¿De dónde proceden “estos niños”?
Se trata de ciclos climáticos naturales que llevan produciéndose millones de años. “El Niño es un calentamiento anómalo de las aguas del Pacífico Ecuatorial que, en su desplazamiento hacia el este, se encuentran con el istmo centroamericano y se bifurcan. La rama más importante va hacia el sur recorriendo las costas de Ecuador, Perú y Chile”, explica al SMC España el catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona Javier Martín-Vide.
Aunque es un proceso oceánico, también tiene un impacto en la atmósfera. “La atmósfera se comporta muy a menudo tal y como es la temperatura superficial de las aguas marinas, y las aguas marinas cálidas la inestabilizan porque calientan el aire que hay sobre ellas, que se eleva y puede condensar su vapor y producir nubes y precipitaciones”, continúa el científico.
¿Esto afecta a todo el planeta?
“Hace cien años se pensaba que esto era un fenómeno regional, pero hoy sabemos que cuando se produce un fenómeno de El Niño, o su opuesto La Niña -con aguas más frías de lo normal-, resulta que en lugares muy alejados se producen a veces lluvias torrenciales o sequías muy severas”, expone Martín-Vide.
“Tiene muchos efectos y es un sistema relativamente complejo y más impredecible de lo que se piensa”, apunta al SMC España Darío Redolat, consultor en cambio climático y meteorología de la Fundación para la Investigación del Clima. “Sobre todo conforme nos alejamos de la cuenca del Pacífico”. El Niño es un exceso de calor que, aunque parezca ligero por ser de entre 1 y 2 ºC, supone una gran reserva energética porque el océano es muy extenso y este calor se vierte sobre la atmósfera.
“Los efectos más evidentes se ven en la cuenca pacífica, sobre todo en Sudamérica”, explica Redolat. “En las costas de Perú, Ecuador y Centroamérica tiende a haber más nubosidad y lluvias, y en invierno puede generar efectos más evidentes en Norteamérica y debilitar el monzón en Asia Oriental, donde se producen períodos secos más contundentes y largos”.
Es, por lo tanto, un fenómeno que afecta prácticamente a todo el mundo aunque a veces con un desfase temporal de semanas o incluso meses. “Es la mayor teleconexión que hay en el planeta porque conecta regiones muy alejadas y es el principal modo de conexión entre atmósfera, océano y continentes distantes”, explica Martín-Vide.
Pero los efectos de El Niño van más allá de lo puramente meteorológico. Un estudio publicado hace unos días en la revista Science calculaba hasta qué punto afectaba este fenómeno al crecimiento económico mundial. Los investigadores estimaban en más de 4 billones de dólares las pérdidas asociadas al evento de 1982-83, y advertían de que estas podían alcanzar los 84 billones de dólares a lo largo del siglo XXI en un contexto de cambio climático.
¿También afecta a España?
Europa y España se encuentran lejos de las costas americanas. Aunque el fenómeno de El Niño afecta a todo el mundo, su impacto sobre nuestro país no es de los más grandes. “La señal de El Niño en la cuenca del Mediterráneo es débil”, explica Martín-Vide. “No somos la región del planeta que siente más directamente sus efectos porque el Mediterráneo es un mar muy singular, casi cerrado y rodeado de relieves”, añade.
Esto no significa que El Niño no haya tenido impacto alguno en España en el pasado, ni que no vaya a tenerlo esta vez. “Todo apunta, pero con mucha incertidumbre, a que el próximo otoño y verano podríamos experimentar una mayor irregularidad pluviométrica con posibilidad de precipitaciones torrenciales”, añade Martín-Vide. El investigador recuerda que El Niño de 1982-83 fue muy grande y que en España coincidió con “algunos de los episodios de lluvias torrenciales más notables”, como la llamada Pantanada de Tous (1982).
Redolat es prudente en sus pronósticos y explica que es importante hablar en términos de probabilidad, pero sin garantizar nada. “Es cierto que con El Niño se han observado anomalías de bajas presiones durante verano y otoño, pero estas correlaciones y patrones no aseguran que un año con este fenómeno implique un otoño más húmedo o lluvias más abundantes a final de verano. Es posible, pero hay que tener cautela y huir de titulares sensacionalistas”.
Si El Niño es un fenómeno de calentamiento, ¿significa que este verano hará más calor en España?
“No se puede sacar una relación causa-efecto con un fenómeno tan lejano cuando en Europa contamos con otras variables como la oscilación del Atlántico Norte”, advierte Redolat. “En verano no hay correlaciones lineales significativas entre la temperatura atmosférica en España y la superficial del mar en el Pacífico”.
Sin embargo, pueden existir “relaciones no lineales” más complejas de estudiar: “Estas interacciones tienden a ser visibles durante unos determinados meses o semanas, por lo que se enmascaran si miramos un conjunto de datos anuales”.
Pero, ¿cuándo llegará El Niño?
Como indica la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), El Niño se produce por término medio entre cada dos a siete años y los episodios suelen durar entre nueve y doce meses.
El 4 de julio, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) declaraba el inicio de las condiciones de El Niño. "La declaración de El Niño por parte de la OMM es la señal para que los gobiernos de todo el mundo movilicen los preparativos para limitar las repercusiones en nuestra salud, nuestros ecosistemas y nuestras economías", dijo el Secretario General de la OMM, Petteri Taalas.
Según el comunicado de la OMM, por primera vez en siete años se han desarrollado condiciones de El Niño en el Pacífico tropical, lo que prepara el terreno para un probable aumento de las temperaturas mundiales y para alterar las pautas meteorológicas y climáticas.
Si La Niña ha durado tres años, ¿significa eso que nos espera un El Niño largo?
Esta es una pregunta sin respuesta. Redolat explica que los modelos que se emplean para predecir El Niño y sus fases son dinámicos: “No podemos saber con certeza si va a ser un El Niño más largo por venir de una La Niña más larga”.
La última actualización de la OMM pronostica que hay un 90 % de probabilidades de que el fenómeno de El Niño continúe durante el segundo semestre de 2023. Se espera que sea, como mínimo, de intensidad moderada.
¿Cómo le afecta a El Niño el cambio climático?
Martín-Vide aclara que El Niño “no es consecuencia del cambio climático”, ya que lleva produciéndose desde hace unos tres millones de años, tras la unión de América del Norte y América del Sur. Los expertos consultados, además, son cautos sobre las implicaciones que pueda tener el calentamiento global actual sobre este fenómeno.
“El calentamiento global muy probablemente cambiará algunas de las características de El Niño en cuanto a frecuencia o intensidad”, dice Martín-Vide. “Hace pocos años se decía más rotundamente, pero ahora la afirmación es más prudente”.
Aun así, la WMO advertía de que la combinación de El Niño con los gases de efecto invernadero es probable que provoque que las temperaturas mundiales alcancen niveles sin precedentes en los próximos cinco años. Según el organismo, hay un 66 % de probabilidades de que se supere la barrera de 1,5 °C de calentamiento en, al menos, uno de los próximos 5 años.
“En un contexto de cambio climático El Niño tiende a recrudecerse y se esperan fenómenos más intensos, aunque no está claro cómo afectará a su longitud”, dice Redolat. Esto es debido a que, en principio, una mayor cantidad de calor implica que la atmósfera tiene más capacidad de acumular agua y recrudecer los monzones en lugares como Sudamérica y Asia. El experto, sin embargo, cree que falta por estudiar hasta qué punto eso implicaría lluvias más intensas en otros sitios como Europa.
¿Por qué se llaman así estos fenómenos?
Cada año, cuando se acerca la Navidad, se calientan un poco las aguas de países como Chile y Perú, que suelen ser muy frías porque vienen de latitudes australes. Ya en el siglo XIX los pescadores peruanos bautizaron a estas aguas más cálidas como “El Niño”, en referencia al nacimiento de Jesucristo. El nombre de La Niña se puso por oposición al ser el fenómeno contrario.
Como hemos visto, además de El Niño (fase cálida) y La Niña (fase fría), también hay una fase neutra, en la que el Pacífico ecuatorial no se calienta ni se enfría. El conjunto de las tres fases se denomina ENOS o El Niño-Oscilación Austral.