La última semana de abril de 2023 se convertirá con toda probabilidad en histórica a causa de las elevadas temperaturas máximas previstas, con cifras nunca registradas en esta época del año. Las últimas predicciones indican que esta semana alcanzaremos valores récord durante varios días consecutivos en gran parte de la península ibérica, con hasta 40 ºC en el valle del Guadalquivir. La masa cálida de origen atlántico subtropical se recalentará en la vertical de la península —superando los 20 ºC a 1.500 metros de altura sobre el sur y 25 ºC en el tercio este— debido a una dorsal anticiclónica a niveles medios-altos de la atmósfera y que se extenderá desde el norte de África.
Las características de la dorsal, favorecida en parte por una borrasca situada en el Atlántico Norte, son más propias de finales del mes de junio, lo que se traduce en un episodio de calor con dos meses de adelanto para la climatología propia de los años 90. Esto apunta en la misma dirección que los estudios más recientes sobre el cambio climático ya registrado. Por ejemplo, según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), cada década que pasa los veranos empiezan aproximadamente una semana antes y terminan unos tres días después. Eso significa que, en los últimos 50 años, el verano le ha ganado un mes a la primavera.
A las altas temperaturas del mes de abril e incluso de marzo se suma una sequía pluviométrica, caracterizada por su extensión y su duración, lo que se denomina un evento compuesto. Las temperaturas anómalas aumentan los valores de evapotranspiración agravando la falta de humedad y agua disponible, alcanzando valores de anomalías (SPEI trimestral inferior a -4) nunca antes registrados. Con cada semana sin precipitaciones suficientes, previas al verano, aumenta la severidad de la sequía en regiones cuya situación es ya crítica.
Para ilustrar la magnitud extraordinaria del evento, es suficiente con ver que el récord histórico en abril para Córdoba es de 34,0 ºC (18 abr. 2017). Entre el martes y el miércoles se espera que se superen los 35 ºC (más de 1 ºC de diferencia), y a finales de semana podrían superarse los 38 ºC (más de 4 ºC de diferencia respecto al récord anterior, de tan solo hace cinco años). Desde el punto de vista estadístico, es imposible de explicar sin el escenario actual de un cambio climático especialmente acelerado. Sabemos que los extremos aumentarán en la intensidad, duración y extensión espacial con tendencias significativamente crecientes.
Más aún, las proyecciones futuras de cambio climático no sólo confirman la tendencia observada, sino que además apuntan a un probable empeoramiento de las condiciones de calor extremo. El número de días cálidos en primavera (>30 ºC) se duplicarán o triplicarán en la mayoría de los casos.
En las primaveras de final de siglo, Ourense podría tener más días de calor que los que actualmente se registran en Málaga, y Valencia podría superar al número actual que se registra en Córdoba. En general, a mitad del siglo tendremos en muchos lugares del sur casi dos a tres semanas de media con temperaturas máximas superiores a los 30 ºC en primavera.
Con todo ello, los extremos de calor en primavera serán 4 o 5 ºC superiores a los actuales, pasando a engrosar así 1 o 2 meses más del verano ya de por sí más extendido. Vemos cómo los futuros extremos serán los que ahora consideramos prácticamente imposibles. Solo en el mes de abril habrá extremos que se situarán en 32 ºC a 35 ºC en varias ciudades andaluzas, cuando históricamente se observaba la primera temperatura máxima a principios de mayo en ciudades como Sevilla, ubicándose a mediados de abril o incluso a finales de marzo en Sevilla, Córdoba o Málaga para 2050 y finales de siglo.
La situación actual es solo el inicio de lo que podrá venir en las próximas décadas, lo que debe llevarnos a aumentar los esfuerzos realizados en estrategias de mitigación y de adaptación (mayores áreas verdes y sombreadas, eficiencia energética en edificios, evitar trabajar en exteriores con temperaturas extremas). Debe hacerse también una correcta gestión de estas situaciones multirriesgo, con mayor prevención y preparación de todos nuestros sistemas de alerta y emergencia.