Investigadores de Estados Unidos han probado una nueva técnica para seleccionar espermatozoides y con ello aumentar las posibilidades de que el embrión sea de uno u otro sexo. La eficacia demostrada ronda el 80 %. Aunque algunos países como Estados Unidos permiten este tipo de procedimientos, en España están prohibidos salvo en casos de prevención de enfermedades ligadas a cromosomas sexuales. Los autores del artículo afirman que la selección de espermatozoides es más aceptable éticamente que la selección de embriones. Los resultados se publican en la revista PLOS ONE.
Rocío Núñez - sexo embriones
Rocío Núñez Calonge
Bióloga especialista en Reproducción humana y directora Científica en UR International
El estudio sobre la nueva técnica para seleccionar el sexo de los espermatozoides está escrito por uno de los principales pioneros en reproducción asistida, el profesor Palermo, al que se atribuye el descubrimiento del ICSI o microinyección espermática. Es un estudio bien diseñado, con un alto número de casos, de buena calidad científica. La revista en cuestión, de todas formas, no publica cualquier cosa ni trabajos que no tengan calidad.
En principio no me ha parecido que sea un tema muy novedoso puesto que, como los mismos autores apuntan, existen muchos trabajos ya antiguos sobre el mismo tema. La novedad se encuentra en realizar dos grupos utilizando diagnóstico genético preimplantacional (PGT-A) para estudiar anomalías cromosómicas de los embriones resultantes, y en uno de los dos grupos emplear la técnica de selección de espermatozoides que ellos proponen. De esta forma, comparan entre los dos grupos si la técnica de selección de espermatozoides para un sexo determinado es útil y segura y no se encuentran más anomalías cromosómicas tras su uso.
Los resultados del estudio confirman que se puede seleccionar un sexo determinado con un 80 % de probabilidad y de forma segura, ya que la técnica, que es muy sencilla, no afecta a la carga genética del embrión.
Sin embargo, ellos proponen que esta técnica pudiera utilizarse tanto para parejas que quieren seleccionar el sexo del bebé por deseo personal como por motivos médicos cuando existe una enfermedad ligada al sexo, y que eso sería más ético que emplear PGT [test genético preimplantacional].
Desde un punto de vista meramente médico, el empleo de esta técnica cuando existen enfermedades ligadas al sexo (como, por ejemplo, la hemofilia), no sería adecuado, ya que un 80 % de probabilidades deja a la pareja un 20 % de posibilidades de que el bebé no sea del sexo escogido, dando lugar a una persona con la enfermedad. Sin embargo, si la selección es únicamente por motivos personales, este margen de error sería asumible.
Además, ellos mismos hablan de una limitación importante, y es que no se sabe cuál es el sexo del embrión que se escoge para transferir. Puede ocurrir que, entre varios embriones obtenidos, aunque la mayoría sean del sexo que se ha querido obtener, se escoja el incorrecto. Desde el punto de vista ético, ¿qué ocurre con el resto de los embriones que no se eligen? ¿Cuál sería el destino de estos?
Por ello, no parece que resuelva los posibles problemas éticos que ya de por sí plantea el uso del PGT en este sentido.
En España no está permitida la selección de sexo excepto por razones médicas. Cuando se hizo la ley en el año 1988 se planteó esta cuestión basándose en la posible selección que determinados colectivos podrían hacer en detrimento del otro sexo y que conllevaría un desequilibrio en la población.
Actualmente no tiene mucho sentido esta prohibición, ya que la selección de sexo la realizaría un pequeño grupo de pacientes por motivos personales, y no supondría un desequilibrio poblacional.
La utilización de la técnica propuesta por los autores puede ser algo muy útil en los centros de reproducción asistida ya que es muy sencilla (prácticamente igual a lo que habitualmente se realiza para la preparación de semen en los laboratorios), y puede facilitar a las parejas que lo deseen aumentar la probabilidad de obtener un niño del sexo deseado. Eso sí, solo se trata de un aumento de esa probabilidad. Habría que informarles bien de antemano y no ofrecer certezas.
Urries - Sexo
Antonio Urries
Director de la Unidad de Reproducción Asistida del Hospital Quirónsalud de Zaragoza y presidente de la Asociación para el Estudio de la Biología de la Reproducción (ASEBIR)
El objetivo, planteamiento y diseño del artículo es adecuado, aunque su utilidad práctica es limitada por diversos motivos. En primer lugar, su efectividad es limitada (alcanza únicamente el 80 %) y ya existen otros procedimientos con una efectividad similar. Por otra parte, se fundamenta en los mismos principios hasta ahora contemplados, como es la diferencia de densidad entre el espermatozoide que contiene el cromosoma “X” respecto al que contiene el “Y”, por lo que tampoco aporta ningún punto diferencial en ese aspecto frente a lo ya existente. Por último, en referencia a la técnica utilizada y su reproducibilidad, no se puede valorar ya que no indica la técnica específica utilizada. En resumen, en mi opinión no aporta un valor añadido frente a lo ya existente más allá del impacto social que noticias como esta pueden tener.
No comparto [como dicen los autores] que sea más éticamente aceptable hacer una selección del sexo mediante el estudio del espermatozoide en vez de un diagnóstico sobre el embrión, ya que el condicionante ético considero que viene por el concepto en sí de “selección a la carta”, más que por la técnica utilizada. Incluso desde el punto de vista de su eficacia, en la actualidad sería más ético hacer el diagnóstico sobre el embrión que sobre el espermatozoide por su mayor fiabilidad.
Debemos tener en cuenta que la Ley de Reproduccion Asistida (Ley 14/2006) en España considera Infracción Muy Grave la selección de sexo sin indicación, con una sanción que puede ir desde los 10.001 euros hasta un millón. Y es justo en ese concepto de “indicación” donde radica la limitación. La voluntad, por parte de una mujer o pareja, de tener un hijo de uno u otro sexo no puede considerarse una indicación médica. La ley 14/2006 de Reproducción Asistida indicaba claramente que la reproducción asistida debía tener una indicación clínica, y por ello permitía realizarla para evitar la transmisión de enfermedades hereditarias graves ligadas al sexo, como por ejemplo la hemofilia, alguna distrofia muscular como el Duchenne o el síndrome X frágil. La justificación radicaba en que los varones tenían una probabilidad alta de manifestar la enfermedad (50%), mientras que las mujeres siempre resultarían sanas.
Es de destacar que en esos momentos desconocíamos la mutación que originaba la enfermedad, por lo que no podíamos utilizar otros procedimientos más directos aun sabiendo que con esa selección de sexo también estábamos descartando un 50% de varones que hubieran sido sanos. Actualmente ya no se suele realizar en estos casos, ya que somos capaces de detectar la mutación sin necesidad de tener que seleccionar el sexo. En mi opinión, el permitir o no la aplicación de este tipo de selección sin indicación médica debería partir de un análisis profundo de la propia sociedad, analizando si en ese momento podría haber un desvío poblacional hacía uno u otro sexo como en su momento ocurrió en China. Una solución intermedia podría ser permitir la selección de un segundo hijo siempre que fuera de sexo distinto al primero.
En mi opinión, este trabajo no mejora la eficacia de técnicas ya existentes y tampoco aporta novedades en el procedimiento “de base”, aunque no se puede valorar en detalle, ya que no describe el procedimiento utilizado. Únicamente podemos destacar el impacto social que noticias como esta pueden tener pero que, en España, tienen poco recorrido dada la legislación vigente.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- No aleatorizado
- Ensayo clínico
- In vitro
Cheung et al.
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- Ensayo clínico
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