían. Muchas veces cuando la ciencia intenta comprender un problema, el resultado no es dar una respuesta, sino mostrar que el problema es más complejo de lo que se pensaba. Y a los políticos no les gustan los problemas complejos. 
 
Creo que lo realmente importante que debemos aprender de cómo hemos reaccionado a esta pandemia es cómo debemos prepararnos mejor para reaccionar ante la próxima pandemia, generada por un patógeno que probablemente no conocemos todavía, llamémoslo X, y no creo que lo estemos haciendo. Lo que debemos aprender es:  

  1. ¿Cuándo debemos dar la señal de alarma?, ¿a partir de cuántos casos nuevos de infección por X por día?, ¿a partir de qué tasa de mortalidad?, ¿cómo recogemos esta información rápidamente?, ¿cómo crear y mantener centros centinela que puedan detectar rápidamente que algo nuevo está pasando?, ¿cómo se conectan los centros centinela con los centros de decisión? 
  2. Durante el tiempo en el que no tengamos medicamentos específicos contra X, ¿qué intervenciones no farmacéuticas podemos hacer? ¿Un confinamiento es una solución? Si es el caso, ¿es mejor un confinamiento general o selectivo en la geografía (un barrio, una ciudad, una región, un país) o en las poblaciones humanas (niños, jóvenes, adultos, ancianos, inmunosuprimidos)? Tenemos que definir y decidir qué datos de X necesitamos conocer rápidamente (contagiosidad, mortalidad, presentación clínica de la infección y todo esto para diferentes segmentos de la población). 
  3.  ¿Cómo podemos desarrollar rápidamente medicamentos específicos contra X? ¿Qué capacidades de producción y de investigación son estratégicas y debemos conservar bajo nuestro control y cuáles podemos subcontratar/deslocalizar? ¿Cómo identificar y vigilar a los virus y bacterias emergentes que conocemos pero, sobre todo, cómo hacer para no dejar de estar alerta ante el patógeno X que está hoy por debajo de nuestro radar?  

De nuevo, una cuestión importante es que la ciencia no puede dar respuesta satisfactoria a la mayoría de estas preguntas. Primero, porque la ciencia intenta comprender, y no necesariamente generar certezas, hacer análisis de coste-beneficio o proponer decisiones. Y segundo, porque el tiempo de la ciencia no es el tiempo de la urgencia; el tiempo de la ciencia es el de la comprensión lenta, y el tiempo de la urgencia es el de la acción rápida. El tiempo de la ciencia, de la comprensión, es ahora, este momento privilegiado en el que no hay pandemia. 

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