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Reacción: un estudio arqueológico reconstruye la persistencia de la discriminación por género en Europa desde la Edad Media

Un trabajo ha analizado alrededor de 10.000 piezas dentales de 139 yacimientos arqueológicos en Europa datados en torno al año 1200 de nuestra era, en la Edad Media. Las diferencias entre las piezas de hombres y mujeres permiten establecer quiénes tenían mejores condiciones de vida y recibían más atenciones en cada lugar. Al comparar los datos con la situación contemporánea, concluyen que una mayor discriminación por cuestión de género en el pasado se correlaciona con una mayor desigualdad en el momento actual. Según los autores, esta persistencia se debe muy probablemente a una transmisión entre generaciones, ya que se interrumpe cuando hay un gran reemplazo de población. Los resultados se publican en la revista PNAS

13/03/2023 - 20:00 CET
 
Reacciones

Hernando - Género Europa

Almudena Hernando

Catedrática de Prehistoria y miembro del Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de Madrid

Science Media Centre España

El estudio publicado en la revista PNAS aporta una única novedad: defiende, con datos empíricos de indudable calidad, que existe una continuidad en el grado de desigualdad de género que caracteriza a las sociedades de determinados territorios europeos desde la Edad Media —cuando en la Edad Media había más desigualdad, sigue habiéndola a día de hoy en ese mismo territorio—.  

Sin embargo, considero que el trabajo adolece de un problema fundamental: atribuye esa continuidad a la transmisión intergeneracional de normas y valores —de padres/madres a hijos/hijas— que, según los autores, solo se había demostrado hasta ahora a lo largo de dos o tres generaciones. Con ello, equiparan estas normas a cualquieras otras —declaran que la desigualdad actual es, entre otras cosas, resultado de una ‘reliquia’ de normas de género anteriores a la modernidad—, sin tener en cuenta el carácter basal y estructurante de las normas de género en la construcción del orden social. Se trata del patriarcado, noción desconocida en este artículo.  

Esto explica, por ejemplo, que atribuyan la falta de persistencia de las normas de género entre las sociedades nativas americanas preconquista y las actuales de esos mismos territorios a la interrupción generacional, en lugar de pensar en los muy diferentes órdenes sociopolíticos característicos de ambas. Por último, desconocen la abundante evidencia generada desde la arqueología feminista para demostrar la presencia de esa desigualdad —y de la norma del género— desde la prehistoria.

El artículo estudia datos relativos a la desigualdad de género en la época medieval y en la actualidad en determinados territorios europeos para concluir que el grado de desigualdad inherente a la norma de género presenta continuidad en cada uno de ellos. La conclusión es que esa norma se ha transmitido generacionalmente a través de la educación de los niños y las niñas a lo largo de esos siglos, lo que demuestra que es una norma que puede haber perdurado más que otras.  

No hay objeción a esa conclusión, y sin duda, nunca sobran estudios que ayudan a reforzar la evidencia de la desigualdad de género que ha caracterizado históricamente a las sociedades europeas, así que bienvenido sea este estudio. Pero en mi opinión, cabe una objeción importante relativa a la relevancia del estudio. Por un lado, porque ¿qué es lo que aporta? ¿Demostrar que los valores de una sociedad se transmiten generacionalmente?, pues sí, claro, justamente es a eso a lo que llamamos cultura (¿en qué consiste, si no, la socialización?). Pero, sobre todo, por otro lado, porque considerar que demostrar una larga perduración de la norma de género constituye una aportación relevante de por sí, demuestra que se desconoce, ignora o diluye la diferencia esencial entre la norma de género y cualquier otra norma o valor social.  

A diferencia de las demás, la norma de género tiene un carácter estructurante del orden social, como ya demostraron feministas como Kate Millet desde los años 70, al referirse al "sistema sexo-género o patriarcado". Es por ese carácter estructurante por lo que perdura mientras existe continuidad histórica, para la que obviamente hace falta continuidad poblacional. De hecho, existe abundante bibliografía generada desde la arqueología feminista sobre la presencia de esa desigualdad desde etapas prehistóricas en esos mismos territorios, es decir, sobre la continuidad de la norma en las trayectorias históricas desde su inicio. Y parecería superficial atribuir a la interrupción demográfica la falta de continuidad de la norma, como hacen al comparar a las poblaciones nativas americanas y a la población norteamericana actual, en lugar de atribuirla a la fractura cultural que supuso la colonización. Diría que mi objeción tiene que ver con la profundidad del análisis, no con los datos en sí.

Declara no tener conflicto de interés
ES
Publicaciones
Persistence of gender biases in Europe
  • Artículo de investigación
  • Revisado por pares
  • Estudio observacional
  • Humanos
Revista
PNAS
Fecha de publicación
Autores

Damann et al.

Tipo de estudio:
  • Artículo de investigación
  • Revisado por pares
  • Estudio observacional
  • Humanos
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