Aunque se oye mucho hablar del término incendio extremo, sería más apropiado hablar de comportamiento extremo en cuanto a velocidad o intensidad, según Cristina Montiel Molina, catedrática de Análisis Geográfico Regional y directora del grupo de investigación Geografía, Política y Socioeconomía Forestal en la Universidad Complutense de Madrid. En una sesión informativa celebrada el pasado martes por el Science Media Centre España, la investigadora recordó que un incendio es un fuego que se propaga sin control.
En cuanto al término megaincendio, se acuñó a partir de la quinta generación de incendios, pero no existe una definición 100 % estandarizada, explicó Mariona Borràs, ingeniera de montes y responsable del área de Base social y Comunidad de la Fundació Pau Costa. “La superficie no es un parámetro que define un tipo de incendio”, sino que se tienen en cuenta más parámetros como velocidad, intensidad, altura de llamas, agregó Borràs. "Un gran incendio forestal es aquel que está fuera de capacidad de extinción”, por muchos recursos que se pongan. Solo se consigue abordar cuando ocurre un cambio de combustible o mejoran las condiciones meteorológicas. "Poner etiquetas es difícil”, advirtió Borràs. “Se tiene que esperar la evolución y cómo acaban los incendios” para identificarlos.
Montiel también aclaró las características de las diferentes generaciones de incendios. La clasificación desarrollada por Marc Castellnou, bombero de Cataluña y analista de incendios, permitió transmitir que hay que luchar contra los incendios de forma distinta, porque su comportamiento estaba cambiando. Pero “el concepto de generaciones no significa que haya una sucesión, y que cuando estamos en la sexta ya no tenemos de la tercera generación”, insistió Montiel. Al contrario, las generaciones de incendios “conviven y coexisten”, dijo la investigadora. En este artículo que publicamos en 2023 puedes ver los rasgos de cada generación.
Cómo influye el cambio climático en estos fenómenos
El cambio climático es un factor importante en la aparición de los diferentes tipos de incendios, potenciando los efectos del cambio de paisaje, explicó Montiel. El mes pasado fue el junio más cálido registrado en Europa occidental, según datos de Copernicus, con una temperatura media 2,81 ºC por encima de la del periodo 1991-2020. El calor seguía siendo extremo el 1 de julio, cuando se originó el incendio de la provincia de Lleida que acabó con la vida de dos personas y cuyo comportamiento fue extremo, como explicábamos en este artículo.

“El cambio climático tiene muchas manifestaciones: una de ellas es precisamente ese comportamiento extremo de las situaciones meteorológicas", dijo Montiel. “Es el principal vector que está influyendo, no determinando, sino condicionando el comportamiento diferente de estos megaincendios”, añadió.
Frente a estos fenómenos, se necesita más investigación para guiar las actuaciones de emergencia, remarcó Borràs. “Hay un déficit de modelos, de inversión en ciencia e investigación”, afirmó la ingeniera, para entender el comportamiento de las convecciones, su formación y evolución. Sin estas herramientas, los servicios de extinción “van un poco a ciegas”, dijo en la sesión informativa.
Para reducir la vulnerabilidad y prevenir incendios, las medidas de planificación y gestión del territorio son insuficientes, lamentó Montiel. “Los efectos de esas medidas son escasos”, subrayó. A su juicio, falta coordinación y corresponsabilidad entre distintos sectores, desde propietarios y comunidades de vecinos hasta ayuntamientos y otras administraciones públicas. “No es un asunto solamente de bomberos o de protección civil”, destacó.