Una investigación en la que analizaron datos de más de 100.000 personas de Reino Unido con un seguimiento de casi una década concluye que una mayor ingesta de azúcares libres –azúcares añadidos o los presentes de forma natural en la miel y el zumo de frutas– se asocia a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. El estudio se publica en BMC Medicine.
Milagros Rocha - azúcares
Milagros Rocha
Investigadora senior de FISABIO-Hospital Universitario Dr. Peset
Las enfermedades cardiovasculares (ECV), que incluyen afecciones como la cardiopatía isquémica (CI) y el ictus, son una de las principales causas de muerte a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 17,9 millones de personas murieron por ECV en 2019, lo que representa el 32 % de todas las muertes mundiales. Se trata de un importante desafío para la salud pública y se están realizando esfuerzos para prevenirlas y controlarlas a través de cambios en el estilo de vida, la gestión de los factores de riesgo y la intervención médica oportuna.
Entre estos cambios en el estilo de vida, cada vez hay más pruebas de que la calidad de los hidratos de carbono consumidos puede ser un factor más determinante del resultado de la enfermedad cardiovascular que la cantidad consumida. En este sentido, la investigación realizada por Kelly et al. arroja luz sobre la relación entre los distintos tipos y fuentes de hidratos de carbono de la dieta y el riesgo de enfermedad cardiovascular. El estudio de cohortes publicado en la prestigiosa revista BMC Medicine, para llegar a su conclusión presenta indicadores de alta calidad no solo por el tamaño de la muestra, sino también por los factores de confusión que se tuvieron en cuenta, como el origen étnico, la educación, la ingesta de alcohol, el tabaquismo, la actividad física, el estado menopáusico, el índice de masa corporal, la ingesta de ácidos grasos saturados y la ingesta media diaria de energía y frutas y verduras. El estudio incluyó a un total de 110.497 personas del Reino Unido y tuvo un periodo de seguimiento medio de 9,4 años, durante el cual se produjeron 4.188, 3.138 y 1.124 casos de ECV total incidente, cardiopatía isquémica e ictus total, respectivamente.
Los resultados mostraron que la ingesta global de hidratos de carbono no estaba relacionada con los resultados de las enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, una mayor ingesta de azúcares libres se asoció positivamente con la enfermedad cardiovascular total (7 %), la cardiopatía isquémica (6 %) y el ictus (10 %). Por otro lado, mediante modelos estadísticos ajustados pudieron establecer que un aumento de 5 g/d en la ingesta de fibra y la sustitución del 5 % de la energía procedente del almidón de cereales refinados por almidón de cereales integrales reducían el 4 % y el 6 % de las enfermedades cardiovasculares totales, respectivamente. Se obtuvo un efecto similar al sustituir los azúcares libres (todos los monosacáridos y disacáridos añadidos a los alimentos, además de los azúcares presentes de forma natural en la miel, los jarabes y los zumos de fruta no azucarados) por azúcares no libres (en su mayoría presentes de forma natural en frutas, verduras y productos lácteos), registrándose una reducción del 5 % de las enfermedades cardiovasculares totales y del 9 % de los accidentes cerebrovasculares. Por último, la asociación entre la ingesta de azúcares libres y los triglicéridos en todas las subclases de lipoproteínas podría estar potencialmente implicada en el aumento del riesgo de cardiopatía isquémica, mientras que los mecanismos subyacentes al aumento del riesgo total de ictus siguen sin estar claros.
En resumen, la calidad, más que la cantidad, de los hidratos de carbono podría ser un factor determinante para mantener a raya el riesgo cardiovascular.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Estudio observacional
- Humanos
Rebecca K. Kelly et al.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Estudio observacional
- Humanos