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Toni Gabaldón

Profesor de investigación ICREA y jefe del grupo de Genómica Comparada del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) y del Barcelona Supercomputing Centre (BSC-CNS)

Las dos líneas de investigación reconocidas con el Premio Nobel de Química de este año son claramente disruptivas. La función de una proteína depende de su estructura y esta, a su vez, de la secuencia. Las secuencias se pueden leer fácilmente, las estructuras llevan mucho esfuerzo determinarlas. El paso de una secuencia de aminoácidos a una estructura tridimensional en la célula depende fundamentalmente de las leyes de la física, que son conocidas, pero implican millones de interacciones y posibilidades. 

Desde hace décadas, pensábamos que podríamos llegar a reconstruir la forma en la que pliega una cadena de aminoácidos siguiendo esas leyes y todos los pasos se quedaron cortos. Hassabis y Jumper tomaron un atajo y usaron modelos de inteligencia artificial entrenados en bases de datos de estructuras ya determinadas por cristalografía. Aunque esté método es básicamente una caja negra que no explica el proceso de plegamiento, es capaz de predecir con sorprendente exactitud las estructuras sólo a partir de las secuencias. 

Alphafold es ya una herramienta imprescindible en la investigación biológica, donde ya ha abierto nuevos horizontes. Por su parte, Baker ha demostrado el poder de diseñar plegamientos que no existen en la naturaleza usando los mismos bloques de construcción que esta utiliza. En definitiva, ha abierto la puerta a una nueva química inspirada en la naturaleza con la capacidad de generar proteínas sintéticas con propiedades interesantes. 

ES