Un 22 % de las niñas y niños del mundo tiene signos de conductas alimentarias alteradas, una cifra que asciende al 30 % para las niñas, según un análisis publicado en JAMA Pediatrics liderado por investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha. La investigación reúne 32 estudios previos que usaron la misma herramienta de diagnóstico (el cuestionario SCOFF) e incluye en total más de 60.000 menores de 6 a 18 años de 16 países. El artículo también afirma que el riesgo aumenta con la edad y el Índice de Masa Corporal (IMC). Las alteraciones de la conducta alimentaria incluyen comportamientos como ponerse a dieta para perder peso, comer por atracones, hacerse vomitar, practicar ejercicio excesivo, usar laxantes o diuréticos, similares a los de un trastorno de conducta alimentaria diagnosticado, pero con menos frecuencia e intensidad.
Trevor Steward - TCA menores
Trevor Steward
Investigador principal de la facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Melbourne (Australia)
Se trata de un estudio importante que pone de relieve la prevalencia generalizada de las conductas alimentarias alteradas en niños y adolescentes de todo el mundo. Casi una cuarta parte de los participantes presentaban conductas alimentarias alteradas, por lo que estos resultados ponen de relieve un ámbito que durante mucho tiempo ha recibido poca atención y ha sido ignorado.
Las alteraciones de la conducta alimentaria durante la infancia y la adolescencia evolucionan con frecuencia hacia trastornos de la conducta alimentaria, que pueden tener graves consecuencias para la salud. La aplicación de estrategias de intervención precoz podría reducir este riesgo.
Combatir la estigmatización que rodea a los comportamientos alimentarios alterados y el peso es una de las claves para que las personas pidan ayuda. Asimismo, destinar mayores recursos a acciones dirigidas a prevenir, detectar y comprender mejor los mecanismos que subyacen a las alteraciones de la conducta alimentaria beneficiaría enormemente a los jóvenes vulnerables. Estos resultados ponen de manifiesto que ya no se puede ignorar la magnitud de este problema. Se necesitan investigaciones futuras que examinen las conductas alimentarias compulsivas, ya que el trastorno por atracón tiene la prevalencia más alta de todos los trastornos alimentarios y no se examinó a fondo en este estudio.
Gemma Sharp - TCA menores
Gemma Sharp
Jefa de Investigación sobre Imagen Corporal y Trastornos Alimentarios y Psicóloga Clínica Senior de la Universidad de Monash (Australia)
Es muy importante que se lleven a cabo investigaciones como esta. Para quienes trabajamos en el campo de los trastornos de conducta alimentaria y la salud mental de los adolescentes en Australia, la proporción del 22 % de niños y adolescentes con comportamientos alimentarios alterados es muy preocupante, pero lamentablemente no sorprendente. Hemos estado observando un aumento de niños cada vez más pequeños con trastornos alimentarios en los servicios clínicos y esto se ha visto exacerbado por los impactos de la pandemia de covid-19.
La mayoría de los estudios incluidos en esta revisión se publicaron antes del inicio de la pandemia, por lo que el 22 % puede ser una subestimación de la situación actual en 2023. El hallazgo de que las niñas tenían más probabilidades de verse afectadas que los niños tampoco es inesperado, sin embargo, no debe ignorarse la proporción de ~17 % en los niños. Cualquier persona de cualquier sexo puede sufrir alteraciones de la conducta alimentaria. El estudio demostró que los niños con un IMC más alto tenían aparentemente más riesgo de desarrollar alteraciones de la conducta alimentaria. Es posible que estos jóvenes sufrieran discriminación o estigmatización por su peso por parte de personas importantes en sus vidas y que, por ello, padecieran conductas alimentarias alteradas para intentar perder peso. El estigma del peso tiene que dejar de perpetuarse a todos los niveles.
Sophie Dahlenburg - TCA menores
Sophie Dahlenburg
Profesora de la facultad de Psicología de la Universidad de Adelaida (Australia)
Sabemos que los niños y adolescentes corren el riesgo de sufrir problemas relacionados con la imagen corporal y los trastornos de conducta alimentaria. Este artículo, muy bien escrito, pone de relieve lo generalizado y extendido que puede estar este problema. Aunque los comportamientos alimentarios alterados en la infancia y la adolescencia no desembocan necesariamente en un trastorno de conducta alimentaria diagnosticado, sí suponen un alto riesgo.
Además, como los resultados mostraron que las chicas eran más propensas a declarar comportamientos alimentarios alterados en comparación con los chicos, y que el aumento de la edad y del IMC (índice de masa corporal) conducía a mayores alteraciones de la conducta alimentaria, es importante dirigir las intervenciones a reducir los casos. Es especialmente crítica la intervención temprana en este ámbito, ya que sabemos que los trastornos alimentarios son algunos de los diagnósticos psiquiátricos más mortales. La prevención temprana puede salvar vidas.
Kanita Kunaratnam - TCA menores
Kanita Kunaratnam
Profesora y dietista de la facultad de Ciencias Médicas y de la Salud de la Universidad Edith Cowan (Australia)
Habría esperado que la proporción fuera en realidad mucho mayor. Este estudio viene a sumarse a la bibliografía existente, pero también creo que los estudios incluidos presentan varias limitaciones: el grupo de edad de niños y adolescentes se definió entre los 6 y los 18 años. Muchos estudios han demostrado que los niños de tan solo 3 años ya muestran que el deseo del ideal de delgadez se manifiesta desde la edad preescolar.
Este estudio también se centró exclusivamente en la prevalencia de los comportamientos alimentarios alterados sin relacionarlos con los porqués. En los niños más pequeños, muchos estudios han señalado el uso de un lenguaje que hace sentir vergüenza del cuerpo por parte de los profesionales de la salud, los padres, los hermanos, los medios de comunicación o los compañeros como precursores de los problemas de imagen corporal y, en la adolescencia, la influencia de los compañeros es particularmente alta, mientras que la influencia de los medios de comunicación (en particular las redes sociales) ha crecido en todos los grupos de edad.
Sin embargo, más allá de los profesionales de la salud, los educadores de la primera infancia, las escuelas y las familias forman parte integral de la red de apoyo de un niño y todos son igualmente influyentes en la mejora de los resultados de salud infantil y juvenil.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Humanos
- Revisión sistemática
- Metaanálisis
José Francisco López-Gil et al.
- Artículo de investigación
- Revisado por pares
- Humanos
- Revisión sistemática
- Metaanálisis