La diversidad biológica es muy importante para los seres humanos. Las especies silvestres brindan servicios valiosos, como ayudar a retener la humedad del suelo, polinizar muchos cultivos y contribuir al control de plagas. Además de la diversidad entre ecosistemas y la diversidad de especies, los seres vivos dentro de una especie difieren genéticamente entre sí. Parte de esta diversidad permite que ciertos seres vivos sobrevivan y se reproduzcan mejor que sus congéneres. Cuando el medio ambiente cambia, por la llegada de nuevos competidores, patógenos o cambios climáticos, estas diferencias entre los seres vivos son la materia prima que permite a las poblaciones adaptarse.
La selección natural favorece a los seres vivos con características que los hacen más exitosos que sus pares. Cuando una población con una variación genética adecuada se enfrenta a un deterioro ambiental, como un clima cada vez más desfavorable, esta puede adaptarse a las nuevas condiciones. De lo contrario, la población deberá trasladarse a una nueva zona con condiciones adecuadas o desaparecerá.
Cuando una población con una variación genética adecuada se enfrenta a un deterioro ambiental, como un clima cada vez más desfavorable, esta puede adaptarse a las nuevas condiciones
En este sentido, el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), de la que los países de la Unión Europea son signatarios, reconoce la importancia de la diversidad genética dentro de las especies silvestres. Con la aceptación en 2022 del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, los países deben informar la proporción de poblaciones de cada especie que probablemente tengan una diversidad genética adecuada. Aunque esto constituye un paso sustancial hacia el reconocimiento de la importancia y la necesidad de monitorizar la diversidad genética, esta se aborda de manera aislada respecto a otros factores que afectan a la biodiversidad, como el cambio climático.
¿Cómo monitorizar la diversidad genética de las especies?
La monitorización genética de especies silvestres se realiza de varias formas, cada una con un objetivo diferente. Una es utilizar métodos moleculares para identificar qué especies han contribuido al ADN de una muestra. Esto incluye, por ejemplo, la identificación de la especie de origen en una muestra de carne de animales silvestres. Otra forma, por el contrario, produce indicadores de la diversidad genética en las poblaciones de una especie, y el muestreo y el análisis se repiten a intervalos, produciendo una trayectoria temporal de la diversidad genética de la población.
Monitorizar la diversidad genética puede alertar a los conservacionistas y a las administraciones sobre la pérdida de variación genética en poblaciones en riesgo por el cambio climático, permitiendo así una participación oportuna en la gestión. Estos datos genéticos pueden complementar la información demográfica sobre las tendencias numéricas de la población. El seguimiento de la diversidad genética es cada vez más factible debido a la disminución de los costes del análisis genético. Además, estos datos pueden ayudar a centrar los esfuerzos para mejorar la calidad del hábitat y la conectividad donde más se necesitan.
El impacto del cambio climático
Son numerosas las investigaciones que indican que el cambio climático afectará a la idoneidad del hábitat para muchas especies, lo que probablemente conducirá a extinciones locales, cambios en la distribución geográfica de las especies y alteración de la prestación de servicios ambientales. En simulaciones por ordenador, la variación genética de las poblaciones de algunas especies ha conseguido reducir estos impactos.
Las poblaciones también varían en su exposición al riesgo del cambio climático y aquellas que se encuentran a la vanguardia de las condiciones adecuadas tienen un riesgo relativamente alto. No es sorprendente que se encuentren variantes genéticas ventajosas para futuras condiciones cálidas y secas donde el clima se encuentra actualmente cerca de los límites de tolerancia de las especies para estas condiciones. Sin embargo, se pueden perder variantes ventajosas mediante diversos procesos. Monitorizar la diversidad genética puede ayudar a indicar cuándo es necesaria una acción de gestión para conservar la valiosa variación genética que se conserva en estas poblaciones.
Como hemos comprobado en la investigación publicada en Nature Ecology & Evolution, medir la diversidad genética necesitará una expansión sustancial para abordar los impactos potenciales del cambio climático en esta diversidad. En particular, los esfuerzos de seguimiento en los países de la UE tienen poca relación con los riesgos que plantea el cambio climático para las especies y muchos países de la UE han realizado poco o ninguna monitorización genética.
Los esfuerzos en los países de la UE tienen poca relación con los riesgos que plantea el cambio climático para las especies y muchos países han realizado poco o ninguna monitorización genética
Además, si bien los países más grandes de la UE generalmente han dedicado mayores esfuerzos que los países pequeños, se han realizado pocas mediciones en el sureste de Europa, a pesar de que esta área tiene una mayor diversidad biológica que el norte del continente. El esfuerzo tampoco está linealmente relacionado con la riqueza nacional y muestra poca relación con el riesgo de las especies debido al clima.
Esta actividad se puede mejorar y que sea más detallada respecto a los impactos del cambio climático. Así, la monitorización debe centrarse primero en las especies y poblaciones que enfrentarán los impactos del cambio climático y abarcar todos los gradientes climáticos que ocupan las especies. Eso significa que es necesario incluir las poblaciones cercanas a los límites de la tolerancia ambiental de las especies. Por lo tanto, los programas de monitorización deberían ser internacionales y colaborativos. También es necesario evaluar la variación genética en los genomas completos de las especies para identificar variantes genéticas beneficiosas y sus distribuciones geográficas. Las predicciones de los modelos informáticos sobre los impactos del cambio climático en la variación genética deberían contrastarse con las tendencias genéticas reales.
Por último, es necesario involucrar desde el principio a las partes interesadas relevantes, incluidas las autoridades nacionales y regionales, las comunidades de investigación, las consultorías y las organizaciones conservacionistas, al planificar el seguimiento de la diversidad genética.