Aunque el oro es químicamente inerte, es decir, que resiste a la decoloración y a la corrosión, sus aleaciones son menos resistentes. Este tipo de metal en forma de pan de oro está presente en la Alhambra de Granada. Dos investigadoras de la Universidad de Granada analizan en la revista Science Advances a qué se debe esta corrosión y por qué han aparecido nanoesferas de color púrpura.
Carolina Cardell, investigadora de la Universidad de Granada y coautora del estudio, muestra la transformación del pan de oro en tonalidades púrpuras en el Patio de los Arrayanes de la Alhambra. Autor: Universidad de Granada.
Maite Maguregui - Alhambra
Maite Maguregui
Investigadora y profesora Titular en el departamento de Química Analítica de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU)
En este artículo se presenta el estudio de una patología o deterioro un tanto peculiar y, por ello, poco estudiada: la corrosión del dorado de la yesería del conjunto monumental de la Alhambra. Este deterioro se manifiesta a través de una formación púrpura en el dorado. Las investigadoras presentan una metodología multianalítica acertada para poder determinar tanto la naturaleza como la distribución de los productos de corrosión presentes en el dorado. En este caso, la capa de estaño aplicada antes de ejecutar el dorado ha asistido la posterior formación de nanoesferas de oro depositadas en superficie provenientes de la capa de oro original. El color púrpura que se observa se asociaría a lo que técnicamente conocemos como resonancia de plasmones superficiales, el cual, a través de la presencia de nanopartículas metálicas (de oro en este caso), provoca un cambio de tonalidad en la superficie donde estas se encuentran depositadas. En este caso, el agregado de nanopartículas de oro se ha formado espontáneamente pero, en la actualidad, muchos investigadores se aprovechan de este fenómeno para, por ejemplo, tunear o modificar al gusto el color de materiales, detectar nanoplásticos en medioambiente mediante un cambio de color por su interacción con nanopartículas metálicas, etc.
Este trabajo demuestra que el uso de técnicas microscópicas y de análisis a baja resolución lateral resulta crucial para poder detectar y analizar partículas a escala micro y nanométrica. Resaltar también el acoplamiento de diferentes técnicas de análisis con el fin de determinar la naturaleza elemental y molecular. Esta unión de instrumentos resulta crucial si se quiere determinar la naturaleza de fases o productos de deterioro aleatoriamente distribuidos a escala microscópica. Por lo tanto, este artículo pone de manifiesto que, a pesar de partir de una buena propuesta para la investigación en conservación del patrimonio cultural, es necesario disponer de instrumentación de última generación para poder dar respuesta a los problemas que se plantean en este campo.
De manera adicional, este trabajo evidencia que, en muchas ocasiones, resulta crucial poder disponer de una muestra para estudiarla en el laboratorio. Teniendo en cuenta el valor histórico-artístico de los bienes patrimoniales, en algunas ocasiones, puede suceder que la toma de muestra sea restringida e incluso no autorizada. En la actualidad, existen numerosas alternativas portátiles basadas en técnicas de análisis no-invasivas, las cuales permiten el análisis directo de las superficies o materiales. En algunos casos, estas técnicas resultan suficientes para obtener resultados concluyentes. Sin embargo, cuando el material u objeto a analizar se encuentra estructurado en diferentes capas a escala microscópica (como el caso que nos ocupa) y se pretende estudiar qué sucede en cada una de ellas y cómo afectan al resto, resulta imprescindible realizar una toma de muestra. Sin un estudio estratigráfico, las autoras de este trabajo nunca hubiesen podido proponer la ruta de deterioro química descrita para explicar la patología estudiada.
Este estudio también pone de manifiesto que, en muchas ocasiones, no tienen por qué ser los factores o fuentes antrópicas ocasionadas por el ser humano las que promuevan el deterioro del patrimonio cultural. En este caso, y como apuntan las autoras, la propia humedad y el impacto del aerosol marino de manera difusa puede ser suficientes para asistir el proceso de deterioro descrito.
Por todo lo mencionado, este artículo presenta un claro ejemplo de cómo la ciencia aplicada al patrimonio cultural resulta crucial para comprender los mecanismos de deterioro y las causas que los originan. Esta información resulta extremadamente valiosa para posteriormente poder desarrollar estrategias de conservación adecuadas que permitan conservar joyas de nuestro patrimonio como, en este caso, la Alhambra.
Josefina Pérez Arantegui - Alhambra
Josefina Pérez Arantegui
Profesora titular del departamento de Química Analítica e investigadora del Instituto Universitario en Ciencias Ambientales de Aragón (IUCA) de la Universidad de Zaragoza
La Comisión Europea propuso en 2011 una definición de “nanomaterial” como aquel que contiene partículas que poseen una o varias de sus dimensiones externas con valores entre 1 y 100 nanómetros. Un nanómetro es un millón de veces más pequeño que un milímetro.
Aunque hablar sobre investigación en nanomateriales se ha generalizado en los últimos años, especialmente por el interés de muchas de sus aplicaciones, la humanidad ha empleado nanomateriales desde muy antiguo, producidos de forma natural o artificialmente. Las técnicas científicas de caracterización, que han ido perfeccionándose y ganando resolución en las últimas décadas, han permitido conocer en profundidad su composición y su estructura y comprender así los mecanismos de formación de estos nanomateriales históricos, sorprendiéndonos con la tecnología que se manejaba hace tantos siglos. Por ejemplo, algunas investigaciones datan la primera producción de vidrio rubí, debido a la presencia de nanopartículas de oro en su interior, en el siglo VII antes de nuestra era, basándose en unas tablillas asirias que hablan de la producción de “un coral artificial”.
La aportación que hace la investigación que ahora nos ocupa sobre la alteración de las decoraciones en oro de la Alhambra nos muestra, por un lado, la complejidad del trabajo realizado para crear estas extraordinarias obras de arte y, por otro, da argumentos para explicar cómo estas se degradan en determinadas condiciones para llegar a dar nanopartículas de oro. El estudio ha sabido conjugar la utilización de varias técnicas analíticas de microscopía de alta resolución, complementándose, para conocer a fondo el resultado de la corrosión de las decoraciones y plantear unos posibles mecanismos de formación que expliquen la aparición de esas “extrañas” coloraciones púrpuras. A pesar de la “nobleza” del oro, determinadas situaciones como son, en este caso, la humedad, la presencia de un contenido alto de cloruros y la suciedad llevan a su lenta descomposición, con fenómenos de oxidación y posterior reducción que han afectado seriamente a la obra de arte. El caso del color que vemos en el oro, como el de otros metales, es muy curioso porque depende del tamaño de sus partículas, pudiendo presentarse con colores rojos o púrpuras si estas tienen dimensiones de nanómetros, hasta verlo dorado cuando ya forma láminas.
Los resultados de esta investigación ponen de manifiesto la importancia de una adecuada conservación de nuestro patrimonio, evitando las condiciones que puedan alterarlo y, especialmente, en momentos como los actuales, donde pueden ser habituales temperaturas extremas o elevados niveles de contaminación. Aportan, además, por primera vez, las claves necesarias para comprender la aparición de estas alteraciones y, por tanto, para afrontar posibles restauraciones y una conservación adecuada de esta y de otras obras de arte con decoraciones de láminas de oro.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
Carolina Cardell e Isabel Guerra.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares