Qué es la inflamación: guía para informarse y no caer en remedios ineficaces

La inflamación está de moda. En realidad, las dietas antiinflamatorias que dicen combatirla. Así lo certifican libros superventas e influencers, prestos a darnos los últimos trucos para adelgazar o, mejor dicho, desinflamarnos. Pero ¿qué hay de cierto en todo esto? ¿Qué tiene que ver la inflamación con el sobrepeso? 

30/12/2024 - 09:20 CET
dieta

Para combatir la inflamación no deseada hay que consumir frutas, vegetales frescos, legumbres, pescado y reducir las carnes, en especial las rojas. / Adobe Stock.

¿Qué es realmente la inflamación? 

El proceso inflamatorio forma parte natural de nuestro sistema inmunitario, es decir, de las defensas de nuestro organismo. De hecho, es una de las primeras acciones que lleva a cabo nuestro cuerpo en caso de infección y consiste en establecer una barrera física y no específica para aislar los patógenos. Además de la vasodilatación de los vasos sanguíneos de la zona afectada, también se atraen a células inmunitarias, como los neutrófilos. 

“Normalmente se produce de forma aguda para que el sistema inmunitario elimine posibles patógenos que hayan entrado en una herida, trauma, quemadura o en forma de infección y ayudar en la reparación”, explica al SMC España el inmunólogo de la Universidad de Murcia Antonio J. Ruiz Alcaraz. Una vez se logra el objetivo de exterminar al invasor, se desactiva la inflamación, se activa la cicatrización y el órgano o tejido afectado se recupera. 

La inflamación se produce de forma aguda para que el sistema inmunitario elimine patógenos que hayan entrado en una herida o en forma de infección y ayudar en la reparación

Antonio J. Ruiz Alcaraz

Hasta aquí llega el plan perfecto e ideal de lo que debería ser la inflamación. Sin embargo, a veces la estrategia no llega a buen puerto y el proceso se cronifica. 

“El problema empieza cuando no se elimina la amenaza y se cronifican infecciones como la tuberculosis, o bien cuando existe una sobreestimulación y se mandan señales inflamatorias sin que haya una amenaza real”, dice Ruiz. Son casos en los que “no paramos de añadir leña al fuego de la inflamación”. 

¿Por qué se habla tanto de inflamación? 

En los últimos años se ha producido un boom en el estudio de la inflamación y su papel en un sinfín de enfermedades. Desde las más obvias y conocidas, como la artritis o la diabetes de tipo 1, a otras menos intuitivas y todavía en fase de estudio, desde el alzhéimer a la depresión. 

Cada vez más estudios relacionan la inflamación con otros problemas de salud. “Se ha visto que es un proceso muy transversal para la patología humana y muchos compañeros la están estudiando desde sus áreas, asociada a las enfermedades que investigan”, explica Ruiz. 

La clave, añade Ruiz, es que “si se aprende a controlar o manejar [la inflamación] se puede usar para prevenir o tratar enfermedades”. 

¿Y qué tiene todo esto que ver con el peso? 

Inflamado casi se ha convertido en sinónimo de gordo. Como explica Ruiz, toda esta relación de la inflamación con el peso “tiene una parte de verdad que luego se exagera”. 

“Es verdad que hay una inflamación sistémica dentro del organismo que está relacionada con la acumulación excesiva de grasas”, aclara. Esto quiere decir que las células encargadas de acumular las grasas (adipocitos) producen una serie de mediadores que inducen la inflamación. 

“Es una inflamación crónica, de baja intensidad, que afecta a otros órganos y tejidos que son importantes para regular la homeostasis del paciente”, añade Ruiz. Por ejemplo, puede causar patologías como el hígado graso no alcohólico debido a la comunicación que existe entre el tejido adiposo y este órgano. 

Es muy común que en redes sociales el concepto de 'inflamación' se use asociándolo solo con sobrepeso, hinchazón abdominal o retención de líquidos

Teresa Roldán

“Es muy común que en redes sociales el concepto de 'inflamación' se use asociándolo solo con sobrepeso, hinchazón abdominal, retención de líquidos o cambios en la apariencia corporal tras consumir ciertos alimentos”, comenta al SMC España la investigadora de la Universidad de Córdoba Teresa Roldán.

“Muchos de estos síntomas están relacionados con procesos inflamatorios, pero hay que saber diferenciarlos de la inflamación crónica sistémica, que tiene implicaciones mucho más profundas y no siempre evidentes”, añade.

Entonces, ¿qué relación hay entre la obesidad y la inflamación? 

Ruiz explica que en el sobrepeso y la obesidad participa un tipo de inflamación diferente a la que sucede en caso de infección. 

“No hay patógenos, pero se activan ciertos mediadores de la inflamación que la cronifican si no se reducen las calorías y las grasas y se busca una dieta más basada en productos frescos”, comenta el investigador. También asegura que la obesidad predispone a ciertas enfermedades, como el hígado graso, en el que también media la inflamación. 

Además, todo esto suele ir acompañado de inflamación intestinal. “Comemos tan mal en algunas dietas occidentales que no paramos de meterle al intestino alimentos que no son propicios para una microbiota sana y en su lugar hacer que aparezcan microorganismos menos amigables y más patogénicos”, dice Ruiz. 

“Va todo acompañado: el intestino está inflamado por esa dieta, que si además es hipercalórica puede acumular grasa y hacer que el tejido adiposo mande señales de inflamación; si el músculo no ayuda porque no hay ejercicio, también puede repercutir”. 

En resumen, “la inflamación está relacionada con todas estas patologías asociadas, pero es un mediador presente cuando se come mucho y mal y se hace poco ejercicio”. 

En el sobrepeso y la obesidad participa un tipo de inflamación diferente a la que sucede en caso de infección

 

“La inflamación crónica de bajo grado, asociada a la obesidad, es un proceso silencioso. Los adipocitos se inflaman porque aumentan en cantidad y en tamaño, no respiran bien, no les llega el oxígeno y no envían correctamente las señales de saciedad, la persona come más, y se perpetúa el ciclo”, declara al SMC España la divulgadora, farmacéutica y dietista-nutricionista Marián García

“Como la grasa no está correctamente oxigenada genera radicales libres, especies reactivas de oxígeno, que provocan distintos daños de manera generalizada, que van desde la fatiga —tan común cuando hay inflamación— al cáncer, y esto no se soluciona únicamente con una dieta antiinflamatoria”, añade García. 

¿Qué tengo que hacer para evitar estos procesos no deseados? 

La recomendación de investigadores como Ruiz es poco sorprendente: consumir frutas, vegetales frescos, legumbres, pescado y reducir las carnes, en especial las rojas: “A nuestras bacterias les gusta comerse lo que nosotros no podemos, como la fibra”. También evitar los ultraprocesados y no olvidar que el estrés también ayuda al proceso inflamatorio. 

“Básicamente lo ideal sería volver a las comidas de las abuelas”, concluye. 

“Existen patrones dietéticos con evidencia sólida, como la dieta mediterránea, que ha demostrado reducir marcadores inflamatorios en el organismo”, dice Roldán. “Además, ciertos nutrientes y compuestos naturales presentes en frutas y verduras, también se ha visto que pueden tener un efecto modulador sobre la inflamación. Es fundamental entender que no hay respuestas universales: lo que funciona para una persona puede no ser efectivo para otra. El tratamiento de la inflamación no se resuelve con soluciones genéricas o rápidas. Requiere un enfoque integral y profesional que considere a cada individuo y que combine una dieta equilibrada con prácticas de estilo de vida saludables”. 

Sobre el auge de las nuevas dietas que prometen arreglar estos problemas, García aclara: “Dieta antiinflamatoria es la nueva etiqueta, antes era dieta probiótica y antes fue dieta mediterránea. Pero la realidad es que una buena dieta antiinflamatoria también tiene que ser probiótica. Todo está conectado”, explica. 

En este sentido, García añade: “La polipíldora antiinflamatoria más efectiva que hay es gratis y se llama miokina o exerkina, que se produce por el ejercicio físico. Es decir, el ejercicio de formar regular, el ejercicio de fuerza, junto con una dieta adecuada, es mejor que cualquier suplemento”. 

¿Son efectivos los suplementos que se anuncian como soluciones contra la inflamación? 

“Muchos fabricantes aprovechan para mezclar conceptos que a la gente les suenan parecidos, como hinchazón e inflamación. La hinchazón puede ser por una disbiosis en la microbiota, por ejemplo, por el famoso SIBO. Hay bacterias que se han 'bajado una parada antes’ y fermentan en el intestino delgado en lugar del colon, generan gases donde no toca, una especie de ‘pedetes de bacteria’ que son los que generan a la persona la hinchazón”, responde García.  

Muchos fabricantes aprovechan para mezclar conceptos que a la gente les suenan parecidos, como hinchazón e inflamación

Marián García

“Pero esto no se soluciona simplemente con suplementos. En este caso hace falta un tratamiento nutricional y antibióticos. Los probióticos pueden ser una ayuda, pero van a ser una pieza dentro de una estrategia integral mucho más profunda, que es de la que no se habla”, añade. 

“El tratamiento de la inflamación crónica requiere un abordaje integral, más allá de soluciones simplistas o productos milagrosos que muchas veces se promocionan en redes sociales”, defiende Roldán. 

¿Cómo podemos protegernos los consumidores de falsas soluciones milagrosas? 

“Mi consejo al consumidor es que desconfíe de quien habla de trucos milagrosos que solo ellos conocen. En los hospitales no son tan tontos como para que sea el influencer el que tiene la solución (para vendértela, claro)”, advierte García, que también propone que comparemos las declaraciones nutricionales, es decir, las promesas que hacen los productos en sus webs y en los anuncios de Instagram, con las que aparecen en el etiquetado.  

“En un envase las promesas suelen ser menos fuertes porque solo se pone lo que legalmente se puede decir. Muchos fabricantes aprovechan que ‘la policía de Internet’ no da abasto para colar mensajes que luego ya se quedan en la memoria de la gente. Hoy en día legalmente no se puede hacer ninguna declaración nutricional de ningún probiótico, es decir, no se puede afirmar que un probiótico específico de un producto tiene un beneficio concreto para la salud”, concluye. 

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