¿De qué hablamos cuando hablamos de jornada continua o partida?
La jornada continua, también llamada intensiva, implica que todas las horas lectivas se agrupan en horario de mañana. La jornada partida, en cambio, las distribuye entre la mañana y la tarde e incluye una pausa larga para comer.
¿Cuántos colegios tienen jornada continua o partida en España? ¿Varía la proporción si son públicos o privados/concertados? ¿Los horarios son diferentes en primaria y secundaria?
No existen datos oficiales que permitan conocer con exactitud la distribución de los horarios. Sin embargo, la jornada continua parece ser ya mayoritaria en educación infantil y primaria en las escuelas públicas de todas las comunidades autónomas salvo en Cataluña y País Vasco, donde se establece que debe ser obligatoriamente partida.
Desde Maldita.es pidieron los datos a todas las comunidades a principios de 2023. Recibieron respuesta de 12 de ellas en cuanto a las escuelas públicas y de siete respecto a las privadas/concertadas. En global, un 81 % de las escuelas públicas que respondieron tienen jornada continua en infantil y primaria —en algunas comunidades como Murcia, Extremadura y Canarias es el 100 %—. En las privadas/concertadas, la proporción se invierte: el 77 % tienen jornada partida.
En educación secundaria es aún más difícil disponer de datos concretos, pero la jornada continua es la mayoritaria. De nuevo, es solo en Cataluña y País Vasco donde se está tratando de apostar más por la jornada partida.
¿Qué dicen los estudios sobre el efecto de cada tipo de jornada en los resultados académicos?
En general, no existen demasiados trabajos y los métodos empleados no permiten sacar conclusiones sólidas. Marta Ferrero, profesora y vicedecana de investigación y transferencia en la facultad de Formación de Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid y que ha sido maestra y orientadora con anterioridad, afirma al SMC España: “Hay que ser prudentes, porque no hay mucha investigación a nivel nacional ni internacional y los estudios suelen ser de tipo correlacional, no causal. De hecho, se está perdiendo una oportunidad magnífica en estos momentos: tenemos un laboratorio natural con colegios muy similares que están optando por jornadas diferentes, pero no se está aprovechando para realizar estudios que permitan analizar sus resultados. Eso sí, los datos de los que disponemos no apuntan en ningún momento a que haya un beneficio con la jornada continua”.
En general, las investigaciones señalan que la jornada partida se asocia con mejores resultados académicos. Un estudio realizado en los años 90 por la Consejería de Educación de Galicia mostró que había entre un 10 y un 20 % más de fracaso escolar en los centros con jornada continua. En Andalucía, un trabajo de 2002 observó un mayor rendimiento en los alumnos que seguían un horario de jornada partida: en estos centros, el porcentaje de alumnos sin problemas en ninguna materia era un 8 % superior al de los alumnos en centros con jornada continua. Un estudio realizado por la Consejería de Educación de Madrid con alumnos de 6º de primaria en 2014 encontró que los alumnos con horario partido tenían mejores resultados (6,9 frente a 6,7 en las pruebas de conocimientos y destrezas indispensables CDI, resultados que ya se habían observado en 2008 y 2010). En cuanto a los informes PISA, y como se recoge en un informe de la Fundación Bofill (y como se ha apreciado en algunos estudios exploratorios), “la compactación horaria no parece haber dado una respuesta satisfactoria a las expectativas iniciales de mejora del rendimiento escolar en las comunidades autónomas en las que se ha implantado la jornada continua”.
Uno de los problemas de estos estudios es que podrían estar sesgados por el nivel socioeconómico de las familias, ya que se ha observado que a mayor nivel, más tendencia a la escolarización en centros con jornada partida. Un trabajo de 2019 realizado en Madrid intentó desentrañar esta relación a partir de las notas medias en matemáticas de alumnos de 3º de primaria. Los alumnos de centros con jornada partida tenían una nota media de 7,16, frente a 6,77 de aquellos en jornada continua. Si se analiza por nivel socioeconómico, la nota sigue siendo más alta para alumnos de jornada partida de niveles bajo, medio-bajo y medio. En cambio, es levemente más baja en los de niveles socioeconómicos medio-alto y alto.
¿Qué concluyen las investigaciones sobre el efecto de cada tipo de jornada en la atención y la fatiga del alumnado?
Uno de los argumentos que suele usarse a favor de la jornada continua es que a primera hora de la tarde es el momento en que más caen los niveles de atención. Sin embargo, la mayoría de estudios contradice esa afirmación. En la etapa de infantil y primaria, aunque hay variaciones en las horas de máxima atención según la edad, la mayor fatiga y menor capacidad de atención tienden a darse a última hora de la mañana en la jornada continua. Un estudio de 1993 en Galicia detectó el pico de mayor cansancio en este tipo de jornada entre las 13 y las 14 horas, cuando el 47 % de los alumnos reconocían sentirse fatigados. El pico de fatiga en la jornada partida se dio entre las 16 y las 17 horas, y afectaba solo a un 27 %. Según comentó Ferrero en un encuentro con periodistas organizado por el SMC España, “la curva general de atención se acerca a la organización de la jornada partida y, desde luego, no se ajusta a la continua”. Así lo recogió también en un comunicado la Sociedad Valenciana de Pediatría, que manifestó que en el diseño de la jornada “deben participar todos los estamentos implicados, (…) [pero] sería un error obviar las enseñanzas derivadas de la cronobiología, la cronopsicología y la crononutrición”.
¿Qué evidencias hay sobre los patrones de sueño?
Aunque muchos de los estudios e informaciones se centran en las etapas de infantil y primaria, es bien conocido que en los adolescentes el patrón de sueño cambia y se retrasa, lo que lleva a pensar en la conveniencia de empezar más tarde la jornada escolar. Sin embargo, la jornada continua, casi completamente generalizada en España a estas edades, implica que muchos institutos comiencen las clases antes de las 9 de la mañana. “Al tener mayor autonomía, sus horarios no afectan a las familias como lo hacen los de infantil y primaria, pero habría que prestarles una atención especial: sus patrones de sueño no se ven beneficiados por horarios tan tempranos”, asegura Ferrero. Según comentó Daniel Gabaldón, sociólogo educativo y profesor de Sociología de la Educación en la Universidad de Valencia, durante el encuentro con periodistas, “a la secundaria le conviene la jornada partida, pero si tiene que ser intensiva, que sea vespertina”.
¿Cómo influye el tipo de jornada en el bienestar socioafectivo del alumnado, según las investigaciones?
Aunque influye más la calidad que la cantidad de horas, un mayor tiempo en la escuela suele asociarse en general con un mayor rendimiento, particularmente entre los estudiantes de ambientes más desfavorecidos. Del mismo modo, diversos estudios internacionales muestran que las reformas que promovieron escuelas a tiempo completo se asociaron con mejoras en indicadores socioemocionales y de comportamiento, especialmente también en hogares de nivel de renta más bajo. En estos casos, además, comer en la escuela favorece la calidad de la alimentación. Sin embargo, aunque en España el 72,5 % de los centros educativos públicos de primaria tienen comedor escolar, solo un 38,6 % del alumnado de dichos centros es usuario del comedor.
Según un informe de Save the Children, son más los niños, niñas y adolescentes que acuden al comedor escolar en centros educativos concertados y privados, a pesar de que hay mucho más alumnado en situación desfavorecida en la red pública. “Existen muchos beneficios si se elige la jornada partida y se dispone de servicio de comedor”, afirma Ferrero. “La escuela pública está al servicio de familias con perfiles muy diversos y, como tal, puede servir de escudo protector frente a realidades adversas y promover el bienestar de su alumnado. La labor de los centros es educar, pero también tienen una función social clave y pueden favorecer la equidad en muchos sentidos”, añade.
Una de las críticas que se suelen esgrimir hacia la jornada partida y el servicio de comedor es que es durante las horas no lectivas cuando suelen producirse más episodios de acoso y bullying. Sin embargo, para Ferrero, “esto es tomar la parte por el todo”. “No creo que se trate de eliminar esos momentos, sino de desarrollar proyectos de patio y comedor, porque son también un tiempo de aprendizaje. Además, en el caso de la jornada continua suele ser un auxiliar de comedor a quien encuentran los padres y madres en el momento de la recogida, pero no se habla del valor pedagógico que tiene que el tutor/a recoja con sus alumnos lo vivido y aprendido también durante la segunda parte del día; o que tanto él o ella como las familias tengan la posibilidad de encontrarse y compartir información importante, si la hubiera. Son cuestiones importantes que no suelen tratarse ni debatirse”.
¿Qué tipo de jornada existe en otros países de Europa?
Según un informe de la Fundación Bofill, existe “la creencia de que la jornada intensiva es muy común en Europa”, lo cual “ha ayudado a difundir la imagen de mayor modernidad respecto a la obsoleta jornada partida, al tiempo que ha justificado su extensión”.
Sin embargo, la realidad es que la jornada intensiva es minoritaria en Europa. Según Ferrero, ahora mismo “España es una anomalía”. Incluso países como Alemania, que tradicionalmente sí tuvieron una jornada de tipo intensivo, introdujeron cambios ante problemas como los bajos resultados académicos y las desigualdades (incluyendo desigualdades de género) fuera del horario lectivo. El paso a una jornada de tipo flexible a tiempo completo parece haber mejorado los resultados educativos, la equidad y el bienestar del alumnado, según la directora de la Fundación alemana para la infancia y la juventud.